El atractivo físico juega un papel fundamental, por encima incluso de la personalidad a la hora de buscar pareja. Así lo revela un estudio de la Universidad Estatal de Connecticut Oriental. El perfil de hombre que atrae a la mayoría de mujeres heterosexuales, en general, es musculado pero sin pasarse, alto, con rasgos marcados y facciones simétricas, atracción que se remonta al antiguo Egipto.
Por el lado de los hombres heterosexuales, el perfil de chica que les gusta es una proporción concreta de formas entre pechos, caderas y glúteos. La universalidad de este patrón de atracción sexual nos está indicando que los rasgos físicos que lo componen tienen un profundo significado evolutivo orientado a mejorar nuestras tasas de reproducción.
La personalidad, en ambos sexos, sólo sería importante cuando ha alcanzado un umbral mínimo de atractivo físico con simetría facial, es decir, el canon de belleza que se ha expuesto a lo largo de la historia. Sin embargo, si solo nos basamos en estas reglas universales, todos coincidiremos en señalar como atractivas a determinadas personas, y eso es algo que no ocurre.