Rescate del BCE, populismo fiscal, solidaridad forzosa y robo inflacionario

Comienza la última semana de julio con la sensación de resaca tras la última reunión del consejo de gobierno del BCE, en la que la autoridad monetaria aprobó una subida de tipos de interés de 50 puntos básicos para intentar contener la inflación y la depreciación del euro frente al dólar. No obstante, lo más importante del encuentro fue la presentación de las líneas básicas del nuevo programa de compra de activos con el que el banco central quiere seguir manteniendo a Italia y España en la UVI monetaria para evitar su quiebra.

«PROTECCIÓN»

Los bancos y gestoras de inversión se vieron decepcionados por la poca información que facilitó la institución que dirige Christine Lagarde sobre esta nueva herramienta de política monetaria no convencional, que se denomina «instrumento de protección de transmisión» (TPI, por sus siglas en inglés). Un eufemismo con el que el BCE quiere convencer al mercado de que se puede subir tipos de interés sin disparar las primas de riesgo de los países del sur de Europa.

Un plan del que sólo sabemos que incluirá la compra de deuda pública en el mercado secundario (como hasta ahora) con la condición de que los países beneficiados cumplan «el marco fiscal de la UE» y «no estén sujetos a un procedimiento de déficit excesivo». Pero como estas reglas están congeladas hasta 2024 (y además se van a reformar) la incertidumbre sobre los «criterios de elegibilidad» quedan en el aire. Hasta que Bruselas no determine cuales son los nuevos límites de deuda y déficit no sabremos si España e Italia los podrán cumplir.

PLANIFICACIÓN MONETARIA

El programa TPI también contempla ampliar las adquisiciones de bonos corporativos, así que las grandes multinacionales podrían seguir disfrutando de este rescate financiero del que poco se habla pero que tiene una serie de efectos perversos. En primer lugar atenta contra la competencia, ya que permite abaratar los costes de financiación de los grandes a costa de los pequeños; y, en segundo lugar, crea incentivos para realizar inversiones que no serían rentables si estas grandes empresas tuvieran que financiarse sin el respaldo del BCE.

Monetaristas y keynesianos van de la mano a la hora de defender este modelo de planificación monetaria en el que estamos inmersos desde que el dinero ha dejado de ser una institución. El modelo fiduciario se basa en la fatal arrogancia de los burócratas, que piensan que pueden manipular a su antojo el principal precio de la economía (el tipo de interés) y crear montañas de dinero de la nada para comprar deuda pública y privada. Las consecuencias son inversiones erróneas, inflación y descoordinación entre los agentes económicos. Tres lacras que no desaparecerán con el nuevo instrumento del BCE.

ALEMANIA, EN CONTRACCIÓN

La buena noticia para muchos analistas es que las primas de riesgo han resistido tras la reunión de la cúpula del banco central, aunque la volatilidad seguirá siendo la gran protagonista. El índice de confianza del consumidor de la eurozona está en estos momentos en su mínimo histórico y el pasado viernes se publicaron los datos de PMI de las economías avanzadas, que muestran que Alemania está ya en contracción económica.

Este es otro factor que limitó la subida de la rentabilidad de los bonos soberanos a largo plazo, ya que el mercado descuenta que tarde o temprano volverán las bajadas de tipos de interés para sacar a Europa de la recesión.

el gobierno español se prepara para utilizar la única herramienta que conoce: subir los impuestos

El Gobierno español ya prepara el terreno para utilizar la única herramienta que conoce para cubrir el agujero de las cuentas públicas: subir impuestos. El anuncio del tributo específico para eléctricas y bancos es sólo una avanzadilla para un hachazo fiscal que lleva meses diseñado esperando el momento de sacarlo usando excusas como la guerra de Ucrania o las recomendaciones de Bruselas.

La ministra de Hacienda, María Jesus Montero, aprovechó el domingo una entrevista concedida al diario El País para avanzar que prepara «nuevas medidas tributarias». Es inaudito que mientras la recaudación fiscal sube como la espuma, a tasas cercanas al 20%, por el efecto de la inflación, el Gobierno nos diga que va a aumentar aún más la presión al sector privado: familias y empresas pagarán la factura, como siempre, y nos dirán que la nueva reforma tributaria se realizará para que «paguen los ricos».

POPULISMO FISCAL

Mientras tanto la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, intenta calmar los ánimos de sus amigos banqueros, mientras Pedro Sánchez anuncia una nueva ley para prohibir que entidades financieras y empresas energéticas trasladen el coste fiscal a sus clientes. Este tipo de promesas sólo se pueden realizar si se mantiene a la población en la ignorancia económica, lo cual es el caldo perfecto para el populismo normativo.

Del mismo modo que no se puede abolir la ley de la gravedad, es imposible evitar que las grandes empresas trasladen las subidas de impuestos a los precios si los bienes y servicios si sus clientes son cautivos, como es el caso que nos ocupa. Podemos ha pedido al PSOE impulsar esta nueva ley para evitar las críticas de sus bases, que serán las que paguen la factura de los despropósitos de sus dirigentes. Nada nuevo bajo el sol.

RACIONAMIENTOS EN EUROPA

En cuanto a la crisis energética, las miradas están puestas en la propuesta de la Comisión Europea de obligar a los Estados miembros a reducir su consumo de gas para garantizar que la industria alemana tendrá suministro el próximo invierno. La ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, ha manifestado públicamente su oposición pero nadie cree que sea sincera.

El lobby de la Alianza por la Competitividad ha decidido acudir a Bruselas a defender sus intereses ante la inoperancia de Ribera, que promete acudir el martes a la cumbre de ministros de energía europeos con una propuesta alternativa que no obligue a España a aplicar «racionamientos solidarios».

La idea es ofrecer las infraestructuras de regasificación para tratar el Gas Natural Licuado (GNL), las mismas que permiten a la alemana RWE comprar el preciado hidrocarburo en nombre de Marruecos, tratarlo en estas plantas y mandarlo a Marruecos por el gasoducto del Magreb, que ahora opera en sentido inverso.

El problema es que las interconexiones españolas con Europa en materia energética son prácticamente inexistentes (con la excepción de VIP Pirineos) y construir nuevos gasoductos lleva tiempo y dinero.

La idea de Bruselas es que los países que no tengan problemas de suministro de gas (como sería el caso de España, con el permiso de Argelia) dejen de comprar GNL en los mercados para que sea adquirido por los países del centro de Europa. Ese es el precio que habrá que pagar para que el BCE mantenga el rescate financiero, aunque muchos sigan sin comprender la relación entre ambas decisiones políticas.

ACUERDO SOBRE CEREALES

También es noticia el acuerdo entre Rusia y Ucrania para facilitar la exportación de cereales, unas negociaciones en las que ha actuado como intermediario el Gobierno de Turquía y en la que ha participado también la ONU.

El objetivo es asegurar la salida del grano en buques desde tres puertos ucranianos, incluido el de Odessa, pero los bombardeos de las últimas horas pueden hacer peligrar este pacto que podría garantizar la llegada a los mercados internacionales de unas 22 millones de toneladas de trigo, maíz y otros cereales que en la actualidad están almacenados en silos.

en ee. uu. la gran cita semanal es la reunión de la FED, que se prepara para otra subida de tipos

Y en EEU la gran cita semanal es, sin duda, la reunión del comité federal de mercado abierto (FMOC, por sus siglas en inglés) de la Reserva Federal, que se prepara para realizar otra subida de los tipos de interés con la esperanza de detener la inflación galopante. El consenso del mercado espera una subida de 75 puntos básicos, pero hay quien reclama 100. Además también conoceremos la cifra de evolución del PIB en el segundo trimestre, periodo en el que podría haberse producido la recesión técnica (dos trimestres consecutivos de caída).

Como señalaban hace unas semanas certeramente los economistas de Wells Fargo el gran problema es que el hecho de que la inflación pueda alcanzar su punto máximo este verano o incluso en otoño «importa menos que el poder de permanencia de la misma», ya que «la erosión se está acelerando y el camino hacia la recesión parece haber agudizado su trayectoria, primero en EEUU y luego en la eurozona».

Poca gente es consciente de que cuando hay inflación, aunque pueda estabilizarse en cifras asumibles, la pérdida de poder adquisitivo no se recupera. Y la única manera de rebajar la espiral alcista de los precios (crisis energética autoimpuesta aparte) es destruir la demanda. Y eso es lo que van a hacer los bancos centrales. Gobiernos y empresaurios ganan, mientras pymes y hogares pierden. Ya decía Mises que «la esencia de la política intervencionista es tomar de un grupo para dar a otro: confiscación y distribución». Eso sí, lo haremos en un contexto (in) sostenible, inclusivo y resiliente.