En el tiempo actual, muchos, o prácticamente todos, son los alimentos que tenemos a mano para adquirir en el momento que deseemos. Sin embargo, debemos ser cada vez más selectivos, pues no todos ellos son buenos para algo tan esencial para el ser humano como es el cerebro. Algunos lo podrían incluso estar matando lentamente.
Cada vez tenemos menos tiempo para hacer las rutinas cotidianas. En esas rutinas, incluimos, cómo no, la cocina. Aunque son muchas personas las que están encantadas con poder hacer un sinfín de recetas, muchas son también otras que, por falta de tiempo, paciencia o, prefieren optar por otros tipos de vías.
Por este motivo, ha crecido la oferta de productos y alimentos procesados, que inundan nuestras despensas de forma inexorable. Pero esto no es nada recomendable. Descubre esos alimentos que están matando tu cerebro sin que te des cuenta.
Los alimentos salados, enemigos de tu cerebro
Uno de los enemigos más grandes de nuestro cerebro son los alimentos salados. Por ejemplo, las patatas fritas que podemos encontrar en las bolsas de las tiendas. Estas provocan fuertes riesgos para la salud, como la hipertensión arterial.
Además, debemos tener en cuenta que el consumo excesivo de sal favorece la retención de líquidos. Por tanto, este tipo de productos son completamente desaconsejables en dietas para las que queramos perder peso.
La sal, además, afecta a nuestra inteligencia y puede incluso perjudicar a nuestra capacidad de pensar. Son ya varios estudios lo que han confirmado estas premisas. Las dietas altas en sodio se asocian con problemas cardíacos, provocando un acelerado deterioro cognitivo.
Grasas saturadas
Al hilo de lo que comentábamos al principio, el consumo de grasas saturadas ha ascendido, y mucho, en los últimos años. Se concentran en los alimentos procesados, tan extendidos hoy en día. Y también son unas de las grandes enemigas para nuestro cerebro.
Provocan que los casos de obesidad aumenten de forma imparable, así como los problemas derivados de la misma. Por tanto, también serán del todo desaconsejables si queremos seguir una dieta saludable y equilibrada con la que perder peso y sentirnos bien.
Pero no solo afectan a nuestra salud y aspecto físico, sino que también son la causa de varios trastornos alimentarios. Asimismo, son la causa de algunas enfermedades metabólicas y cardiovasculares, suponiendo un riesgo grave para el desarrollo cognitivo. Sobre todo, se relacionan con los problemas de memoria.
Comida basura, una mala consejera
La comida basura, también rica en grasas saturadas, está más a la orden del día que nunca. Muchos son los medios por los que se nos advierte de los peligros que puede acarrear su consumo. Sin embargo, parece que no termina de calar el mensaje en la sociedad, pues su consumo no hace más que crecer.
La comodidad para acceder a ella y su rebajado precio la hacen perfecta para una comida rápida. Pero debemos hacer caso de las investigaciones que ya han demostrado que su consumo afecta de forma directa a nuestro cerebro, provocando cambios químicos en el mismo. Los síntomas son similares a la abstinencia. De hecho, provoca depresión y ansiedad.
Es decir, la comida basura es como una droga para nosotros. Su consumo excesivo produce dopamina, un neurotransmisor que participa en la capacidad de aprendizaje, la memoria y la motivación.
Refrescos y bebidas azucaradas
Los refrescos contienen un elevadísimo contenido en azúcares. La Coca-Cola, por cada 330 mililitros, tiene 39 gramos de azúcar. Es decir, lo que equivale a 10 terrones. Ten en cuenta que su consumo esporádico no produce daño alguno en nuestra salud, pero sí su consumo excesivo y prolongado en el tiempo.
Muchos son los efectos negativos que provoca en nuestro cerebro. Además, estos productos se componen de ácido aspártico y femilamina, dos sustancias que causan daños a las células cerebrales y que favorecen la aparición de tumores y elevan la acidez de la orina, pudiendo, por ende, provocar diversas infecciones del tracto urinario.
Muchos estudios demuestran que también los refrescos light, que contienen mucha azúcar, aumentan las probabilidades de sufrir daños cerebrales, así como pérdida de memoria y confusión mental.
Alimentos procesados y precocinados, aléjalos del cerebro
Los alimentos procesados y precocinados también están a la orden del día. Sin embargo, encajan todas las características negativas que ya hemos visto en los anteriores. Contienen mucho azúcar, sodio, fructosa, aceites hidrogenados, etc. Todo esto hace que el cerebro pueda sufrir daños.
Tenemos que tener también en cuenta que este tipo de alimentos pueden afectar a nuestro sistema nervioso central, elevando el riesgo de poder desarrollar trastornos neurodegenerativos. Por ejemplo, el Alzheimer.
Con todo esto que ya sabemos, lo mejor es reducir su consumo para hacernos un favor a nosotros mismos.
Alcohol, nada recomendable
El consumo de alcohol es mucho más frecuente de lo que puedas pensar. Sin embargo, su consumo no aporta nada bueno a nuestro organismo. Justo lo contrario. No aporta nutriente alguno, eso sí, las calorías extra siempre están presentes.
A pesar de todo es, junto al tabaco, una de las sustancias más consumidas y a la vez nocivas para el ser humano. Después de varias investigaciones, se ha llegado a concluir que también causa daños en nuestro cerebro.
El alcohol puede provocar alteraciones en la zona prefrontal de nuestro cerebro. Esta es la encargada de controlar las funciones ejecutivas: la planificación, estrategias, memoria, atención, conducta, etc. Por tanto, es importante conocer que puede alterar el comportamiento.
Productos curados, no muy recomendables
Con productos curados nos referimos, por ejemplo, al bacon, el jamón serrano, el lomo, etc. Es cierto que tienen un gran sabor y que la mayoría están presentes en nuestra dieta. Sin embargo, su consumo excesivo puede traernos problemas.
Son ricos en grasa y sal, lo que hace que no sean buenos consejeros para nuestro cerebro. Cuando producimos productos muy salados, retenemos líquido y necesitamos más agua.
Si esto pasa, puede provocar deshidratación y disminuir la función cognitiva.
Cafeína, efectos para el cerebro
Muchas son las personas que tienen por costumbre tomar café nada más levantarse. Uno al día, para el desayuno, no es nada malo. De hecho, puede incluso ser beneficioso para desperezarnos y ayudarnos a estar alerta.
Sin embargo, como suele ocurrir, abusar de él sí que tendrá un lado negativo. Seiscientos miligramos de cafeína diarios pueden aumentar los dolores de cabeza, la ansiedad y provocar trastornos del sueño.
El consumo excesivo de cafeína puede, además, tener consecuencias como alentar la confusión, pudiendo provocar a largo plazo problemas del corazón.