Adele siempre ha hablado sin filtros de su vida, de sus miedos y de sus emociones, pero hay un vínculo que atraviesa toda su trayectoria personal y artística y que rara vez ocupa titulares: el que mantiene con Louie, su perro salchicha. A sus 16 años, el animal se ha convertido en una auténtica constante en la vida de la cantante británica, acompañándola desde mucho antes de que alcanzara la fama mundial hasta su actual etapa como una de las artistas más influyentes del planeta.
Louie llegó a la vida de Adele cuando ella tenía solo 21 años. En aquel momento, la cantante estaba empezando a escribir su segundo álbum, 21, mientras acababa de publicar 19. Era una etapa de cambios, de incertidumbre y de crecimiento personal. “Se sentaba en mi regazo mientras escribía”, recordó tiempo después la artista, señalando que aquellos momentos compartidos se han quedado grabados como algunos de sus recuerdos más felices.
Un perro ligado a los primeros pasos en la música de Adele
La historia de Louie tiene incluso un punto casi simbólico. Nació la misma noche en la que Adele fue a ver a Britney Spears en el O2 de Londres, en 2009. Durante un tiempo pensó llamarlo “Britney”, aunque terminó descartando la idea. También barajó el nombre de Aaron Lennon, en referencia a un futbolista que admiraba, pero finalmente se decidió por “Louie” después de que el cachorro aullara mientras sonaba un disco de Louis Armstrong.
Desde el principio, Louie no fue una mascota más. Adele adaptó su casa a su llegada, cambió el suelo y, poco después, se mudó a una vivienda con un parque justo enfrente para poder sacarlo a pasear a diario. En entrevistas posteriores explicó que esa rutina la ayudó a mantener los pies en la tierra en un momento en el que su carrera empezaba a despegar con fuerza.
Durante la promoción de 21, Louie estuvo presente incluso en entrevistas. En una de ellas, se hizo inesperadamente famoso por interrumpir la conversación de la forma más natural posible, algo que Adele siempre ha contado con humor. El perro también aparece de forma indirecta en el universo creativo de ese disco, que gira en torno a relaciones personales, emociones intensas y vínculos afectivos profundos.
Parte del universo emocional de Adele
Con el paso del tiempo, Louie se integró también en la imagen pública de la cantante. Apareció en sesiones de fotos y fue inspiración para parte del merchandising asociado a la era 21. No era una estrategia de marketing calculada, sino una consecuencia natural de la importancia que el animal tenía en su día a día. Para Adele, Louie formaba parte de su refugio emocional en medio de una exposición mediática cada vez mayor.

Cuando llegó el tercer álbum, 25, Adele llegó a bromear en entrevistas con que su perro sería el verdadero protagonista. Louie la acompañó durante buena parte de la gira mundial de 2016, aunque la cantante decidió no llevarlo a ciertos destinos lejanos para evitarle estrés y problemas logísticos. Esa decisión marcó también un punto de inflexión: la prioridad ya no era compartir escenario, sino proteger su bienestar.
Con los años, Louie fue desapareciendo de las apariciones públicas de la artista. La cantante presentó a otros perros más jóvenes, Bob y Freddie, y muchos seguidores llegaron a pensar que el salchicha había fallecido. Sin embargo, durante su residencia en Las Vegas, Adele despejó las dudas: Louie sigue vivo, aunque muy mayor.
“Creo que podría ser el perro salchicha más viejo que haya vivido”, comentó la cantante con una mezcla de humor y ternura. A sus 16 años, Louie ya no puede acompañarla como antes y necesita más descanso y cuidados, pero sigue siendo parte esencial de su familia. Su presencia, aunque más discreta, continúa siendo un apoyo emocional para Adele.







































































