Cinco frustraciones y cuatro consuelos

Con 25 diputados, Vox queda lejos del medio centenar con el que soñaba y del correspondiente ascendente, pero se consuela entrando en el Parlamento. Sus electores aborrecen el “régimen del 78”, como diría Pablo Iglesias. Vienen del PP en buena medida, pero no únicamente.

Con 66 diputados de los 137 que tenía, el PP ha caído espectacularmente. Un suicidio anunciado con un Pablo Casado persiguiendo el voto ultra e insultando el centro y la izquierda. Ahora quiere arrepentirse y llama a Vox “ultraderecha”. De cara al 26-M, naturalmente, pero solo cabría esperar su dimisión. Su permanencia es un regalo a los demás partidos. No tuvo premio de consolación.

Alberto Núñez Feijoo sería un sucesor verosímil, a pesar de la espantada que dio para tomar el relevo de Rajoy. Muchos argumentarán que si se hubiera presentado entonces (se negó a participar en unas primarias por aspirar a una “aclamación”) quizás el PP no hubiera sufrido el descalabro del 28-A. ¿Hijo pródigo? Dificultaría el propósito de Albert Rivera de devorar al PP, devolviéndole a su rol de puente entre derecha e izquierda.

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Con 57 diputados (de 32 que tenía), Ciudadanos no ha conseguido adelantar al PP si bien en puntos porcentuales se ha quedado solo a uno (y Podemos a otro de C´s). Dice preferir la oposición, peleándose con Casado por la jefatura de la misma. Se consuela, o contenta, aparentemente, con casi doblar sus escaños.

Podemos, con 42 escaños de 71 que tenía, ha bajado una barbaridad. Se consuelan con no haber perdido más. Vox, con su propio suflé extremista, debería considerar como han recortado las barbas de Podemos. No se puede abjurar de cosas fundamentales como la Monarquía Parlamentaria, la existencia de las Autonomías, la pertenencia a la Unión Europea, ni ser desleales a los pactos de la Transición (como los independentistas) que desembocaron en la Constitución, sin perjuicio de que ésta pueda mejorarse.

Sánchez no ha llegado a los 130 o más escaños que le atribuyeron muchos sondeos (Rajoy logró 137 en 2016) a pesar de enfrentarse a una derecha muy dividida, aunque su consuelo es magno: gobernar. Pudo hacerlo en solitario con 84 escaños. ¿Podrá hacerlo con 123, pactando puntualmente a su izquierda y derecha? Una Investidura no es lo mismo que una moción de censura.

Una gobernabilidad estable y previsible durante los próximos cuatro años la daría un entendimiento del PSOE con Ciudadanos (123 + 57 = 180 escaños) sin perjuicio de que Sánchez y Rivera se saquen la lengua constantemente. Pero, virtud política es hacer de tripas corazón en beneficio del país. De lo contrario, Frankenstein 2.

Dada la sinrazón al respecto de Rivera, la CEOE ha pedido al PP y C’s que se abstengan en la Investidura de Sánchez, facilitando así que no tenga que depender de Podemos o de los separatistas. Eso mismo le pidieron sus barones a Sánchez con Rajoy en 2016, pero se aferró al “no es no” antes de ser defenestrado y de que el PSOE se abstuviese. Sería curioso que, ahora, Sánchez se beneficiase de ello. En todo caso, el PP le debe una a los socialistas.

En cuanto a los “nacionalindependentistas”, que aspiran a destruir la Transición, como ERC, junquerista, que con 15 escaños supera a los 12 del PSC, o Bildu (5), han subido. JxC, puigdemontista, solo baja un escaño, quedándose en 7, y el ambiguo, o no tanto, PNV pasa de 5 a 6 escaños. No son buenas noticias.

Tomen nota de ello los tres partidos “constitucionalistas” que debieran pactar un frente común en materia territorial, antes de negociar con los nacionalistas. Asimismo, otras cuestiones como la educación, sanidad, paro y pensiones requieren grandes pactos entre todos. En cuanto al Senado, el PSOE es mayoritario. Es el único que podría forzar un 155.

Carlos Miranda es Embajador de España