Estamos a punto de llegar a Navidad, esa época del año en la que a todos nos entra una época consumista en la que tenemos -necesariamente- que consumir. Compra de regalos, de comida… Pero también de Lotería. Es una carrera por comprar un décimo tras otro, aunque sabes que las posibilidades de que te toquen son mínimas.
Además, todos los años te dices lo mismo: «con el dineral que me gasté el año pasado, este no compro ni un décimo». Sin embargo, queremos darte algunas razones para que te líes la manta a la cabeza (aunque siempre con moderación).
9Por envidia

El desgraciado del vecino tiene un cochazo y yo tengo que conformarme con uno que tiene diez años. Tiene una casa en la playa, y yo no puedo. Y todo así. ¿Lo mejor? Que pensamos que el de al lado no pega ni chapa y que no se merece lo que tiene. Así que –aunque sea un fenómeno inconsciente- tendemos a jugar a la Lotería para intentar equipararnos a los demás.
Creemos que va a ser la solución a todos nuestros males, y que gracias a ese décimo que vamos a cobrar vamos a tener la ocasión de ser como ese al que -aunque no nos demos cuenta- estamos envidiando.