Luis María Anson paga con insultos su defensa de la corona 

Luis María Anson, «juanista, juancarlista y monárquico», se ha vuelto a destapar como uno de los defensores más vehementes de la monarquía española pese a los numerosos escándalos de la institución.

El exdirector del «ABC verdadero» y La Razón  ha utilizado la instauración de la democracia hace cuatro décadas como amortiguador de los golpes que ha sufrido la corona por los presuntos excesos de Juan Carlos I.

En El Mundo escribía que «los partidos antisistema gobiernan, directa o indirectamente, en Madrid, Barcelona, Valencia, Zaragoza, Santiago, Cádiz y tantas otras ciudades y condicionan la mayoría parlamentaria que desarzonó a Rajoy de su cabalgadura monclovita y encumbró a Sánchez sobre la silla curul del palacio de la Moncloa. Resulta lógico que los antisistema se esfuercen por liquidar el sistema de la Transición y hagan todo lo posible por fracturar su eje que es la Monarquía parlamentaria». 

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Anson apunta a Podemos, que ni directa ni indirectamente ha ayudado a destapar todas las presuntas fechorías que cometió el Rey emérito. Llama la atención este dardo del veterano periodista teniendo en cuenta que unos días antes de este artículo publicó que Pablo Iglesias era un «político inteligente, serio y capaz», mientras que unos días después calificó al alicaído líder morado como «el mejor orador parlamentario y hombre de vasta cultura y sagaz inteligencia».

Añadía el editor del digital El Imparcial: «En los albañales de la política, en las cloacas de la sociedad, los antisistema han buceado asquerosidades con el fin de fragilizar la Monarquía española. Se necesita ser muy miserables para enmerdar la Corona con insidias y calumnias, al margen de la seriedad que exigen los sectores responsables de nuestra sociedad, atónita ante la pasividad de un Gobierno, impávido frente a las agresiones».

Desde Podemos no le contestaron, pero otros sí que se dieron por aludidos. Es el caso de Miguel Bernard. El encarcelado secretario general de Manos Limpias (sindicato acusado por varios medios por chantajear a la corona a cuenta de la Infanta Cristina), escribe una carta desde su celda que publica el diario ultraconservador Alerta Digital. Le dice Bernard a Anson que «una cosa es ser cortesano y servil, y otra muy distinta es justificar un comportamiento amoral de su dueño y señor, el Rey emérito, el matador de elefantes en Botsuana, el campechano, como se le conoce, vulgarmente».

Y le afea la conducta por defender «a un personaje que con fondos del CNI, Centro Nacional de Inteligencia, compró el silencio de Bárbara Rey (al menos, por ahora); que presuntamente ha percibido comisiones de las millonarias compras de petróleo de las monarquías árabes durante varias décadas (hasta que Aznar le cortó el grifo); que ha cobrado, también supuestamente, una comisión millonaria por la instalación del Ave a la Meca; que rehabilitó un edificio del Patrimonio Nacional cercano a La Zarzuela –para más inri-, como picadero real, para que residiera en él Corinna». También tilda al periodista como «casposo», «bufón», «alcahuete» y «palanganero». El académico prefiere guardar silencio y aguanta estoico el chaparrón de calificativos que le dedica Bernard.

A FAVOR DE DOÑA LETIZIA

Anson también se arroja como defensor de doña Letizia y en un artículo la alaba, señalando que su choque con doña Sofía es «un incidente menor, reproducido hasta la náusea, fue superado en un par de días por la serenidad de la Reina de España, que está encarnando de forma impecable el ejercicio de la realeza».

El periodista también ha sido una de las escasas voces, también Losantos, que han pedido en la prensa la excarcelación por motivos de salud de Eduardo Zaplana, hoy olvidado por algunos de los que fueron sus aliados mediáticos más cercanos. Es el caso de Pedro J. Ramírez, quizás todavía dolido porque hace unos meses se tuvo que desayunar unas fotografías del ex presidente de la Comunidad Valenciana con Ágatha Ruiz de la Prada, ávida de acaparar la prensa rosa tras su dolorosa ruptura.