¿De qué hablamos exactamente cuando nos referimos al mar? Lo primero que nos viene a lamente, seguramente, sea la idea, en su conjunto, de una playa, con sus rocas, la arena y una inmensa masa de agua salada. Porque eso es el mar, una enorme amalgama de líquido acuoso que cubre las tres cuartas partes de la tierra, y que además representa un todo en cual poder perderse, sumergirse e, incluso, hasta beberse.
Porque los beneficios que nos reporta el mar son muchísimos tanto a nivel psicológico como físico. Desde una enorme sensación de paz y tranquilidad que producen los sonidos tanto del mar en calma con en su mayor agitación provocada por las olas, la combinación con el sol y la arena, provocan, tal y como la neurociencia explica, sensaciones de bienestar que, incluso, pueden resetear de verdad nuestro cerebro. Es decir, no es un dicho aquello de que si te vas a la playa vuelves con las pilas cargadas, sino que regresas con las pilas mejor puestas y el cerebro también más sano. Y ahora, ya podemos bebernos el mar.
2Oligoelementos del mar: no es lo mismo beber agua de la orilla que del océano
Para el doctor El Dr. Alberto Martí Bosch, a partir de las ideas de Quintón asegura que beber el agua de mar filtrada, depurada y desinfectada, mejora la salud de muchas personas al contener oligoelementos esenciales tales como el zinc, el cobre, el níquel o el cobalto, los cuales, a su vez ayudan a las funciones metabólicas del cuerpo. Cuanta mayor sea la profundidad, más oligoelementos contendrá ese agua de mar. «Las personas, por ejemplo, con problemas renales responden muy bien al magnesio que contiene el agua de mar, así que se puede tomar plasma marino en concentración isotónica, como unos 10 centímetros cúbicos al día, pues da muy buenos resultados», explica Bosch.
