Ahora que llega el verano, hay muchas personas haciendo dietas para perder peso. El problema es que la mayoría de la gente fracasa, ya que intenta hacer planes de alimentación demasiado estricto o sistemas que no funcionan.
Por ello, hemos querido recopilar las que sí funcionan, siempre que se apliquen correctamente. Eso sí, no hacen milagros, tal y como explicaremos después en el funcionamiento del déficit calórico.
¿Por qué fracasan otras dietas?
Muchas son las personas que intentan perder peso, pero muchos fracasan. Eso lo hacen por hacer una dieta que no funciona, ya que tiene algunos fallos que te condenarán al fracaso. El principal fallo que tienen muchas es que no son personalizadas de acuerdo a cada cliente, es decir, que mandan comer lo mismo a una mujer de 50 kilos y a un hombre de 90.
Eso hace que la dieta sea demasiado restrictiva para algunos y demasiado poco restrictiva para otros, haciendo que unos lo dejen rápido con efecto rebote incluido y que otros no tengan déficit calórico. Además, hay que ir adaptando el plan a medida que vas adelgazando, pues, a menos pesas, menos calorías necesitas y menos tienes que comer. El mal llamado efecto rebote es en realidad un cambio en tus necesidades metabólicas.
Por otro lado, algunas dietas fracasan porque no tienen adherencia, es decir, que se plantean como un sufrimiento temporal y no como un cambio de hábitos permanente. Una buena dieta se adapta al cliente y le permite disfrutar de la comida y ser feliz mientras pierde peso. Al terminar la pérdida de peso, hay que transicional hacia una nueva alimentación, adaptada a tus nuevas necesidades metabólicas, para conseguir mantener el peso de por vida.
Finalmente, algunas fracasan porque se basan en las prisas y en eslóganes publicitarios como “perder peso en una semana”. El proceso de adelgazamiento es lento y para conseguirlo, debe hacerse de forma suave y alargada en el tiempo. Hacerlo de forma lenta garantiza la adherencia. A mí me llevó 14 meses de mi vida perder 43 kilos.
