Las advertencias eran ciertas: concretar el Brexit es costoso

Therese Raphael para Bloomberg View

En el período previo al referéndum sobre el Brexit, e inmediatamente después, la campaña por la permanencia en la Unión Europea buscaba -primordialmente- de infundir temor. De hecho, según el político conservador Michael Gove, los ciudadanos ya estaban hartos de los expertos que predicen escenarios apocalípticos.

Las advertencias de que el Brexit causaría daños en la economía se consideraron exageradas y el canciller de Hacienda, Philip Hammond fue comparado con Ígor (el burro de Winnie the Pooh) por su extrema precaución.

Sin dudas, fue una estrategia de campaña desastrosa: concentrarse en los costos económicos del Brexit ignoró el dolor económico real que muchos británicos ya sentían. Se pasó por alto el hecho de que muchos británicos estaban motivados por la desconfianza en la Unión Europea y que culpaban a los inmigrantes de su propia incertidumbre económica.

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Sin embargo, ahora los expertos están de vuelta. Puede que el año pasado sus tácticas hayan sido torpes, pero el empuje general de sus argumentos -que el Brexit sería caro, muy caro- se parece más al objetivo que en realidad debían tener desde un principio.

La Oficina de Presupuesto de Gran Bretaña, el organismo de control público, rebajó su previsión de crecimiento del producto interno bruto a 1,5% este año y a 1,4% en 2018, en comparación con el 2,2% y 2,1% de marzo del 2016, justo antes de la votación.

Los pronósticos de productividad e inversión empresarial también se revisaron a la baja. Pero no son sólo las previsiones las que preocupan; a menudo están equivocadas de todos modos. El problema real es lo que está sucediendo en este momento.

La previsión de crecimiento del PIB se redujo a 1,5% este año y a 1,4% en 2018

Según la Oficina de Estadísticas Nacionales (ONS, por sus siglas en inglés), el Reino Unido se queda atrás de la mayoría de los otros países avanzados en términos de inversión privada y pública. Este organismo analiza la formación bruta de capital fijo, que mide el gasto en activos no financieros de sectores gubernamentales y no gubernamentales.

La ONS llegó a la conclusión de que Gran Bretaña tiene el nivel de inversión no gubernamental promedio más bajo de cualquier nación del G7 como porcentaje del PIB, y la segunda inversión promedio más baja del sector gubernamental. Esto sugeriría que se justifica un plan mayor para algunas inversiones en infraestructura, educación y similares.

Pero con la libra en descenso, una inflación en aumento y un país en medio de una misión histórica para liberarse de la UE, apenas hay espacio para gastar.

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El miércoles, con su informe anual del presupuesto, Hammond dio a conocer las medidas económicas más importantes del año. Su gobierno es tan impopular y dividido que sin duda quería fungir como una especie de Papá Noel: ofreció subsidios para áreas clave de la economía (entre ellos, tarjetas de tren a precio reducido para los jóvenes y desgravaciones fiscales sobre las compras de una primera casa), también hubo algunas promesas de construcción de viviendas y carreteras.

Pero principalmente le dijo a los británicos que necesitaba mantener su munición. De hecho, les indicó que ya había puesto a un lado 700 millones de libras para cubrir los costos del Brexit y estaba presupuestando otros 3.000 millones de libras para el mismo fin.

El problema con los datos económicos es que a menudo es posible dibujar selectivamente diferentes imágenes. Ese fue ciertamente el caso inmediatamente después de la votación, cuando a pesar del declive de la libra, otros signos fueron mixtos, incluida una economía de consumo notablemente sólida.

El Reino Unido está presupuestando 3.000 millones de libras para el Brexit

Como era de esperarse, Hammond intentó darle un giro positivo a las cosas. Encontró algunos resquicios de esperanza que podría destacar: una deuda pública que disminuirá por primera vez en 17 años, un déficit presupuestario que sólo será del 2,4% y que tiende a la baja, así como una cultura tecnológica vibrante.

No obstante, ninguno de estos son signos de una economía a prueba del Brexit. La caída de la deuda, por ejemplo, se debe en gran medida a la venta de acciones en el banco estatal RBS y a algunos cambios contables.

En estos días se necesita mucho esfuerzo para argumentar que el vaso está medio lleno. Una reciente investigación de Vox analiza los costos del Brexit que ya se han materializado. Estas no son previsiones que pueden descartarse. El deterioro en la libra no fue solo un fenómeno temporal posterior al referéndum; ha continuado y todavía está 10% por debajo de su valor previo a la votación.

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Tampoco sorprende que la inflación aumentó y se ubicó en 3% en octubre. Los índices de precios al consumidor en el Reino Unido están subiendo por encima de los de Estados Unidos y la zona euro. Incluso, ha aumentado mucho más en las regiones del país que votaron con más entusiasmo por Brexit, como Gales.

En el caso de Irlanda del Norte y Escocia, ambas regiones siguen siendo áreas fuertemente afectadas por la inflación, debido a que dependen en gran medida de un alto nivel de productos importados, que son los más afectados por la caída de la libra.

El Brexit ya le cuesta al consumidor del Reino Unido unas 404 libras por año

En conjunto, el Brexit ya le cuesta al consumidor del Reino Unido unas 404 libras por año, por lo que los minoristas predicen que esta temporada navideña será difícil. Sin contar que el Brexit aún no se ha concretado.

No está claro si las rondas de negociación con la Unión Europea conducirán a un acuerdo comercial con el bloque, o a una retirada general que signifique la imposición de barreras comerciales arancelarias y no arancelarias, que afectarán duramente a la economía de Gran Bretaña.

Pero incluso antes de que se resuelvan estas grandes preguntas, los británicos ya están pagando un precio muy alto por desafiar las advertencias previas al referéndum. Ya no se trata sólo de predicciones, resulta que los expertos tenían razón.