La mascarilla se ha vuelto imprescindible en los últimos dos meses, son obligatorias en el transporte público, se recomienda en los supermercados y también se está planteando su uso habitual en la vuelta al trabajo.
Es necesaria para prevenir el contagio del coronavirus y por supuesto, para no transmitirlo. Por eso los que ya la estén usando, habrán podido comprobar una serie de dificultades. Principalmente, que es incómoda y encontrar el ajuste correcto depende del material con el que esté fabricada.
Se considera que las de algodón tienen mejor ventilación y atrapan menos humedad. También hay que asegurarse de que está ajustada para evitar que las gotitas respiratorias se escapen o entren, pero no apretada. Si lo está demasiado no se puede respirar bien.
LA VISTA
Usar mascarilla hace que el aire exhalado entre en los ojos, esto genera una sensación incómoda y un impulso de tocarse los ojos. Si las manos no están limpias, hay riesgo de infección.
Los expertos aconsejan resistirse a la tentación de tocarse la cara y lavarse las manos con jabón durante 20 segundos después de estar en contacto el pomo de una puerta, los botones de los ascensores, paquetes o cualquier otra cosa donde crezcan los gérmenes para evitarlo. Y por supuesto siempre que se salga de casa.