Los chicos cool que trabajan para la NSA

A pesar de que existe un próspero mercado de empresas de espionaje y software de vigilancia, en ocasiones los Estados no necesitan recurrir a ellas. En Estados Unidos, como maximo exponente, tienen a los chicos cool que trabajan para la NSA, muchas veces sin saberlo. Pueden obtener ellos mismos la información que desean con la ayuda de las multinacionales de las telecomunicaciones. En Estados Unidos, el patriotismo se vive de forma distinta (y, a menudo, más intensa) que en Europa, por lo que no es de extrañar que muchas empresas norteamericanas colaboren de buen grado con su gobierno e identifiquen los intereses económicos de Estados Unidos con cuestiones de seguridad nacional. Esto hace que, frecuentemente, las compañías estadounidenses se comporten como verdaderos apéndices de la política de la Casa Blanca, hasta el punto de que los propios trabajadores de estas compañías como Google, Twitter, Apple o Facebook son en ocasiones incapaces de discernir si están trabajando para su empresa o para el gobierno.

Un buen ejemplo para ilustrar el grado de implicación y coordinación de las empresas estadounidenses con su gobierno es la compra de Skype por Microsoft en 2011. El gigante de Bill Gates adquirió la compañía danesa en una operación que siempre ha estado rodeada de polémica. Curiosamente, dicha compra fue cara, y la incorporación de Skype no ha dado grandes beneficios a Microsoft. Sin embargo, era sabido que la NSA estaba tratando de descifrar sin éxito las comunicaciones de la empresa. Después de conseguir tener acceso a las llamadas de voz y los correos electrónicos de los ciudadanos, las videollamadas eran la última pieza en el espionaje global y total al que aspira la agencia de seguridad estadounidense, pero el sistema de encriptación de Skype se les resistía.

Los propios trabajadores de estas compañías como Google, Twitter, Apple o Facebook son en ocasiones incapaces de discernir si están trabajando para su empresa o para el gobierno.

La realidad es que desde que Microsoft adquirió Skype, la compañía de Bill Gates ha estado ayudando a la NSA para que las comunicaciones de los usuarios sean interceptadas por el sistema de vigilancia PRISM. El hecho de que la compra de Skype fuese una operación económica «extraña», unido a las revelaciones posteriores, han llevado a algunos a pensar que fue el propio gobierno estadounidense el que solicitó a Bill Gates que se hiciera con Skype para facilitarle su objetivo de interceptar todas las comunicaciones. Y si no fue realmente así, podemos afirmar categóricamente que el segundo gran beneficiario de esta operación, más allá de los fundadores de Skype, que se llevaron lo suyo, fueron las agencias gubernamentales norteamericanas, especialmente la propia NSA. A los accionistas de Microsoft posiblemente les importe haberse pulido absurdamente y de una tacada 5.920 milloncejos de euros de nada. El beneficio de la empresa compradora, con Bill Gates a la cabeza, está aún por dilucidar. En este punto, su papel es poco más que el de «pagafantas» de esta película.

La inexpugnable encriptación de Skype era un problema para los servicios secretos americanos. El problema terminó el mismo minuto que Microsoft compró Skype

Por supuesto, este no ha sido el caso único en el que la empresa de Redmond ha «ayudado» en sus problemillas de encriptación al gobierno de Estados Unidos. Sin ir más lejos, Microsoft colaboró con la agencia de seguridad estadounidense para que el gobierno pudiera eludir el sistema de encriptado que protege las conversaciones entre usuarios de su mensajería electrónica Outlook. ¡Ojo! En Microsoft no son unos esquiroles, ni se comportan de manera agresiva con nosotros; no son ni mejores ni peores que Google, Twitter, Facebook, Yahoo! o Instagram. Son, simplemente, parte del sistema de sumisión de las grandes tecnológicas norteamericanas a su propio gobierno.

Multinacionales como Google, Facebook, Dropbox, Apple AOL o Yahoo! también aparecen como empresas que suministran información al gobierno de Estados Unidos. Aunque ya nadie las cree, reiteradamente han tratado de negar estos hechos, asegurando que sus sistemas no contienen «puertas traseras» para facilitar el acceso a la información privada de sus servidores. Las evidencias hacen cada vez menos convincentes sus argumentos.
Por ejemplo, cuando el presidente ejecutivo de Google, Eric Schmidt, afirmó en una entrevista con The Wall Street Journal que el gobierno de Estados Unidos había accedido sin autorización a la información de sus servidores, calificó como «indignante» la actuación de la NSA. Sin embargo, los documentos aportados por Snowden demostraron que las empresas mentían, y, ante la evidencia, las compañías tuvieron que admitir que sí suministraban información privada a la NSA, pero trataron de justificarse alegando que lo hacían por imperativo legal.

nsa-silicon-valleyEn la mayoría de los casos, la multinacionales colaboran de buen grado con la NSA, facilitándole un acceso permanente y sin autorización previa a toda la información privada almacenada en sus servidores. Además, según desveló el diario The Guardian, la NSA paga millones de dólares a las multinacionales tecnológicas para asegurarse su complicidad en el proceso de vigilancia. En cualquier caso, si el patriotismo y el dinero no son suficientes para promover la colaboración de las empresas estadounidenses, el gobierno del país dispone de la Ley Patriótica, que fue aprobada tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, y que amplió los poderes de vigilancia contra los delitos de terrorismo. Es decir, esto puede hacerse por las buenas… o por las malas, y, en principio, la predisposición de los gerifaltes de las grandes compañías es la de ofrecer silencio, abrazos y máxima colaboración.

Amparado en esta ley, el gobierno de Estados Unidos ha ejercido un espionaje masivo, tanto sobre extranjeros como sobre sus propios ciudadanos. La NSA siempre ha negado este último extremo, asegurando que no se había puesto bajo vigilancia a ningún individuo norteamericano que no fuera sospechoso de estar involucrado en actividades delictivas, y que todos los objetivos de vigilancia son extranjeros y residentes fuera del país. El tiempo y la documentación filtrada ha demostrado que la NSA miente, y que también los ciudadanos estadounidenses han sido espiados masivamente. Pero, en cualquier caso, no dejan de ser llamativas las explicaciones de la agencia: ¿te imaginas al presidente del gobierno de España asegurando en rueda de prensa que el CNI no espía a los españoles, que sólo tiene bajo vigilancia a marroquíes y rumanos? La fiesta que se iba a liar sería épica. A mucha gente le parecería intolerable e incluso xenófobo. Pero claro, estamos en Europa, y la exigencia en cuestiones morales y de privacidad no es la misma que en los Estados Unidos de América, donde esa explicación (que podríamos caricaturizar como «violamos los derechos de los otros, no los tuyos, que eres de los nuestros») está aceptada por el 90 por ciento de los ciudadanos. Solamente algunos pequeños grupos de activistas ciudadanos se llevan las manos a la cabeza.

google-espiaNacionales o extranjeros, lo cierto es que, desde el 11 de septiembre de 2001, se ha producido un giro en las políticas de vigilancia sobre los ciudadanos. Por un lado, las amenazas contra la seguridad del mundo contemporáneo provienen de grupos e individuos más que de Estados, lo cual obliga a que el objetivo de la vigilancia sea más el público que los gobiernos. Además, puesto que el tráfico de los usuarios viaja e interacciona con el tráfico de otros usuarios, poner bajo vigilancia a un ciudadano hace posible el acceso a los datos de otros individuos al mismo tiempo. Por último, más allá de las legislaciones, el desarrollo tecnológico de los servicios de inteligencia estadounidenses están varios años (se dice que entre cinco y diez) por delante de la tecnología de que disponen los ciudadanos y otros gobiernos, lo cual les permite acceder a prácticamente cualquier información privada sin que los espiados puedan saberlo y, por tanto, sin que el gobierno rinda cuentas por ello.

Organizaciones como la NSA americana están TECNOLÓGICAMENTE entre 5 y 10 años por delante de las empresas como Google, Apple o Facebook