El turismo está contra las cuerdas. Es una realidad. Las noticias positivas brillan por su ausencia. ¿Pero realmente es así? ¿Por qué el negocio hotelero pese a estar de cada caída se mantiene como uno de los más activos? ¿Cómo van a darse 1.000 aperturas en el año de la pandemia?
Resulta complejo de asimilar, pero los datos lo reflejan. Según publica Bloomberg, el White Water (EEUU) es una de las firmas que tendrán nuevas aperturas este ejercicio. En California, frente a la playa y con gran lujo. Este sería -en gran parte- el retrato robot de muchos de los establecimientos que tienen prevista su apertura, o ya lo han hecho.
Así lo constata la consultora especializada STR, que afirma que pese al impacto mundial, las bajas tasas de ocupación y el deterioro económico que sufrirán las cadenas, el ritmo de aperturas no bajará. Por ejemplo, Hilton abrió 60 nuevos hoteles en el segundo trimestre del año –y los que ya están en marcha-, mientras que Marriot lo habría hecho con más de 100, entre los que se encuentran algunos Ritz-Carlton.
Y no solo eso. El informe destaca que también se están abriendo hoteles de menor tamaño, al margen de las grandes cadenas. Ponen como ejemplo la firma de belleza Fresh, que han hecho su estreno en Nueva York, uno de los lugares más azotados por la crisis sanitaria. Pero también están las aperturas de Nobu Hotels; o PRG Hospitality Group.
POR QUÉ SE ABREN TANTOS HOTELES
Según desvela la información, tiene más sentido abrir un hotel que ya estaba a punto de hacerlo que mantenerlo cerrado. El motivo, explican los expertos consultados, es que un proyecto de hotel puede tardar entre dos y cinco años en hacerse realidad, y los costes de construcción puede ser muy variables, por lo que se deben aprovechar la coyuntura cuando se toma la decisión. Por otra parte, los costes de mantenimiento de un hotel sin inaugurar son más elevados de lo que se piensa, añaden.
Inciden en que los gastos pueden llegar a ser mayores cerrado sin estrenarse que con estancias a medio gas, como está sucediendo ahora mismo. Además, la tipología de hotel también es clave. Por ejemplo, una ocupación del 50% para un establecimiento de gama alta supone el suficiente flujo de caja como para asumir las nóminas, asumiendo que los precios se mantienen estables.
Asimismo, un hotel cerrado incurre en gastos de seguros, salarios de administración, seguridad, mantenimiento… por lo tanto, si el establecimiento está abierto al menos consigue compensar algunos de esos gastos. Por ello, si el hotel dispone de restaurantes o servicios anexos a la propia función de hospedaje, se permite generar un recurrente de caja por ejemplo con restaurantes.
Otra de las cuestiones que se destaca, es que a veces un hotel no necesita abrirse en su totalidad en los primeros compases. Algo que puede suceder en estos momentos. De ahí que el gasto no sea igual, y sin embargo se pueden recibir clientes desde el primer momento.