La industria de la aviación se ha marcado como objetivo para 2050 reducir a la mitad las emisiones de CO2 del transporte aéreo, que hoy suponen un 2% del total de emisiones globales. En la carrera por dar respuesta a esta demanda y, a la vez, reorientar su liderazgo estratégico hacia el nuevo marco energético, Repsol ha completado, en su Complejo Industrial de Puertollano, la fabricación del primer lote de biocombustible para aviación del mercado español. La compañía, pionera en la fabricación en España de este combustible sostenible aeronáutico, permite a la petrolera ofrecer una alternativa energética menos contaminante, allá dónde la electrificación no llega.
El primer lote de este ‘biojet’ consta de 7.000 toneladas de combustible para aviación con componente ‘bio’ -el equivalente al consumo de 100 vuelos Madrid-Los Ángeles-, cuyo uso supondrá que se evite la emisión a la atmósfera de 440 toneladas de CO2, el equivalente a 40 vuelos Madrid-Barcelona.
La receta para volar más limpio vendrá de una mayor eficiencia en los aviones, con mejoras en turbinas y motores y el empleo en su construcción de materiales más ligeros para disminuir el consumo. Pero no sólo así, a las condiciones anteriores habrá que sumar el uso intensivo de biocombustibles que mitiguen la huella de carbono.
Para el grupo presidido por Antonio Brufau este avance supone “un hito” en la producción de combustibles con baja huella de carbono “para sectores como el aeronáutico, donde alternativas como la electrificación no son viables en estos momentos». La anhelada descarbonización del transporte, deja en el segmento aéreo, una opción de mercado abierta a los biocarburantes, con enormes dificultades para competir con la electrificación del transporte terrestre.
‘BIOJET’ A PARTIR DE BIOMASA O RESIDUOS
La producción de este ‘biojet’ tendrá continuidad con la fabricación de más lotes de biocombustible para aviación en otros complejos industriales del grupo en España y, posteriormente, con iniciativas en las que se utilicen biocombustibles a partir de residuos.
Repsol señaló que el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) del Gobierno reconoce que los biocarburantes constituyen la tecnología renovable «más ampliamente disponible y utilizada en la actualidad en el transporte.
Para el ámbito de la aviación, el ‘biojet’, obtenido a partir de biomasa o residuos, es hoy en día la única alternativa y está incluido en la lista de combustibles sostenibles.
La compañía dirigida por Josu Jon Imaz empezó a trabajar hace años en diferentes soluciones de baja huella de carbono aplicadas al transporte. Así, el impulso de los biocombustibles, junto con la generación renovable, los combustibles sintéticos, el hidrógeno verde, el autoconsumo y la economía circular, es uno de los ejes de trabajo de Repsol para alcanzar el objetivo de neutralidad de carbono en el año 2050.
En el caso de este ‘biojet’, Repsol ha realizado pruebas para determinar la materia prima más adecuada, con el objetivo de alcanzar los exigentes requisitos del Jet A1 en cuanto a comportamiento a bajas temperaturas y controles adicionales de calidad. Asimismo, se llevaron a cabo numerosos tests para determinar la concentración más adecuada de biocombustible, destacó Repsol.
En el camino hacia su objetivo de cero emisiones netas en 2050, Repsol duplicará la producción de biocombustibles de alta calidad procedentes de aceites vegetales (HVO), hasta las 600.000 toneladas al año en 2030, de los que la mitad se producirán antes de 2025 a partir de residuos.
HIDRÓGENO VERDE Y BIOGÁS
También, en la misma línea, la energética anunció recientemente la puesta en marcha dos grandes proyectos industriales de descarbonización en la refinería de Petronor, donde contará como aliado con Saudí Aramco.
El primer proyecto consiste en la construcción de una de las mayores plantas del mundo de producción de combustibles cero emisiones netas a partir de CO2 e hidrógeno verde, generado con energía renovable. Será una instalación de referencia en Europa por su avanzada tecnología y por el uso, como materia prima, del CO2 capturado en la refinería de Petronor.
El segundo proyecto es una planta de generación de gas a partir de residuos urbanos, que sustituirá parte del consumo de los combustibles tradicionales utilizados en el proceso de producción de Petronor.
RECUPERACIÓN DEL SECTOR DE LA AVIACIÓN
En circunstancias normales, el sector de la aviación transporta al año 2.200 millones de pasajeros en todo el planeta y es un elemento esencial en una sociedad globalizada. Según las estimaciones de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), en 2050 los pasajeros serán ya 16.000 millones. El crecimiento constante del tráfico plantea a la industria de la aviación comercial el reto simultáneo de atender esta demanda y reducir las emisiones que genera.
En este sentido, la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) asegura que la recuperación del sector aéreo tras la crisis del covid-19 debe llevarse a cabo gracias a una mayor inversión en biocombustibles que contribuya a incrementar la industria de la aviación eléctrica.
“Las enormes cantidades de dinero que los gobiernos están invirtiendo en la recuperación económica del covid-19 son una oportunidad para crear un legado de transición energética para la industria de la aviación”, dijo Alexandre de Juniac, director general y CEO de IATA.
Para lograr esto, los gobiernos, la comunidad financiera y los productores de combustible deben trabajar juntos “con el objetivo de aumentar rápidamente la producción de biocombustible para la aviación asequible”, comenta De Juniac.
“Por mucho que las aerolíneas quieran usar biocombustibles, la producción está muy por debajo de lo necesario para que los precios caigan a niveles competitivos, por eso, lograr el precio correcto es aún más crucial a medida que aumentan las pérdidas de la industria y los niveles de deuda», concluye el CEO de IATA.