jueves, 12 diciembre 2024

La almendra colapsa: el control sanitario arruina a cientos de agricultores

El futuro de la almendra está en el aire. Los altos costes de producción unido a la subida de precios de los productos fitosanitarios de cara a 2022 están haciendo que peligre la continuidad de algunos de estos cultivos, especialmente aquellos árboles que están ubicados en tierras de secano. Además, el precio que recibe el agricultor se ha ido mermando en los últimos años.

Quizás, para entender la actual situación debemos saber de dónde venimos. Aunque el cultivo de la almendra lleva en España miles de años, el negocio de la almendra es relativamente reciente. De hecho, las variedades más antiguas, las que se cultivan desde hace 100, 80 o 50 años, siempre han sido muy poco productivas. «El almendro por sí solo debe llevar un patrón, es decir, tiene que llevar una planta que va sembrada en la tierra y va injertado en la variedad de la almendra», confirma a MERCA2 Ana Carranza Meléndez, agricultora andaluza.

El almendro que proporciona una mayor rentabilidad es aquel que se cultiva en las zonas de regadío, donde empezaron a cosecharlo de forma mayoritaria hace poco más de una década. La diferencia en cuanto a la cosecha es abismal. Mientras que en secano se pueden recoger alrededor de 600 kilos de almendra, en regadío estas cantidades fluctúan desde los 2.000 a los 2.800 kilos.

«Para estas variables antiguas, de secano, su rentabilidad queda en duda debido al precio que en el que está la almendra desde la pandemia para acá. Eso sí, esa almendra que a los agricultores se les está comprando en el campo a 3 o 4 euros, una vez partida y pelada las industrias pueden estar pagando 10 euros», afirma Carranza. El precio hace apenas dos años era de 7 euros, lo que supone una caída del 50%.

Mientras que los agricultores cobran 3 euros por almendra, la industria la compra a 10

NEGOCIO RENTABLE PARA INTERMEDIARIOS

Entre los 3 euros que cobran los agricultores por la venta de sus almendras con cáscara a los 10 que pagan industrias como las turroneras por las almendras ya peladas, hay un beneficio de 7 euros que van a parar a manos de los intermediarios. Para ellos, el negocio de la almendra sigue siendo redondo.

«Tú tienes una fábrica de almendras, que es tu plantación de almendro y produces almendras. Pero luego hay un señor que te compra la almendra que, a su vez, la vende a una planta de procesado o partidora de almendra. La almendra está formada por la pepita, la cáscara y la piel. El proceso de pelado tiene un coste. Eso no quita que, evidentemente, tienen un margen bestial», afirma la agricultora.

Viendo estos procesos, «está claro que el margen radica en el comprador y la fábrica, que es la que va a meter la almendra en el canal Horeca. Es un mercado bestial». No cabe la menor duda de que la mayor rentabilidad del negocio de la almendra no reside en la producción, sino en esta distribución de estos intermediarios.

Según nos comenta Ana Carranza, el agricultor de regadío todavía está obteniendo unas rentabilidades considerables. Si multiplicamos esos 4 euros por los 2.000 kilos de pepitas por hectárea, la cuantía puede llegar a superar los 50.000 euros. Una cifra mucho más rentable que si fuera de secano. «En tierras marginales o de secano te vas a unas producciones de 300, 400 o 600 kilos por hectárea. Ahí ya, casi casi, es lo comido por lo servido. No es rentable», argumenta.

EL BENEFICIO DE LA ALMENDRA CAERÁ EN 2022

De estos beneficios que recibe el agricultor por su cosecha, tiene que descontar los gastos como el salario de sus trabajadores o los costes fitosanitarios. De hecho, este último punto es uno de los grandes escollos del campo. Sus precios cada vez son más altos, lo que merma el beneficio.

Los agricultores aseguran que los costes de los productos fitosanitarios van a suponer un gran lastre de cara a 2022. «Imagínate, un litro de glifosato, que es un producto para secar la hierba, este 2021 costaba 4 euros y para 2022 me están hablando de 9 euros», señala Ana.

Además, añade que «si los costes fitosanitarios de una producción agrícola suponen el 30% del beneficio, estamos hablando que de cara a 2022 estos costes se coman el 50 o 60% de los beneficios de una producción agrícola». Esta problemática unida a unos precios estancados de la almendra, hacen que su rentabilidad sea cada vez más cuestionable. «Estos costes van a tirar al traste hasta las explotaciones de regadío», afirma Meléndez.

Los agricultores reivindican que es necesario que la industria de la almendra crezca, pero para eso es necesario que los costes se reduzcan. De no ser así, muchos productores irán abandonando esta actividad ya que la rentabilidad cada vez es menor. El futuro de la almendra está en el aire.


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