Entre las muchas capacidades y habilidades personales que debe tener el emprendedor, una de las más importantes es ser capaz de lidiar con la frustración. Debes ser plenamente consciente de que, por mucho que planees las cosas y vayas con pies de plomo, siempre va a haber circunstancias incontrolables que pueden acabar con tus planes o hacer que tengas que llevar a cabo grandes cambios.
Es perfectamente normal que ante una situación de este tipo te sientas desbordado y desanimado, pero no puedes dejar que el desaliento te venza. Sentirse frustrado no es un buen sentimiento pero, si aprendemos a sobreponernos a la adversidad, ganamos en experiencia y en resiliencia, lo que nos beneficia enormemente tanto a nivel personal como a nivel profesional. Por eso, vamos a ver qué podemos hacer cuando la frustración hace acto de presencia en nuestra vida.
Sé consciente de tus sentimientos y exprésalos

Lo peor que puede hacer alguien con su frustración es quedársela para sí mismo. Porque, si no asumimos esta sensación y nos la “tragamos”, tarde o temprano acaba saliendo y no de la mejor manera posible. Si como emprendedor no asumes tus propios sentimientos e incluso los compartes con los demás, te costará mucho más superar los malos momentos.
No pasa nada por reconocer que te sientes hastiado a incluso desilusionado. Reconocer los errores propios y dejar salir las emociones es una gran demostración de inteligencia emocional. Si comprendemos nuestra emociones y sabemos qué las origina, lidiar con la frustración nos será mucho más fácil. ¡Incluso podríamos llegar a evitarla!
Confía en tu potencial para lidiar con la frustración

Muchas veces cuando nos sentimos frustrados nos convertimos en nuestro peor enemigo. Nos echamos la culpa de todos los errores y de todo lo malo que ha podido pasar en relación con nuestro proyecto, incluso cuando la situación que atravesamos no ha tenido, en realidad, nada que ver con nuestra forma de actuar.
Esto puede acabar degenerando en un problema de autoestima. Nos valoramos menos de lo que deberíamos y esto le abre la puerta a la aterradora mentalidad de fracaso, esa que nos puede llevar directos al fin de nuestro proyecto de emprendimiento. Por eso, por muy frustrado que puedas estar, aprende a ver lo bueno de todas las situaciones y seguro que extraes alguna valiosa lección.
Sé consciente de tus limitaciones

Para el emprendedor es perfecto contar con un buen nivel de autoestima, pero tampoco hay que pasarse. Si crees que puedes con todo y que todas tus cualidades son maravillosas, vas a darte contra un importante muro de frustración cuando la realidad se encargue de demostrarte que no eres tan bueno como crees.
Si no eres consciente de tus limitaciones te vas a sentir mucho más frustrado cuando algo vaya mal, y te costará mucho más salir de ese bache. Por eso, lo mejor es que seas realista con respecto a tus habilidades, tus capacidades y tus aspiraciones. Así, si algo va mal serás capaz de aprender y no te hundirás en un pozo de agobio y reproches personales.
No te tomes las cosas profesionales a nivel personal

Tu relación con otras personas dentro de tu ámbito profesional influye mucho en cómo eres capaz de lidiar con la frustración. Si te tomas cualquier comentario o critica de un socio, un empleado o un cliente como algo personal, lo más probable es que acabes haciendo todo un mundo de un conflicto sin importancia.
Si lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas, lo que pasa en el trabajo debería quedarse en el trabajo. Esto evita que una vez acabada la jornada te lleves a casa problemas y preocupaciones que no deberían interferir en tu vida personal. Si lo haces así, notarás que te sientes mucho menos frustrado, incluso tendrás una mejor disposición a solucionar problemas profesionales.
Sé flexible y haz cambios cuando sea necesario

A la hora de emprender es fundamental planificarlo bien todo, para ello contamos con herramientas como el plan de empresa. Sin embargo, debes ser consciente de que es posible que no todo salga tal y como tú esperabas. Por eso, un poco de flexibilidad te irá muy bien para esquivar a la frustración.
En lugar de darte cabezazos contra una pared fustigándote por lo que ha salido mal, cuando lleguen los problemas o los inconvenientes sencillamente haz pequeños ajustes en tu estrategia o en tu forma de trabajar. La idea es que, aunque tardes un poco más en llegar a tu meta, al final lo consigas.
Practica la respiración consciente

Nuestro cuerpo respira de forma automática, no es algo en lo que necesitemos pensar para hacerlo. Sin embargo, cuando respiramos de forma consciente podemos llegar a verlo todo de forma diferente. De ahí la importancia de dedicar cada día unos minutos a hacer unos pequeños ejercicios de respiración, ya que nos ayudarán a lidiar tanto con la frustración como con el estrés y la ansiedad.
No te hace falta nada especial. Solo una habitación tranquila y colocarte en una posición que te resulte cómoda. Respira lentamente por la nariz contando hasta ocho, retén el aire en los pulmones contando también hasta ocho y expúlsalo contando igual. Te sorprenderá ver lo mucho que relaja este tipo de respiración tan profunda y cómo ayuda a despejar tu mente de todo tipo de preocupaciones.
Adiós frustración, hola efectividad

Lidiar con la frustración es una habilidad que se suele aprender en la infancia, pero cuando emprendemos nos vemos sometidos a niveles nuevos de estrés que no habíamos conocido con anterioridad. Por eso, hasta la persona más tranquila puede verse afectada por la frustración y no saber muy bien cómo actuar.
Lo importante es que no te dejes vencer por esta emoción. Puede que no consigas evitar su aparición pero, si consigues dominarla cuando se haga presente, evitarás que sea ella la que tome el control y te empuje a tomar malas decisiones. Porque cuando dominas la frustración eres de nuevo dueño de tu destino y puedes trabajar de forma mucho más eficiente, tomando las mejores decisiones para tu negocio.