Si le pedimos a alguien que nos nombre a algunos de los mejores emprendedores de los últimos años es casi seguro que Steve Jobs va a estar en esa lista. Adorado por unos y odiado por otros, el estadounidense consiguió que su empresa revolucionara el sector tecnológico.
De hecho, tenía talento que no solo consiguió triunfar con Apple, también está detrás del éxito de otras empresas archiconocidas a nivel mundial como Pixar. Aunque como emprendedor tú debes ser único y mantener tu propia esencia, nunca está de más echarle un vistazo a la personalidad y la forma de actuar de otros que han conseguido el éxito, ya que puedes aprender valiosas lecciones.
Por eso, en esta ocasión vamos a hacer un repaso de la figura de Steve Jobs y aquellos aspectos de su personalidad que acabaron llevándole directo al éxito desde el garaje de su casa.
Imaginación y visión de futuro no les faltan a los mejores emprendedores

Así es, hay muchos factores que pueden influir en el éxito o el fracaso de un negocio, pero para poder dar con una idea buena es imprescindible que el emprendedor sea una persona creativa e imaginativa. Pero no basta con poder imaginar algo, también hay que tener visión de futuro para poder determinar si eso que hemos imaginado es o no viable.
En el caso de Jobs está claro que no le faltaba imaginación, porque ideó productos tecnológicos en una era en la que la tecnología no era accesible para las personas, era algo propio de grandes compañías que disponían de mucho dinero. Sin embargo, Jobs fue capaz de imaginar ordenadores que facilitarían el día a día de las personas, tanto en su trabajo como en su casa, y ese solo fue su primer paso.
Capacidad de desarrollo y diseño de producto

Cuando Apple entró en el sector de la telefonía móvil estos productos ya llevaban años en el mercado y había grandes empresas en el mercado como Nokia o Siemens. Pero el talento visionario de Jobs le llevó de nuevo a usar su imaginación para idear productos que fueran mucho más que tecnología.
La estética del iPhone sigue siendo uno de sus puntos fuertes, y lo fue mucho más en el momento en que se lanzó al mercado su primera versión, porque no había nada igual. Jobs fue el responsable de la idea de mezclar tecnología y estética, y esa capacidad de desarrollar y diseñar productos resultó ser el secreto del éxito de sus dispositivos.
Habilidad comercial

Sobre Steve Jobs se han escrito muchas cosas, pero hay una habilidad que pocas veces se destaca de él y que también contribuyó a posicionarlo como uno de los mejores emprendedores, y es que era un gran vendedor. No es solo que sus productos fueran buenos, es que él personalmente era capaz de convencer a cualquiera de que debía tenerlos, que eran mucho mejores que cualesquiera otros que hubiera en el mercado.
Esta habilidad comercial la demostró una y otra vez cada vez que salía a presentar uno de sus nuevos productos. Todo el mundo estaba deseando ver cómo sería la nueva estética del iPhone o del iPad, pero también querían escucharle. Esto no es algo que todos los emprendedores de éxito consigan, porque hay personas que se han hecho millonarias con sus negocios pero a las que nadie está demasiado interesado en escuchar.
La pasión propia de los mejores emprendedores

Otro rasgo fácilmente identificable en la personalidad de este genio era su pasión por lo que hacía. No importaba si estaba en el garaje de su casa diseñando un prototipo de lo que luego sería uno de los ordenadores más famosos del mundo, o si estaba en Pixar planeando cómo darle un giro al mundo de la animación.
Jobs era una persona apasionada de lo que hacía, y este es un rasgo muy común de los buenos emprendedores, porque eso los convierte en buenos líderes. Son capaces de contagiar su entusiasmo a los demás, que estos tengan ganas de hacer lo que se espera de ellos sin necesidad de que nadie venga a darles órdenes. Es posible que este rasgo apasionado de su personalidad también influyera directamente en su capacidad para vender cualquier cosa.
Soberbia, un rasgo no muy agradable pero necesario en ciertos casos

Quienes conocieron a Jobs en el ámbito personal y profesional siempre han destacado que no era precisamente una persona fácil. Era especialista en llevar a los demás hasta el límite, puede que porque les exigía tanto a ellos como se exigía a sí mismo, y esto hacía que fuera una persona a veces demasiado inflexible.
Ese cierto grado de soberbia y no de no dar su brazo a torcer está presente en muchos de los mejores emprendedores. Es cierto que es un rasgo de la personalidad no muy agradable cuando se trata de trabajar con alguien que es así, pero también tiene sus cosas buenas. Por ejemplo, una persona soberbia no se rinde fácilmente y siempre está dispuesta a mejorar.
































































