martes, 21 octubre 2025

Deborah Elvira, anticuaria: «No podemos calcular el valor de las joyas robadas del Louvre porque son parte de la historia de Francia»

El espectacular robo de las joyas del Louvre expone las grietas en la seguridad del museo más famoso del mundo. Más que un delito, es una herida al patrimonio cultural francés y a su orgullo nacional.

A plena luz del día y en apenas siete minutos, cuatro ladrones lograron vulnerar uno de los museos más seguros del mundo. El robo de las joyas del Louvre no solo supone una pérdida material, sino una herida profunda en el orgullo y la identidad cultural de Francia.

Según los primeros informes policiales, los delincuentes accedieron a la galería de Apolo, donde se exponen las joyas de la corona francesa, utilizando un montacargas y herramientas de corte. Entre las piezas sustraídas, se encontraba la corona de la emperatriz Eugenia de Montijo, adornada con más de mil diamantes y medio centenar de esmeraldas.

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Un robo de película y una seguridad en entredicho

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El escenario podría haber sido parte de una serie protagonizada por Arsène Lupin, pero ocurrió en la vida real. Mientras los turistas recorrían el museo más visitado del mundo, una furgoneta se detenía frente al edificio y varios encapuchados, vestidos con chalecos amarillos, escalaban hasta la terraza con total impunidad. Las joyas estaban protegidas tras vitrinas blindadas, pero los delincuentes usaron radiales de disco y actuaron con una precisión quirúrgica.

El golpe reveló fallas graves en el sistema de seguridad. Según un informe reciente del Tribunal de Cuentas, un tercio de las salas del museo no dispone de cámaras, y la plantilla de vigilancia se ha reducido un 15% en la última década. El robo, más allá de su espectacularidad, expuso la fragilidad de un símbolo nacional. Para muchos franceses, que un grupo tan reducido lograra sustraer piezas históricas sin resistencia es una humillación comparable al robo de la Mona Lisa en 1911.

La policía francesa desplegó un operativo de más de 60 agentes, pero por ahora solo cuenta con fragmentos de evidencia: las matrículas de dos motocicletas, un chaleco amarillo abandonado, y la corona de Eugenia, hallada rota en una calle cercana. Las autoridades temen que las joyas sean desmontadas y sus piedras vendidas por separado, lo que las convertiría en irreconocibles y, en la práctica, imposibles de recuperar.

Joyas robadas: Un patrimonio inestimable y una pérdida irreparable

Joyas robadas: Un patrimonio inestimable y una pérdida irreparable
Fuente: Captura de video

La anticuaria y especialista en coleccionismo de joyas, Deborah Elvira, lo explicó con claridad: “No podemos calcular el valor de las joyas robadas del Louvre porque son parte de la historia de Francia”. Para ella, estas piezas no son simples adornos, sino testigos de una época. Su valor simbólico supera cualquier tasación económica, porque representan siglos de poder, arte y memoria.

Elvira asegura que las joyas son tan reconocibles y catalogadas que su venta resulta prácticamente imposible, incluso en el mercado negro. “Una vez desmontadas, pierden su valor histórico y artístico. Además, cada piedra está registrada, así que cualquier intento de venta generaría sospechas inmediatas”, afirma. Por eso, una de las hipótesis más manejadas es que los ladrones podrían intentar pedir un rescate o incluso haber actuado por encargo, aunque la experta considera improbable que exista un coleccionista dispuesto a esconder piezas tan emblemáticas.

En cualquier caso, el daño está hecho. Las joyas robadas no solo eran patrimonio francés, sino también parte de la memoria universal. Su desaparición deja una cicatriz que va más allá del ámbito artístico: cuestiona la capacidad de los Estados para proteger su herencia cultural.


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