La gastronomía en España ha dado un salto importante en los últimos años, gracias los buenos productos y al reconocimiento de chefs internacionales como es el caso de Martín Berasategui o Dabiz Muñoz, entre muchos otros. Tanto es así, que millones de turistas ya no solo visitan nuestro país por el clima, sino también por la comida. Sin embargo, más allá de la vanguardia de estos reputados chefs, en los hogares se apuesta por comidas más baratas y tradicionales, como los callos.
Una receta tradicional
Los callos a la madrileña son un plato de lo más típico. Tanto como el cachopo, el cocido o la paella. Aunque a algunos les chirría esa textura un tanto extraña, solo por su sabor merecen la pena. Ese jugo meloso, ese sabor contundente que no deja indiferente a nadie es su seña de identidad. Y nada como un guiso caliente en estos días en los que España registra temperaturas por debajo de cero grados para subir la temperatura. Te dejamos los ingredientes y te mostramos la receta.

Ingredientes para los callos
- 1 kilogramo de callos ya cocidos (cerdo)
- 1 kilogramo de morro ya cocido
- 1 trozo de cebolla
- 100 gramos de tomate frito
- 1 cucharada sopera de pimiento choricero
- 1 cucharada sopera de pimentón dulce o picante
- 1 cayena
- 100 gramos de tacos de jamón
- 150 gramos de chorizo
- 2 hojas de laurel
- 4 clavos
- 1 pizca de pimienta
- 1 chorro de aceite
- 1 pizca de sal
- 1 vaso pequeño de vino blanco
No te asustes por el extenso listado de ingredientes. Si echas un ojo verás que la mayoría los tienes en tu despensa. Además, como la mayoría de estos platos, tiene un coste muy bajo. Y un sabor de escándalo. Las cantidades que recoge Recetasgratis están pensadas para seis comensales que vayan a disponer únicamente de este plato en su menú. Te mostramos la receta.

Lavar y cocer los callos
Lo primero de todo será lavar los callos y el morro, aunque ya estén cocidos. Después los incluiremos en una olla con agua, acompañados de las hojas de laurel y el clavo, para que cojan todo ese aroma. Con tenerlos en torno a 30 minutos será suficiente. Si no los tenemos cocidos, entonces el tiempo se nos disparará a las dos o tres horas. Ahora vamos a ir con ese sofrito mágico que les dará todo el sabor.

El sofrito de los callos
En otra cazuela, agrega un chorro de aceite e introduce la cebolla picadita. Deja que se poche sin darle mucha caña al fuego. Después de unos minutos agrega el tomate frito, remueve y acto seguido haz lo propio con el jamón y el chorizo. Deja todo unos minutos que se integre bien. Después mete la cayena el pimiento choricero y el pimentón. Los callos, puedes (o no) sofreírlos. Si quieres que cojan mejor todo el sabor, intégralos en este punto. Y atento al próximo paso, que es clave.

Cocer con el agua de los callos
Cuando ya tenemos listo el sofrito he integrados los callos, echamos un vaso de vino blanco y esperamos a que evapore el alcohol. Después cubrimos con agua, pero no con la del grifo, sino con el caldo que se ha generado al cocer los callos con el laurel y el clavo. Este punto le dará mucho más sabor a la receta. En este momento agrega la sal y la pimienta. Y ya solo quedaría un paso que te contamos a continuación.

Dejar que se integren todos los sabores
Aunque los callos ya estén cocidos previamente (por dos veces), no tengas excesiva prisa en apagar el fuego. Es importante que cojan bien todos los sabores, así que déjalos en la olla en torno a 45 minutos. Si la salsa te ha quedado muy ligera, siempre puedes usar harina diluida en agua para darle espesor. También poner el fuego más alto para que evapore más y reduzca más rápido. Pasado ese tiempo, sirve el resultado en un plato y disfruta a lo grande de este manjar. Ahora te contamos si se trata de un plato saludable.

No abusar de los callos
Los callos no son un plato que podamos tomar diariamente. Sobre todo, si en el sofrito agregamos chorizo y jamón, como en este caso. También podrían elaborarse a base de verduras únicamente, agregando pimiento además de la cebolla y suprimiendo el aporte calórico de las grasas. De cualquier forma, si después hacemos una cena ligera, no pasa nada por darnos este capricho de forma ocasional. El sabor, desde luego, merece la pena…



































