«Vamos al grano. Hoy os pedimos que ayudéis a la Wikipedia». Así empieza el anuncio que, desde hace unos días, se puede leer cuando uno entra en la enciclopedia colaborativa. Una misiva dirigida a sus lectores, que se repite periódicamente desde hace una decada. Es decir, cada vez que Wikimedia (la Fundación sin ánimo de lucro que edita Wikipedia) necesita dinero. Y estas necesidades son cada vez mayores, a tenor de la frecuencia con la que se repiten las peticiones de dinero.
De hecho, la propia organización reconoce que su forma de hacer peticiones ha variado en los últimos años. Al principio se efectuaban, sobre todo, en noviembre y diciembre. ¿El motivo? Estaba muy centrada en Estados Unidos, y es la época del año en la que los americanos gastan más en donar para desgravarse a Hacienda. Sin embargo, a medida que fueron creciendo e internacionalizando el producto, se han visto obligados a repartir las peticiones durante el año.

De hecho, y si nos fijamos en los datos que proporciona la memoria de Wikimedia, vemos cómo en 2016 la organización logró recaudar algo más de 77,7 millones de dólares; muy lejos del millón de dólares que consiguió en donaciones allá en sus inicios por el año 2006. La donación media, según explican, es de 10 dólares. Con estas cantidades el objetivo es evitar recurrir a la publicidad como forma de mantenimiento. Por eso, piden «el precio de un café, para mantenerla en línea y creciendo».
Las donaciones son, como decimos, el principal sustento de Wikimedia. Sin embargo, la compañía tiene todavía capacidad para generar otros 4 millones de euros. Un dinero que logra de inversiones; donaciones de servicios e ingresos que tenía retenidos de años anteriores… En total: casi 82 millones de dólares en ingresos el año pasado.
Los gurúpollas del emprendimiento
Una cifra bastante abultada para ser una organización sin ánimo de lucro, y que basa su expansión y crecimiento en la cooperación. Es decir, en el todo gratis. ¿O es que tú has cobrado por escribir algo en la Wikipedia? Todos los contenidos que surgen en ella se efectúan de forma altruista y colaborativa.
La pregunta del millón, por tanto, está en saber ¿dónde va el dinero y para qué lo necesita? La lógica -aplastante- viene a decir que, al tratarse de una empresa de Internet, visitada por millones de personas cada día, su principal fuente de gasto sean los servidores. Sin embargo, no es así.
¿Quiénes son los principales benefactores de Wikipedia?
Al margen de las donaciones individuales, Wikimedia (la Fundación que desarrolla el proyecto) cuenta con algunos donantes universales. Entre sus principales benefactores (aquellos que dieron más de 50.000 dólares) encontramos a Apple o Microsoft; como Patronos (entre 15.000 y 49.999) está la Fundación Bill y Melinda Gates, Boeing, Goldman Sachs o Intel.
Basta con ver los análisis de gasto para darse cuenta de que ésta es la tercera partida en importancia. De hecho, tan sólo gasta algo más de dos millones de dólares (que no es poco) en ella. ¿El motivo? Las donaciones en especie que recibe la organización. Empresas como FireRing, Teliasonera, Tele2, Datahop, Liberty Global e Init7 dieron servicio de alojamiento y mantenimiento de banda ancha de forma totalmente altruista. En total, la auditoría de KPMG cifra estas ayudas en cerca de 80.000 dólares al año.
La otra gran partida que se ahorra Wikimedia está en los servicios profesionales. Es decir, abogados, ingenieros, gestoría, etc. Las ayudas de este tipo de empresas suponen un ahorro a sus arcas de ¡casi un millón de dólares anuales!. ¡Quién los pillara para su empresa!
Eliminada, por tanto, la partida más habitual a la que se le achacan las necesidades a Wikipedia, ¿en qué se gasta la pasta? La respuesta es sencilla: en personal. Es su principal fuente de gasto. Da empleo a 272 personas, y necesita algo más de 31 millones de euros para pagar las nóminas, seguros, etc. Una cifra, por cierto, que se incrementó en un un 19% en 2016 respecto al año anterior. Algo que, por cierto, ha hecho suscitar las iras de algunos wikipedistas de toda la vida, que critican el rápido incremento de esta partida en los últimos años.
A partir de aquí, encontramos otras partidas habituales como gastos derivados de los procesos de donaciones (3 millones); gastos operativos (4 millones); viajes y conferencias (2,2 millones)…. Y otra gran partida de gasto: los premios, donde Wikimedia invierte cerca de 11 millones de dólares. En total, los gastos de la Fundación ascienden a casi 66 millones.
A por el futuro
Sin duda, un exitoso modelo de economía colaborativa -quizá el más exitoso- pero que, sin embargo, tiene ante sí el mayor problema al que se enfrentan todos los modelos de Internet. Fíjate, por ejemplo, en este gráfico:
Este gráfico de Google Trends refleja la tendencia de búsqueda de Wikipedia como término (en azul) y Wikipedia como web (en rojo). Es decir, una caída paulatina el interés a lo largo de los cinco últimos años. Y ese es su principal riesgo: que decaiga el interés por una de las herramientas que ha marcado tendencia en los últimos años. Una situación que podría poner en riesgo la gallina de los huevos de oro: la recaudación por donaciones, aunque parece que está lejos de que esto ocurra.
Sin embargo, Wikimedia lo asume. De ahí que intente ponerse la venda antes de la herida, y busca maneras alternativas de obtener ingresos que mantengan el complejo entramado que se ha creado. ¿De qué manera? Con un recurso nada sencillo y poco imaginativo: invirtiendo beneficios en bolsa. En estos momentos tiene 32 millones de dólares invertidos a corto plazo; mientras que a largo plazo cuenta con otros 11 millones de euros. Todo ello a fecha de 30 de junio de 2016, el último dato disponible. Unas inversiones que le proporcionaron unos beneficios de 813.377 dólares. Parece que en 2016 hubo más suerte que en el 2015, ya que esa cifra es un 82% superior a la conseguida entonces.
¿Seguirá funcionando como hasta ahora la Wikipedia? Por ahora nada hace indicar lo contrario. Las donaciones siguen funcionando, pero con las visitas a las páginas cayendo y un mayor aumento del tráfico móvil -en donde el click to action– es inferior, puede hacer que -en no mucho tiempo- la organización se tenga que buscar una nueva manera de conseguir dinero. Porque, al final, Internet es la adaptación al entorno, y el móvil es el nuevo marco en el que debemos jugar. Y si no, tranquilos, porque siempre le quedará la publicidad que a hora rechaza. De hecho, en 2001 el fundador de la Wikipedia, Jimmy Wales, ya abrió la puerta a que los anuncios llegaran a sus páginas «esperemos que de forma no muy intrusiva», decía.







Tal vez, Luis XIV sea el monarca más reconocible de toda la historia de Francia. Más conocido como el Rey Sol, por el poder acumulado en sus manos, llegó al poder con tan solo cinco años de edad.
Lo que más llama la atención de la carrera en el trono de Juan II de Liechestein es que nunca se casó, por lo que no contaba con herederos legales para suceder su mandato. Al morir, fue su hermano quien ocupó su lugar.


La longevidad de las monarcas británicas debería ser un tema de estudio. Y es que, Isabel II, actual jefa de Estado de Reino Unido ha cumplido 91 años este viernes, y lleva más de 65 ocupando el trono en Buckingham Palace.
Como hemos visto, la reina Isabel acaba de cumplir 91 años y más de 65 sentada en el trono, pero no es la única representante británica de la lista. Le sigue -y de hecho, la acaba de superar- uno de los nombres más reconocidos entre las monarquias europeas de la historia: la reina Victoria.
La lista cuenta con un representante español: Jaume I de Aragón, uno de los reyes más conocidos de la época de la reconquista peninsular. Nació en Montpellier y gobernó en Aragón, Valencia, Mallorca y Cataluña -a través del título de Conde de Barcelona-. Murió en el municipio valenciano de Alzira en 1276, año hasta el que duró su mandato.
En el lado opuesto, y aunque sorprenda, nos encontramos con que existen monarcas que no han llegado a durar más de un día en el trono. Entre ellos destaca el caso de Luis XIX en Francia, quien accedió al poder para abdicar en favor de Carlos X a los 20 minutos de mandato; o el de Luis Filipe de Portuga, que tan solo duró unos minutos más que su padre con vida, tras el regicidio que se produjo en 1909 en tierras de nuestros vecinos lusos.


Esta noticia no es mala; de hecho, es razonablemente buena, si no fuera porque muchos de los empleos que han aflorado por cuasi-eliminación de las cotizaciones a la Seguridad Social, o por ayudas directas a la contratación, suponen una merma de ingresos, y precisamente nuestro sistema de pensiones no está para muchas alegrías. Pero, seamos justos, la noticia es buena, sobre todo porque una vez aflorados los puestos, no es fácil que vuelvan a ennegrecerse.
El crecimiento del PIB español en los últimos dos años se explica sobre todo porque han disminuido tan notablemente los costes laborales que hasta podemos competir por precio con nuestros homónimos europeos, aparte de por el boom del turismo, la bajada de los precios del petróleo o el encarecimiento del dólar que nos permite exportar más barato. Y ninguna de estas cosas es debida a la gestión del




















De todo ello





El premio final, el que de verdad importa, es de 300.000 euros. Una cifra nada desdeñable para los concursantes y aventureros que se deciden a a acudir a la edición y se convierten en el favorito final del público. En la variante para famosos, el ganador se embolsa una cantidad final de 100.000 euros.
En España, contamos con unos galardones similares: los premios Princesa de Asturias, que se han convertido también en todo un referente a nivel mundial -a pesar de su no tan extensa existencia-. En ellos, se valoran ocho categorías; entre las que se encuentran las siguientes: Artes, Letras, Ciencias Sociales,






























En román paladino esto significa que vamos a seguir teniendo más de lo mismo: un mayor ajuste de los márgenes, para evitar problemas en tanto en cuanto el negocio no mejore. Y, de momento, se puede comprobar cómo no es así; dado que los márgenes han seguido cayendo durante el 2016. Así que la solución -por ahora- seguirá siendo la misma: cerrar más oficinas para poder reducir los costes. Hasta el momento, y desde 2008, las entidades de la AEB (que engloba a los principales bancos españoles) han reducido un 35% el número de oficinas; y un 30% el de los empleados. Sólo en el último año han despedido a 1.415 trabajadores y han cerrado 663 locales.






