El pasado 27 de enero Netflix estrenó el documental ‘Soy Georgina’, para mayor gloria de la mujer de Cristiano Ronaldo. Se han prodigado las docuseries sobre deportistas de élite, en activo o retirados, sobre todo en Netflix y Amazon Prime Video, pero no es tan habitual que la protagonista sea la pareja. Pero es que Georgina se ha convertido en un icono y referente, admirada por algunos y odiada por muchos, y ha conseguido lo que parecía imposible: una exposición y demanda sobre ella igual y a veces mayor que la de Cristiano. Repasemos lo más jugoso de su documental pero también de lo que no se ve en él (y que Georgina obviamente no quiere que se sepa), como era de esperar.
2SI CREES QUE EL DOCUMENTAL SERÁ SUPERFICIAL, ESTÁS EN LO CIERTO
Efectivamente, no hay secretos ni sorpresas. ‘Soy Georgina’ es pura Georgina y puro lujo superficial, sin complejos ni concesiones, como hemos dicho. Le gusta la riqueza y la ostentación, se nota y lo expone. No sabemos si supondrá un factor vital para su éxito, para su crítica y rechazo, o ambas a la vez.
Da igual. El documental destila frivolidad, superficialidad y materialismo por los cuatro costados. Y Georgina es la maestra de ceremonias donde se la ve disfrutar a raudales. Su ‘pose’ lo es, pero tiene paradójicamente la naturalidad de quien parece haber nacido para ese lujo. Sin embargo, intenta dar ese ‘toque’ que siempre funciona de orígenes humildes (que ciertamente los tiene), de estar orgullosa de ello, aunque soltando perlas como «antes vendía bolsos y ahora los compra», en referencia a cuando trabajaba en tiendas de lujo como Gucci o Prada.