Los fondos europeos de ayuda a la recuperación económica tras los efectos causados por el coronavirus tienen un especial interés por el color ‘verde’. Todo lo sostenible parece que será regado con importantes sumas de dinero. También influye el lobby que se tenga detrás, o los medios para presentar proyectos que se enmarquen dentro de la aplicación normativa.
Bajo esta perspectiva, la venta de carburantes no parece gozar de mucha simpatía ‘verde’, pero como explica el secretario general de Aeescam y Aevecar (patronales de estaciones de servicio), Víctor García Nebreda, lo cierto es que las gasolineras ahora mismo son parte de la transición justa. Básicamente porque se están transformando para suministrar combustibles de todo tipo.
Por lo tanto, señala García Nebreda, su sector estaría apto para poder participar de las ayudas europeas, aunque de momento no parece haber una clara disposición para ello. Y a buen seguro que se trata de un sector muy necesitado. «Ha sido un año bastante duro. La movilidad está muy reducida. No todas las estaciones de servicio están sufriendo lo mismo, pero hay algunas, por ejemplo, las limítrofes en las ciudades, donde lo están pasando mal».
1OPCIONES ‘VERDES’
«Ahora mismo un poste de recarga no es rentable. Por eso habría que otorgar ayuda. La infraestructura no será sencilla de desarrollar y mantener. Si se aumentan los puntos de recarga, la potencia instalada deberá ser mucha. En algunos casos habrá que tener subestaciones». Con esa sencilla explicación se pone de manifiesta la utopía ‘verde’ que todavía acompaña a la movilidad motorizada.
El problema es que el sector necesita ayuda ya. Hace unos meses, también en MERCA2, García Nebreda explicaba que la ausencia de un turismo masivo ha provocado que las estaciones de servicio de carretera hayan tenido su negocio lastrado tras la pandemia. Quizá habían recuperado algo de terreno las gasolineras urbanas, pero con un rendimiento que en el mejor de los casos llegaba al 80% de su rendimiento.
“Con todos estos retrocesos, va mal la cosa; pensamos que puede haber otro parón de golpe. Si vuelve a haber cierres de movilidad entre comunidades, la influencia en muy negativa. Todo lo que haga bajar la movilidad, lógicamente hace bajar la facturación”. La explicación es muy simple, otro parón sería muy duro de afrontar, y sobre todo para los establecimientos de menor tamaño.
Nebreda explica que “se trata de un sector muy dispar. La capacidad de aguante de las grandes empresas es muy distinta, pero eso no quiere decir que no vaya a haber tensiones laborales. Pero las estaciones de servicio de grandes grupos tienen un músculo importante para mantenerse. El resto del sector, la mayoría son pymes o empresas familiares, y esas van a aguantar mal”.