La Dra. Carmen Pingarrón Santofimia, Jefa de Equipo de Ginecología y Obstetricia del Hospital Quirónsalud San José, ofrece datos sobre como los probióticos influyen en la salud de la mujer, «ya que protegen de diversas infecciones vaginales y urinarias, facilitan la curación y evitan la recurrencia de dichas infecciones».
Cada vez hay más consciencia de la importancia de los probióticos. «En el caso de la mujer, mantener una microbiota vaginal sana es importante como preventivo de infecciones vaginales -como la candidiasis o la gardnerella- y también de infecciones urinarias», afirma la Dra. Pingarrón. Los protagonistas en este caso son los lactobacilos, que deben predominar si queremos tener una flora vaginal equilibrada y saludable, de tal manera que deben ocupar al menos el 70% de toda la microbiota.
Los lactobacilos nos defienden de las infecciones por varios mecanismos: se adhieren a las células de las paredes vaginales impidiendo que los patógenos ocupen estos lugares. También producen ácido láctico, consumiendo el glucógeno, que sería también alimento para los patógenos. A su vez son capaces de generar bacteriocinas y sustancias como el peróxido de hidrogeno, que contribuyen a la aniquilación de dichos gérmenes.
La vía oral es la principal elección para tomarlos, ya que de esta manera se crea un reservorio intestinal que por proximidad colonizará la vagina, aportando así, por vía ascendente, desde el recto la migración de lactobacilos a la vagina.
A su vez protegerán de las infecciones urinarias. Un gran porcentaje de estas infecciones se producen por gérmenes que provienen del aparato digestivo, como el e. colli, proteus y klebsiella. Para que dichos gérmenes lleguen a la vejiga, tienen que atravesar la vagina. Por tanto, si la microbiota vaginal es la adecuada y hay suficientes lactobacilos, estos se encargarán de que no progresen hacia la vejiga.
Por todo esto es importante que se complementen los tratamientos, tanto de infecciones vaginales -tipo candidiasis o vaginosis-, como de infecciones urinarias, con un aporte de probióticos de al menos entre 1 y 3 meses para facilitar la curación y evitar las recurrencias de dichas infecciones.