El largo éxodo de «los hijos» de Jose María García

En abril se cumplen 16 años de la abrupta y precipitada retirada de José María García. El maestro del periodismo deportivo dibujó durante tres décadas la radio deportiva moderna, sentando las bases del caldo de cultivo del que beberían todos. El mítico locutor, «banda sonora de la Transición» según José Luis Garci, jugó a David contra Goliath en el tardofranquismo, desentrañó los claroscuros de la Federación Española de Fútbol, y con su particular diccionario plagado de «correveidiles», «abrazafarolas», «chupópteros», «tribuletes del pesebre» y «bultos sospechosos» convirtió al periodismo en el primer poder en el ámbito futbolero.

García se supo rodear de sobresalientes narradores como Gaspar Rosety, Andrés Montes o Siro López, patentó el puesto de reportero aferrado al micrófono inalámbrico, lanzó «el partido de la jornada», revolucionó la cobertura de la Vuelta Ciclista a España, creó el fútbol sala profesional, consiguió que los directivos futboleros se le cuadraran por miedo a su estilo directo y a sus informaciones, y en apenas una década convirtió una cadena de emisoras minoritaria, Antena 3 Radio, en la radio líder de España. Corría 1992 y unos meses después el Grupo Prisa tomaba el poder en la radio para, después de una breve transición, convertirla en uno de sus brazos musicales.

Pero la carrera de José María comenzó antes. El extinto diario Pueblo fue su escuela, tal y como recordaba su biógrafo no oficial Vicente Ferrer Molina: «Aprendió periodismo en una redacción donde los teletipos estaban en un cuartito cuyo acceso estaba vedado para obligar a los periodistas a buscarse la vida sin brújula. Pueblo era una escuela de periodismo pero también de vida». Aquella etapa precedió a Antena 3, cuyo nexo fundacional se diseminó por la famosa operación de Jesús de Polanco. Este fue el primer gran golpe que sufrió SuperGarcía, que vio como parte de su equipo escogía la oferta de los propietarios de la SER.

De Antena 3 Radio saltó a COPE, donde mantuvo sueldo, estatus e influencia, pero no audiencia: «Había compañeros que criticaban que un periodista ganara 6 millones de euros. Pues bien, mi sueldo no era ese. Ganaba 9 millones, pero que no se olvide nadie que generaba el doble en ingresos publicitarios. La cadena COPE registró conmigo los mejores resultados de toda su historia», recordó García hace unos años. Pero la ruptura definitiva de la cuadrilla del protagonista del libro ‘Buenas noches y saludos cordiales’ se produjo tras su abrupto adiós a Onda Cero, cuando la temporada enfilaba su recta final camino al Mundial que él mismo había comprado para Antena 3 y Vía Digital. 

En la actualidad García está en semiretirada, con eternas promesas de un regreso que quizás nunca se produzca. Pero sus «hijos» profesionales nutren las redacciones de varios medios: Pipi Estrada colabora en ‘El Chiringuito de Jugones’, Siro López acaba de sumar a sus numerosas colaboraciones una sección en Merca2, Javier Ares acaba de firmar por Eurosport, y otros nos dijeron adiós. Fue el caso de Andrés Montes en 2009 y de Gaspar Rosety en 2016.

García, siempre tan imprevisible, contó tras la muerte de Gaspar los consejos que le había recomendado para rebajar su peso y desveló detalles de cómo murió. La hermana del narrador estalló: «Como hermana del fallecido no puedo entender que sea José María García quien tenga que dar detalles de la causa de la muerte de Gaspar. Creo que esto le corresponde a la familia. Y más aún cuando el Señor García conoce a mis hermanos Patricia y Manuel, también periodistas.La intimidad se debe respetar. Y ya he comprobado que este señor no respeta nada. Que mi hermano era de buena mesa es bien sabido por todos. No es necesario que venga el señor García a comentarlo pero quizás no tiene nada mejor que hacer. Tampoco creo necesario que explique el historial médico y sus buenos consejos. Me reitero ¿es que no tiene nada mejor que hacer?».

García, genio y figura incapaz de callarse una verdad. Por eso alteró el funeral de Jesús Hermida, «ni ha practicado el oficio ni le gustaba», evidencia de que para él su verdad siempre estuvo por encima de otras vicisitudes.