sábado, 14 diciembre 2024

La mayoría de los ictus pueden prevenirse con una vida saludable y controlando tensión arterial, peso y niveles de azúcar y colesterol, según los expertos

En España, entre 110.000 y 120.000 personas sufren un ictus cada año, una cifra que se estima que aumentará un 25-35 por ciento hacia 2035 debido al aumento generalizado de la esperanza de vida de la población. Con el objetivo de responder dudas y de llegar a más pacientes y familiares, los cuatro Hospitales de Quirónsalud integrados en la red pública de Madrid -los hospitales universitarios Fundación Jiménez Díaz (Madrid), Rey Juan Carlos (Móstoles), Infanta Elena (Valdemoro) y General de Villalba (Collado Villalba)- han retomado tras la pandemia la celebración periódica de su Escuela de ictus para pacientes y cuidadores, en esta ocasión en formato online, y que puede seguir visionándose una vez celebrado, puesto que queda registrado en el repositorio de material audiovisual formativo del Canal de Quirónsalud en Youtube.

«Para que la sociedad sea consciente de la gran importancia del diagnóstico precoz, es necesario que se conozcan los principales síntomas de alama de un ictus y así favorecer que se avise a los servicios de emergencia con la mayor rapidez posible», señala la Dra. Araceli García Torres, médico adjunto del Servicio de Neurología en la Fundación Jiménez Díaz y participante en el citado encuentro. «También se debe saber que la mayoría de los ictus pueden prevenirse controlando unos pocos factores -añade-, principalmente la tensión arterial, los niveles de azúcar y colesterol y el peso, realizando actividad física y evitando el consumo de tabaco y alcohol».

Cuidados personalizados después de un ictus

Desde la Escuela de ictus insisten en la importancia de un tratamiento holístico e integral de esta patología, centrado en el paciente y en su entorno. «En Enfermería valoramos al paciente atendiendo todas y cada una de sus necesidades», indica Carmen Pajuelo, enfermera, quien añade que, tras un ictus, lo más importante es evitar complicaciones añadidas: «Por ejemplo, tratar correctamente la disfagia para evitar broncoaspiraciones e infecciones tipo neumonía, promover la movilización temprana para evitar rigideces, favorecer los cuidados del lado parético, etc.»

En este tratamiento personalizado también es necesario que periódicamente -en el caso de la Fundación Jiménez Díaz, se hace cada semana- se reúna el equipo de Rehabilitación para revisar la situación de los pacientes. «Es fundamental que el tratamiento de las distintas terapias se coordine y dirija a alcanzar objetivos muy individualizados para cada uno de los pacientes», incide por su parte la Dra. Raquel Cutillas, jefa asociada del Servicio de Rehabilitación de la Fundación Jiménez Díaz, apuntando: «para ello, analizamos la evolución de cada caso, cómo se van adquiriendo los objetivos, individuales y globales (intentamos que todas las terapias vayan dirigidas a obtener los mismos objetivos), si existe alguna dificultad durante el tratamiento… y también temas más personales como la motivación, el apoyo familiar o la circunstancia social del paciente que, sin duda, influyen su evolución».

La vuelta a casa después de un ictus

En la Escuela de ictus, los expertos han explicado que, al alta hospitalaria, el centro facilita los ejercicios y el material didáctico necesario para realizar en el domicilio, adaptados a cada paciente. Asimismo, mantiene una continuidad de tratamiento, adaptándose a las circunstancias de la vuelta a casa del paciente y acompañándole hasta que su situación funcional le permite desarrollar una actividad personal, familiar y social satisfactoria acondicionada a la posible discapacidad que pueda sobrevenir tras el ictus.

«Los familiares pueden acceder en todo momento a las sesiones de tratamiento con los terapeutas para conocer las pautas a continuar en domicilio. También tienen el teléfono de las salas de tratamiento y pueden ponerse en contacto con nosotros para resolver cualquier duda. Además, para los pacientes que lo requieran, se abre un Diálogo Web a través del Portal del Paciente [aplicación de desarrollo propio de esta red hospitalaria] para solventar en línea incertidumbres urgentes con el terapeuta», comenta también Blanca Jiménez, terapeuta ocupacional.

Asimismo, es importante que los cuidadores controlen la postura y prevengan el inmovilismo del paciente, y que se aseguren de que éste colabora en la medida de lo posible en el vestido, alimentación y aseo básico. También deben seguir las recomendaciones pautadas por el terapeuta, adaptar la vivienda minimizando al máximo el riesgo de caídas (por ejemplo, retirando las alfombras o adaptando el baño o ducha), asegurar el servicio de teleasistencia que dé soporte a la familia en casa ante cualquier incidente y mantener una relación estrecha con el trabajador social del centro de salud y el médico de familia. También incidimos en lo positivo de relacionarse con el paciente desde el lado afecto, derecho o izquierdo, para estimular este campo visual en los momentos de comunicación diaria con él, comentan Jiménez y Elena Fernández, terapeuta ocupacional y fisioterapeuta del hospital.

La logopedia, un área fundamental

Aitor Belandia, logopeda del Servicio de Rehabilitación de la Fundación Jiménez Díaz, señala que, en su ámbito, tras el ictus es fundamental valorar cuál es la afectación a nivel del lenguaje expresivo y comprensivo, ya que estas áreas pueden estar afectadas de forma individual o simultánea, y así poder establecer los objetivos a trabajar durante las terapias: «Esto nos permitirá dar pautas individualizadas al paciente y a sus familiares para complementar el tratamiento en el domicilio», asevera.

El paciente tiene capacidad de pensamiento, por eso el logopeda señala la importancia de que sienta que la alteración de la comunicación no cambia la percepción que el entorno tiene de él; que se le continúe incluyendo en las decisiones familiares y se le siga tratando con naturalidad.

«Además, para que la comunicación sea más positiva, durante las conversaciones se debe dar tiempo de respuesta de aproximadamente 30 segundos para que el paciente tenga el tiempo suficiente de comprender la información que recibe y de elaborar el mensaje que quiere transmitir: esto evitará, además, que se frustre. Por último, se debe preparar el ambiente, procurando que sea tranquilo, silencioso y con pocas distracciones para favorecer la atención», apostilla.

Finalmente, la Escuela de ictus contó también con la interesante participación de un paciente afectado por esta patología, que compartió con todos los asistentes y familiares su valiosa experiencia a lo largo de su proceso.


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