A pesar de su azarosa y, por momentos, descarnada historia, maravillas hay en España para dar y tomar. Si ya es digno de mención que se conserven tal cantidad de monumentos después de tanto guerrear por parte de sus siempre animosas gentes, resulta sencillamente admirable comprobar que un número nada desdeñable de bellezas paisajísticas ha sobrevivido a la barbarie del desarrollismo sesentero.
Difícil decidirse por los 10 de la fama entre semejante patrimonio histórico, artístico, natural, gastronómico y hasta, si nos apuran, sentimental. Seguramente no están todos lo que son. Pero, sin duda, son todos los que están.
El Teide

En la isla de Tenerife se encuentra el punto más alto de España: el Teide. Contradictorios como son los españoles, el punto más alto del país no podía ser más que un inmenso cráter.
Con agujero o sin él, donde el mundo se llama Teide es lugar para vivir experiencias fabulosas en el reencuentro con uno mismo. Epicentro de un parque nacional tan bello como salvaje, el volcán es la maravilla natural más visitada de España.
Catedral de Santiago

En contradicciones están asimismo curtidos los gallegos. Santiago de Compostela presume de albergar la catedral románica por excelencia y, sin embargo, su imagen más difundida es la de una fachada barroca levantada en el siglo XVIII.
Aviso para navegantes: en el santo sepulcro seguramente no reposan los restos de ningún apóstol, sino los del primer hereje, Prisciliano.
El Clásico

Nada mejor que empezar sembrando polémica. Que se lo pregunten a Mourinho. Colocar un partido de fútbol en el sancta sanctorum de los atractivos y bellezas de un país puede parecer herético.
Pero es simple cuestión de perspectiva. Panem et circenses, como suelen calificar al deporte balompédico sus detractores, ya lo había, al parecer, hace 2.000 años. Solo que era mucho más sangriento y tenía lugar en el Coliseo, hoy patrimonio de la humanidad. ¿Cuánto tendrán que esperar los apasionados de las gambetas para que, análogamente, se cumpla al fin el adaggio cristiano: al César lo que es del César y a Messi lo que es de Dios?
Marisco

Después del circo, el pan. Pero un pan a lo María Antonieta (¡que les den brioches!). Seguramente la desdichada esposa de Luis XVI nunca llegó a proferir las palabras que le atribuyen sus difamadores. No tendrían sentido, además. ¿Para qué brioches cuando hay marisco?
Claro que el marisco francés no es como el de Galicia. Esto no es una boutade: las nécoras, bogavantes, cigalas, langostinos, percebes, ostras y demás especies de crustáceos y moluscos de las rías gallegas son una maravilla tan colosal, gastronómicamente hablando, como el mismísimo Coloso de Rodas.
La Alhambra

El monumento más visitado de España es a la vez ciudadela, castillo, palacio, jardín, huerto y vergel. Y estupendo mirador sobre la ciudad de Granada a los pies de las cumbres (casi) eternas de Sierra Nevada.
Aunque sepa los caminos, yo nunca llegaré a Córdoba, dice desgarradoramente Lorca en uno de sus poemas más célebres. Menos mal que nos queda Granada (además de Portugal), la ciudad del duende y las fuentes verdes.
El Prado

Si nos ponemos exquisitos, tal vez no sea el Prado el mejor museo del mundo. Si somos honestos, tendremos que reconocer que no existe museo mejor.
Si el Prado fuese francés, hace tiempo que Goya se habría convertido en el pintor más importante de la historia. Y si el Prado estuviese en Nueva York, nadie conocería hoy a Warhol, pero la reproducción de las Meninas se habría convertido en el mayor icono del arte universal.
El Escorial

El Escorial es una mole impresionante. El problema es que te lo meten tanto en la cabeza desde los años de primaria que luego, a la primera excursión, en presencia de aquellas abrumadoras y hieráticas paredes castellanas, uno inevitablemente acaba calando el chapeo, requiriendo la espada, mirando al soslayo, yéndose y no habiendo nada.
Pero, bueno, para qué negarlo: el Escorial es una de las maravillas de España, de Europa y del mundo.
Cuevas del Drach

Del severo paisaje castellano a las anfractuosidades abisales del Mediterráneo: las cuevas del Drach son las grandes desconocidas del elenco de maravillas de España.
Se trata de unas cuevas submarinas localizadas en la costa de Mallorca. La visita, espectacular sin necesidad de aditivos, suele concluir de forma apoteósica con un concierto en un lago subterráneo.
Salir de tapas

Hay quien piensa que, en España, el deporte nacional es el fútbol. Error. No hay actividad ni deporte que pueda competir con eso que rumbosamente se dice salir de tapas.
El tapeo es el fruto más exquisito de ese spanish way of life que, al contrario del americano, tal vez no valga para lograr el éxito personal, ni siquiera para invadir un país extranjero pequeñito, pero que sí que sirve para conquistar el corazón o, al menos, la billetera, de tanto guiri descarriado.
Sagrada Familia

Hay que ser mal pensado para creer que podíamos acabar una lista de maravillas ibéricas sin hablar de Barcelona. Naturalmente tiene que ser una que lleve impresa la huella de Gaudí.
Como si se tratase de un mala pesadilla o de un cuento de Monterroso, cuando despertaron nuestras abuelas, nuestros padres, nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos, la Sagrada Familia todavía estaba allí, a medio construir. Menudeces al margen, se trata de una de las obras maestras de la arquitectura moderna. Se inició en el siglo XIX, es cierto… ¿pero es que alguien se ha creído nunca esa historia de que el Señor creó el mundo en solo seis días?