domingo, 15 diciembre 2024

Albert Rivera, Malú y la vida privada de los políticos en la prensa rosa

La revista Semana puso el miércoles pasado patas arriba la agenda rosa al destapar en portada la supuesta relación entre Albert Rivera y Malú. Varias voces aseguran que esta exclusiva fue una filtración interesada por parte del líder de Ciudadanos.

Pero es evidente que la noticia no ha sentado bien en algunos sectores de la formación naranja, que ve como se airean las intimidades de su presidente en programas de todo pelaje. La bomba ha alcanzado una gran relevancia porque prácticamente todos los medios, especialmente los políticos y rosas, han hincado el diente en el apetitoso manjar del morbo.

No es la primera vez que la vida privada de un político salta al ruedo rosa. Aunque a decir verdad la prensa del papel couché ha sido en líneas generales extremadamente respetuosa con la intimidad de los poderosos.

DE MERCEDES MILÁ A JIMÉNEZ LOSANTOS

Mercedes Milá presentó el jueves ‘Manual de resistencia’ y demostró su que no tiene pelos en la lengua: «Yo creo que Albert Rivera estaba empezando a ligar con la Malú y no se dio mucha cuenta ni de lo que hacía. No se entera de nada (…) Va a por su segunda mujer… porque yo ya conocí a la primera».

Rivera
Albert Rivera, presidente de CIudadanos. Foto: Gtres

La presentadora utilizaba un aspecto privado para justificar una actuación pública, situación que pocas veces es recomendable. En Telecinco tampoco se cortaban con Rivera y en ‘Sálvame’ varios contertulios parecían pelearse por demostrar que eran los que primero conocieron la supuesta relación.

Otro incontinente verbal, Federico Jiménez Losantos, también se mostraba disfrutón por comentar el chismorreo y el jueves y viernes la tertulia diaria que modera sobre el corazón se centró en el supuesto amorío del número uno de Ciudadanos.

CHISMORREOS SOBRE RIVERA

Jiménez Losantos escribía anteayer en El Mundo sobre la relación. Sus pruebas, eso sí, son más que discutibles: «Que la relación es certísima lo ha asegurado el servicio de prensa de Ciudadanos: «Ni confirma ni desmiente». Eso es que sí».

El turolense no se detuvo en comentar la supuesta noticia, sino que llegaba a escribir las interioridades de la presunta infidelidad de Rivera: «Se rumorea que la ruptura de Rivera con la discreta Beatriz Tajuelo se produjo cuando ésta «pilló» a los neotortolitos en algún whatsapp indiscreto, como mandan los cánones de la modernidad».

Y añade: «Y habría sido Beatriz, ex azafata que, por Albert, entró en una empresa de asesora en la representación de artistas, la que acercó al político centrista a la cantante. Ésta, tras romper con Gonzalo Miró, se dijo que salía con Pablo López, del mismo grupo».

Por último, remata: «Beatriz se muestra traicionada en Instagram. ¿Será «paloma herida»?, es decir, ¿hablará? ¿Cantará Malú en algún mitin de Rivera? Desde lo de Serrat con Lolita y Rexach con Bárbara Rey, ningún catalán pasaba el Ebro con tanto éxito».

LA CLASE POLÍTICA Y LA PRENSA ROSA

Rivera sufre o quizás disfruta de los dimes y diretes del papel couché. También lo hace Pedro Sánchez, que ve como su mujer, Begoña Gómez, se convierte en el ‘puchinball’ para la extrema derecha mediática.

Hermann Tertsch dice en Twitter que «si Pedro Sánchez desaparece del mapa, ¿qué va a hacer el Instituto de Empresa con su mujer, la celebérrima africanista, cuyo contrato y salario es secreto de Estado?».

No ha tenido demasiados problemas con la prensa rosa Pablo Iglesias, quizás el político que más sabe de comunicación y quizás el político que peor ha utilizado su vida privada: de su ruptura con Tania Sánchez mediante una obscena carta publicada en Facebook a la consulta populachera en Podemos sobre la casa que se compró con Irene Montero.

CORAZÓN Y LIBERTAD

Adolfo Suárez jugó con las cartas marcadas en las elecciones de 1977 ya que su director de campaña era a la sazón presidente de RTVE, Rafael Ansón. Pero también supo aprovechar la cercanía de la prensa rosa al abrir su corazón varias veces en ¡Hola!, revista de cabecera de la monarquía española.

También la prensa rosa recogió en los ochenta las dos vidas de Alfonso Guerra, felizmente casado en Sevilla y ennoviado en Madrid. José María Aznar también utilizó a Ana Botella para dar una imagen entrañable cuando contaba con muchas críticas por su aspecto frío. Y Zapatero también vio como sus hijas eran pasto de la prensa más infecta.

Pero la prensa del corazón, tan arraigada en nuestro país y tan despreciada por la izquierda política, contribuyó con su libertad a la abdicación de Juan Carlos I, abrasado por sus infidelidades a doña Sofía y no por sus eternos lazos con personajes poco recomendables o por sus pelotazos arábicos.

Rivera
Albert Rivera durante una charla.

¿El secreto de la libertad de la prensa rosa, único género que fue capaz de romper el tabú sobre la monarquía? Su tirón, las ventas siguen siendo millonarias y este hecho ha dificultado la creación de tabloides amarillos modelo british. Y la higiénica distancia entre los editores del colorín y el establishment.

Estas revistas, que no necesitan ni licencia gubernamental (como las teles o las radios) ni son dependientes de la publicidad institucional (como el anémico papel), siguen disfrutando de una libertad que en líneas generales y por desgracia sigue siendo exótica en nuestra prensa.


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