Brufau apela a un mix energético «realista» para una «Europa fuerte»

El presidente de Repsol, Antonio Brufau, apuesta por diseñar las rutas para llegar a un modelo descarbonizado en 2050 desde la neutralidad tecnológica sin «dogmas» y garantizar que no se producen «desabastecimientos» o «incrementos inasumibles de los precios energéticos».

Brufau hace una llamada a la oportunidad y responsabilidad de reflexionar sobre cuál debe ser el mix energético de una «Europa fuerte». «Debemos plantearnos si es realista fiar la recuperación de la crisis, acompañada de una aceleración de la transición energética, solo a la electrificación con energías renovables sin tener en cuenta otras tecnologías que hacen posible la descarbonización, o el papel que el gas natural y el petróleo tienen que jugar durante muchos años», ha manifestado durante la celebración de la Junta General de Accionistas de la compañía, este viernes en Madrid.

El máximo responsable de Repsol, que comenzó su intervención expresando su firme condena a la «terrible e injusta» agresión de Rusia a Ucrania, resaltó que este escenario ha puesto de manifiesto la urgencia de asegurar la autonomía energética de Europa y también la de materiales y componentes críticos.

Antonio Brufau avisa de las consecuencias de no calibrar políticas energéticas poco realistas

Todo ello, abordando la transformación de la industria para alcanzar la neutralidad climática en 2050 y sabiendo que la transición energética es una tarea ineludible y urgente para todos. Pero sin olvidar que la competitividad económica y el bienestar social requieren de equilibrio entre seguridad de suministro, precios asequibles y sostenibilidad.

A su juicio, ahora es el momento de diseñar correctamente las rutas para minimizar las emisiones de gases de efecto invernadero lo antes posible, a un coste asumible, «sin dogmas», con pragmatismo y «sin la soberbia intelectual» de pretender establecer, a priori, cómo alcanzar los objetivos en un futuro aún no escrito.

Teniendo en cuenta, señaló, que la transición energética conlleva costes de «centenares de billones de dólares» hasta 2050 y que es imprescindible que no se produzcan desabastecimientos o incrementos inasumibles de los precios energéticos, Brufau opina que la reacción ante la agresión rusa ha contribuido a reubicar a Europa en el mapa geopolítico global. A su juicio, ello debe acompañarse de otros pasos en la misma dirección en materia de autonomía energética.

En este punto, ha llamado a no dar pasos atrás y avisó de las consecuencias de no calibrar el impacto de políticas energéticas probablemente «bienintencionadas», pero a veces «poco realistas». «¿Tiene sentido sustituir el gas ruso con la importación de gas natural de Estados Unidos, que dispone de precios locales bajos de los que no se beneficia Europa y es muy abundante gracias al fracking, mientras prohibimos esta técnica en nuestro continente?», se preguntó Antonio Brufau.

También ha cuestionado el sentido de reducir «casi a lo anecdótico» el debate sobre la geopolítica de minerales críticos para la transición energética; el de «obviar» que se va a continuar necesitando energía procedente de los hidrocarburos; o el de «ignorar» que habrá industrias y sectores europeos cuya descarbonización difícilmente llegará con la electricidad renovable.

LA TRANSICIÓN EUROPEA

Brufau se refirió asimismo a las políticas y regulaciones europeas en transición energética. Calificó de «elogiable» que Europa quiera adoptar el liderazgo global en la lucha contra el cambio climático pese a que a finales de la década actual representará, según las previsiones, únicamente un 5% de las emisiones globales.

Y llamó a reflexionar sobre el coste de asumirlo en solitario. En su intervención, subrayó su defensa del principio de neutralidad tecnológica. «Cuando se investigó la vacuna del Covid, nadie impuso una tecnología determinada. Fue una de las claves del éxito». E insistió en que descarbonización no es sinónimo de electrificación. «La regulación debe promover y no prohibir, facilitar y no condicionar», aseguró.

«Existe un sesgo infundado y contraproducente hacia la movilidad eléctrica como solución única e inmediata al transporte terrestre», aseveró el Presidente de Repsol. Defendió que los combustibles líquidos renovables, procedentes de residuos orgánicos y biomasa y, a más largo plazo, también del carbono capturado de la atmósfera e hidrógeno, son necesarios para acelerar la electrificación a través de los vehículos híbridos, con la consecuente creación de empleo en las industrias del automóvil y de componentes.

Igualmente, ha apostado por eliminar trabas a la utilización de materias primas sostenibles para producir biocombustibles avanzados a partir de residuos orgánicos. En materia de finanzas sostenibles, el presidente de Repsol alertó de sesgos «innecesarios» en la denominada taxonomía europea y consideró que se está a tiempo de definir un estándar respetuoso con la neutralidad tecnológica.

Y sobre la asignación de los Fondos Europeos Next Generation, apostó por que se tengan en cuenta ámbitos que pueden favorecer el tejido industrial y crear más empleo, como los relativos a la economía circular para producir combustibles y materiales.

Brufau reivindicó el compromiso sostenido durante décadas de la compañía en la lucha contra el cambio climático y se refirió a la estrategia de transición energética de Repsol, que ha sido respaldada por los accionistas tras ser sometida, por vez primera, a voto consultivo de la Junta a propuesta del Consejo de Administración.

La compañía informará anualmente de su implementación y de los planes de descarbonización, comprometiéndose a someterla de nuevo a los accionistas cuando se actualice o se modifique significativamente. «Estos tiempos complejos nos exigen dar lo mejor de nosotros mismos. Estén seguros del compromiso de Repsol con la sociedad para dar respuesta a sus necesidades energéticas, recorriendo una transición energética hacia las cero emisiones netas rentable para nuestros accionistas», culminó.

Por su parte, en su intervención ante los accionistas, el consejero delegado de Repsol, Josu Jon Imaz, repasó el ejercicio de 2021, primer año de vigencia del Plan Estratégico 2021-2025. Según destacó, fue un año relevante para la compañía, en el que se han aprovechado las oportunidades de la recuperación de la economía y de la movilidad para volver a la senda de resultados previa a la pandemia.

Imaz reflexionó sobre el impacto negativo «relevante» en la actividad económica que está teniendo la guerra generada por la invasión rusa de Ucrania, debido a las subidas de los precios de la energía y de las materias primas, la disrupción del comercio internacional y una merma de la confianza.

A este respecto, destacó el compromiso «continuo» de Repsol con los clientes, a quienes, en España, se han ofrecido descuentos en los carburantes adicionales a los establecidos por la Administración y de forma anticipada.

El consejero delegado de la compañía se detuvo especialmente en la retribución a los accionistas. «Nuestra política retributiva se encuentra entre las más atractivas de la bolsa española y de nuestro sector», dijo Imaz, antes de refrendar su compromiso de seguir ofreciendo una retribución «por encima de los compromisos establecidos en el Plan Estratégico».

La remuneración total, teniendo en cuenta el dividendo en efectivo y las recompras y cancelación de acciones previstas, estará en 2022 «claramente por encima del euro por acción, recuperando los niveles prepandemia y adelantando el objetivo inicialmente fijado para 2025 en el Plan Estratégico», ratificó.

Imaz se centró en el proceso de transformación que está llevando a cabo Repsol de la mano de su Plan Estratégico 2021-2025. «Un plan que nos empuja a acelerar nuestro viaje en la transición energética a la vez que asegura la rentabilidad a los accionistas, que nos permitirá convertirnos en una empresa más fuerte, más rentable y competitiva», explicó.

Para ello, Repsol cuenta con una exigente senda de descarbonización que prevé una reducción del Indicador de Intensidad de Carbono de un 15% en 2025, un 28% en 2030 y un 55% en 2040. En el periodo comprendido en el Plan, Repsol destinará un 35% de la inversión, 6.500 millones de euros, a proyectos bajos en carbono.

Un porcentaje que, según desveló Imaz, se encuentra por encima de los de empresas comparables. Igualmente, puso en valor que el 40% del accionariado institucional de la compañía está alineado con los criterios ESG, frente al 17,5% de media en las empresas del sector.

María Castañeda
María Castañeda
Redactora de MERCA2 de empresas y economía; especializada en energía, sostenibilidad y turismo.