No cabe duda de que Gran Hermano es uno de los mejores realities de la televisión, y debido a ello, ha tenido competencia desde sus inicios. Aunque eso sí, lo cierto es que el formato ni siquiera tembló con la aparición de El bus, un reality de Antena 3 que trató de aprovecharse y competir por llevarse toda la fama.
Seguramente no recuerdes este programa, y es normal, ya que fue todo un fracaso. Jamás llegó a ser competencia para Gran Hermano, y no es de extrañar. Son muchas las cosas que lo llevaron al desastre, y todas ellas las podrás descubrir a continuación.
Un estreno que aprovechaba el éxito de Gran Hermano

La llegada de Gran Hermano a Telecinco fue un gran éxito, la audiencia estaba enganchada, el share tenía unos números desorbitados y la telerealidad de convirtió en lo que todo el mundo quería ver en la televisión. Poco después llegó una edición de Supervivientes, la cual no gustó demasiado y no se volvió a repetir. Y después de dos meses del fin de GH, llegó El bus, la carísima respuesta a este reality de Telecinco.
En Antena 3 llevan años intentando hacer un buen reality, pero por mucho que ingresen e intenten, se les sigue resistiendo. Cosa que lleva sucediendo desde el minuto uno. Aunque El bus tuvo una audiencia respetable al inicio, poco a poco los números empezaron a dejar de crecer, ya que no era lo que los espectadores esperaban del programa. Todos estaban encantados con GH y lo que tenía que ver con este, y claro, esperaban lo mismo, cosa que por razones obvias, no obtuvieron. En El bus, 9 concursantes iniciaban un viaje por España en el que debían convivir. Como dice el propio nombre, tenían que vivir en un autobús de dos pisos, tenía 15 metros de largo por 4 de alto.
Las normas de El bus que no gustaron

En el caso de Gran Hermano, el encierro fue mucho más serio que en El bus. Los participantes de la casa de Guadalix no tenían ningún tipo de contacto con sus familiares, hablamos de su primera edición claro. En cambio, los chicos del autobús que recorría España, sí podían tener comunicación con el exterior, aunque había algunas normas para ello. Podían recibir correos electrónicos, cartas e incluso chatear una hora al día con los seguidores del programa. Y no solo eso, dos veces a la semana, tenían permitido hablar con sus familiares. Además, cada vez que llegaban a una nueva ciudad, podían salir para hacer actividades sociales.
Desde luego, nada que ver con Gran Hermano. Aunque a día de hoy pueden escribir blogs, publicar fotos en Instagram y recibir algún mensaje de fuera, por aquel entonces, esto no estaba siquiera en mente de los productores. Otra de las normas que no gustó en absoluto, fue el asunto de las nominaciones y expulsiones. En El bus, la audiencia era quien nominaba, y los concursantes los que decidían al eliminado. Además, en cada día de nominación, los productores hacían grandes derroches de dinero. Los concursantes aparecían en palacios de congreso llenos de público de forma habitual, lo que hacía que se perdiera esa cercanía que nos otorgaba Mercedes Milá en el plató de Gran Hermano.
Unos malos imitadores de Gran Hermano

Otro de los grandes problemas, fue el casting realizado por El bus. Sí que hicieron un intenso proceso de selección de concursantes, pero había demasiada juventud. El mayor de todos, tenía 28 años, cuando en Gran Hermano podíamos ver concursantes de todas las edades. Fueron estos precisamente los que más juego dieron en el reality. Más allá de la juventud de los concursantes, había un gran problema contra el que nada se podía hacer, y es que no eran nada naturales. Se podía ver a leguas, pero a decir verdad, la culpa no era de ellos, si no del propio programa, y no tardaríamos mucho en enterarnos.
Manú, de los primeros eliminados, no dudó en desvelar toda la verdad sobre el reality. Mientras que en Gran Hermano les dejan ser tal y como son, en este reality de Antena 3 lo tenían todo guionizado. Tanto las votaciones, las conversaciones, la trama, las situaciones y demás. Es más, como si de actores se trataran, debía repetir situaciones hasta que a los de arriba les gustara el resultado. Uno de los ejemplos que puso, fue la de las chicas saliendo de la ducha.
Todo lo que sucedía se veía forzado y demasiado falso, y enseguida se supo la razón. Incluso se llegó a vender una falsa historia de superación sobre Sonia Oliván aguantando en El bus, porque es diabética. La desesperación era máxima, el share bajaba y había que hacer algo con la inversión millonaria que habían hecho. Esto les llevó a enviar preservativos a los concursantes, aunque ellos no los habían pedido. Y es que lo único que podía salvar su reality, era un edredoning al más puro estilo de Gran Hermano. Ahora que sabes todo esto, resulta evidente por qué razón no llegaron a realizarse más ediciones. La audiencia no estaba contenta, y nos alegramos de que así fuera.









































































