Las fiestas navideñas son sinónimos de muchas cosas: fiestas, regalos, cenas copiosas, salidas con amigos, exceso de consumo… y un largo etcétera. Pero a veces los excesos, sobre todo cuando se acumulan con frecuencia, pueden ser arriesgados. Es lo que sucede con el colesterol, un problema que cada día preocupa más a muchas personas, sobre todo a aquellas que ya tienen una edad o padecen algún tipo de problema de salud. ¿Existe alguna manera de disfrutar a tope de la Navidad y no terminar padeciendo un pico de colesterol después?
Aunque los milagros no existen, ni siquiera en Navidad, sí hay recomendaciones y consejos interesantes en los que los expertos suelen coincidir.
El colesterol y los cambios de hábitos

La gente cada vez se cuida más, este es un hecho que difícilmente puede ser discutible. Solo hace falta echar un vistazo a la cantidad de gente que acude a los gimnasios o sale con frecuencia a practicar deporte, hábitos que hubiesen sido impensables para el común de los mortales hace décadas. Exceptuando a los propios deportistas y atletas, claro está. Pero incluso así, hay periodos del año en los que muchos tienden a “relajarse” y descuidar tanto su ejercicio como su dieta. Si hay un periodo en el que, sin ir más lejos, aumente considerablemente la ingesta de alcohol, ese es la Navidad.
De hecho, no son pocos los especialistas que alertan al respecto. Las navidades, al menos según la sociedad de consumo, cada vez dura más, y el dejarse llevar por ellas puede ocasionar problemas. Una cosa es hacer alguna excepción y otra cambiar de hábitos por un tiempo prolongado, aseguran algunos médicos.
El colesterol y la Navidad

Mucha gente ya sabe que uno de los principales enemigos de la salud es la vida sedentaria. Es decir, moverse poco. Y más aún cuando llega la Navidad, y mucha gente aprovecha las fiestas para cogerse días de vacaciones. Pasarse demasiadas horas sentado, y aumentar la cantidad de calorías y alcohol que se le mete al cuerpo no parece la mejor de las ideas.
Por eso algunos dietistas y profesionales por el estilo aconsejan aprovechar la Navidad, y el tiempo libre que en ocasiones esta suele generar, para salir a la calle. No hace falta volverse todo un atleta, pero sí está bien, sin ir más lejos, caminar durante al menos veinte o treinta minutos. Vale que hace frío, pero con abrigarse un poco es suficiente.
El colesterol y el consumo de alcohol

El eterno debate que resuena cada dos por tres se repite más que nunca en Navidad: ¿es aconsejable el tomar alcohol en alguna medida? Los médicos suelen diferir a la hora de buscar una respuesta a este interrogante. Algunos aseguran que una cerveza de vez en cuando, o incluso una copa de vino, no hacen daño a nadie, incluso al contrario. Pero la Navidad suele obedecer a costumbres que no apuntan precisamente al consumo moderado. Más bien al contrario.
Uno de los principales consejos de muchos expertos, por lo tanto, consiste en controlar en la medida de lo posible la cerveza, el vino y las copas. No vale eso de: ya lo dejaré en enero si se abusa en exceso de la bebida durante gran parte de diciembre.
Ojo a las comidas navideñas

Otro aspecto que también hay que tener en cuenta, por ejemplo, son las comidas de Nochebuena y Nochevieja. Las comidas, ojo, no las cenas. Precisamente como son fechas para juntarse con familiares o amigos y ponerse fino por las noches, una buena iniciativa pasa por elegir algo ligero de menú a mediodía.
Por ejemplo, apostar por cosas que no llenen demasiado, y que sean sanas, como una crema de verduras, pollo a la brasa, ensaladas, tortillas francesas… O, si se va a cenar carne, aprovechar para comer algún pescado suave.
El colesterol y el estrés

Suele decirse que el cerebro gobierna todo nuestro cuerpo, y hay motivos para creérselo. La gente feliz y contenta está por lo general más sana que la que vive al filo de la depresión. Y no nos referimos solo a una cuestión mental, sino también física. Por eso, es también un propósito a tener en cuenta elegir el periodo navideño para intentar relajarse y escapar del estrés que puede provocar el trabajo, la rutina o las compañías obligadas.
Y si además se mantiene ese estado de relajación para comenzar el año, mejor que mejor. Por buenos propósitos que no quede.
El colesterol y las cantidades

Puede haber mucha gente que diga: vale, cuidarse está bien, pero al final la Navidad es la Navidad, y es el momento de disfrutar de comidas especiales. En ese caso, una posibilidad pasa por comer platos ricos, por qué no, pero en proporciones razonables. La mayoría de las veces comemos con los ojos, no con el estómago, y elegimos raciones exageradas que pueden reducirse sin pasar hambre.
Si uno consigue habituarse a esta práctica, el cuerpo no tarda en agradecerlo.