¿Qué pasaría si usáramos solo la sanidad pública? Casi 10.000 millones más de gasto

Se considera que España tiene uno de los mejores sistemas de salud pública del mundo. Algo que se puede extender a la cobertura sanitaria total, en la que entra la aportación de la sanidad privada. Lo que ocurre es que esa sanidad privada ahorra en manera importante la presión sobre la pública. ¿Qué ocurriría si todos usáramos solo el sistema sanitario público? Probablemente colapsaría, pero sobre todo sería mucho más caro.

De acuerdo a los estudios del Instituto para el Desarrollo e Integración de la Sanidad (IDIS), sería entre 4.369 y 9.860 millones de euros más cara. Esta es la estimación del ahorro a los presupuestos públicos que proporciona el sistema privado de salud. Se considera que un ciudadano que solo usa la sanidad privada ahorra unos 1.200 euros al sistema sanitario público. Si solo lo usa parcialmente, el ahorro se evalúa en 533 euros.

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La sanidad privada aporta numerosos recursos al sistema público de salud. De hecho, los convenios de colaboración han conseguido, por ejemplo, reducir las listas de espera que en años anteriores llegaron a ser dramáticas. Los estudios del IDIS explican que la sanidad privada supone casi el 3,65% del PIB, generan 36.226 millones de euros anuales.

EL ESFUERZO DEL ESTADO

Estos días que se están aprobando los Presupuestos Generales del Estado queda patente el enorme esfuerzo que se ha de dedicar a mantener los estándares del Estado de Bienestar. La sanidad, en este sentido, es una de las principales preocupaciones de los ciudadanos españoles. A pesar de que la cifra que el Estado –tanto el central como la comunidades autónomas– destina a la sanidad pública ha crecido exponencialmente desde la llegada de la Democracia a España, hay un cierto grado de insatisfacción por el estado de la sanidad pública.

Casi todas las comunidades autónomas –que tienen transferidas casi todas las competencias asistenciales– gastan cada año más de lo que presupuestan. En este sentido Murcia, con un 31%; La Rioja (23%), y Aragón (22%) son las comunidades que más desvían el gasto.

Un gasto que no es pequeño. El IDIS calcula que la sanidad publica ha requerido de los presupuestos del Ministerio de Sanidad en 2017 unos 1.500 euros per cápita, lo que supone un incremento de 94 euros más respecto a 2014, año de más afección por los recortes presupuestarios. A estE presupueSTo ha que añadir lo que gastan las comunidades autónomas.

PAÍS VASCO, A LA CABEZA DEL GASTO

Por comunidades, es el País VaSco donde más se invierte en sanidad per cápita, 2.357 euros. En segunda posición queda Aragón (2.259) y Asturias, con 2.254 euros gastados per cápita.

Por el otro extremo de la lista está Andalucía, que es la comunidad autónoma con gasto más bajo per cápita en asistencia sanitaria, con unos magros 1.641 euros. Sigue en esta lista “negra” Castilla-La Mancha, con 1.789 y en este poco honroso ránking la tercera posición corresponde a Canarias, con 1.801 euros per cápita-

En el otro lado está el gasto por ciudadano de la sanidad privada es de 557 euros, de los cuales 423 corresponden a “gastos de bolsillo” y 134 a “gastos de aseguramiento”.

Hay más de ocho de millones de españoles con seguro médico. Este seguro suele ser complementario al uso eventual de la sanidad pública. Es decir, una importante masa crítica que reduce la presión sobre los ya de por sí saturados sistemas públicos de atención sanitaria.

GASTO POCO EFICIENTE

El problema del disparado gasto público sanitario es que es poco eficiente. Todas las comunidades autónomas, gestoras de estos sistemas públicos de salud, han tenido que recurrir a acuerdos con entidades privadas para sostener sanitariamente a su población Se estima que los convenios públicos-privados han supuesto algo más del 11,5% de este gasto sanitario.

Los beneficios de esos acuerdos son evidentes y los han notado los pacientes, de entrada, en que la lista de espera ha adelgazado y se han acortado los plazos. Decenas de miles de ciudadanos van a recibir tratamiento en ambulancias privadas, son diagnosticados, tratados e incluso operados en hospitales privados puestos al servicio de aliviar la presión sobre el sistema público de salud. Un sistema que, si usamos plenamente, probablemente colapsaría. Lo que seguro que sería, es muchísimo más caro aún de mantener.