¿La bolsa o la vida? El dilema de los emprendedores que planean cotizar

Uno de los momentos más trascendentales para una startup es aquel en el que la compañía pasa de tener capital privado a ser de capital público. Se entiende que la salida a bolsa de una empresa emergente supone su muerte como startup y la entrada en otra categoría diferente. Al ser pública la firma tiene que ofrecer transparencia y tiene unas obligaciones muy distintas.

Muchos emprendedores crean su startup o toman decisiones sobre la misma con una Oferta Pública de Venta (OPV u OPI en inglés) en mente desde el origen, pero otros se convencen de pisar el parquet después de haber cerrado algunas rondas de financiación. También están aquellos fundadores que no quieren oír hablar de la bolsa ni por asomo y que prefieren seguir siendo independientes para no perder libertad y no rendir cuentas ante un gran número de accionistas. Tienen miedo de que una OPV pueda dinamitar la innovación de su compañía.

“Una IPO viene a reemplazar una ronda de series C o D. Cuando consigues más y más capital sofisticado los requisitos se hacen mayores en cosas como términos de gobierno, financiación, etc. Por lo tanto, el GAP entre este tipo de rondas y salir a bolsa no es muy grande”, ha asegurado durante una charla en South Summit, Adam Kostyál, vicepresidente de NASDAQ. Este experto se ha desenvuelto en el segundo mercado de valores electrónico y automatizado más grande de EE.UU durante los últimos 11 años y además de operar con más de un centenar de empresas americanas también trabaja con la bolsa nórdica.

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Para Johanes Bruder, COO de Rocket Internet, resulta difícil buscar puntos comunes. “Hemos hablado con varias startups que han cerrado IPO exitosas. Cada compañía es única y es complicado encontrar factores que sean genéricos”, afirma. Rocket incuba e invierte en empresas relacionadas con Internet con modelos de negocio ya probados. Entre su cartera destacan firmas como Spotcap, Delivery Hero o Helpling.

Cuando nada te quita el IPO

Kostyál recomienda a los emprendedores que tengan una visión enfocada en el crecimiento, no tanto en la rentabilidad. A su entender, esa es una de las mejores formas de allanar el camino. “Los mercados aman el crecimiento y el crecimiento rentable. Aunque al principio hay que ser consciente que los beneficios no serán muy grandes”, subraya. El vicepresidente de NASDAQ asegura que tratan con muchas empresas privadas interesadas en dar el salto a los mercados públicos y siempre les aconseja “que lleguen a una OPV lo antes posible, que dirijan su empresa siempre con la salida a bolsa en el horizonte”.

¿Cuál es el momento en la vida de una startup que resulta ideal para salir a bolsa? Es algo que las propias empresas deben decidir. Sin embargo, Kostyál plantea que una OPV es algo que los emprendedores deben empezar a barajar a partir de una ronda de series C. Con su experiencia a uno y a otro lado del Atlántico, ve como en EE.UU suelen darse grandes salidas a bolsa, pero quizás “en España esto no hace falta”. El Viejo Continente permite que haya fondos pequeños, empresas pequeñas y, por consiguiente, también puedan producirse IPO más modestas. “En los países nórdicos las startups no tardan mucho en hacerse públicas”, insiste.

Pisar los parquets en Europa tiene el problema de que “debes encontrar más analistas, más gente con la que hablar para que comprenda tu negocio”. Pero aterrizar en la bolsa de EE.UU es más sencillo y cuenta con algunas ventajas. “Salir a bolsa en EE.UU te da más visibilidad y eso, obviamente, te ayudará. Puedes usar este valor para adquirir más usuarios, para crecer, etc.”, apostilla Kostyál, quien también cree que “Europa aún necesita que el ecosistema se construya”. Para que esto ocurra el experto opina que hace falta “más compromiso y llevar a cabo más inversiones equity, que se tomen riesgos”.

Las startups españolas son más de tarima que de parquet

En España por el momento ninguna startup ha salido a bolsa, aunque algunas sí que se han estrenado en el MaB (Mercado Alternativo Bursátil). Esta llamada coloquialmente “bolsa de las pymes” facilita un acceso sencillo al mercado de valores con la posibilidad de beneficiarse de algunos aspectos como la financiación, la visibilidad o la liquidez, aunque en la práctica es una especie de cajón de sastre en el que cabe de todo.

Zinkia, la creadora de Pocoyó, fue una de las primeras empresas relacionadas con los contenidos digitales en llegar a esta bolsa alternativa a mediados de 2009. Luego le siguieron otras TIC como la biotecnológica Bionaturis o la empresa especializada en software biométrico FacePhi.

También pasaron por el MaB compañías como la proveedora de wifi Gowex, haciéndole mucho daño. Después de conocerse como se habían falseado e hinchado las cuentas de la empresa de Jenaro García, el mercado bursátil quedó bastante en entredicho. Gowex había aterrizado en el MaB con números que no correspondían a la realidad y llegó a multiplicar su valor casi por diez en este índice. Aún así, ha remontado el vuelo y sus cotizadas facturaron el año pasado más de 1.000 millones de dólares.

Compañías como Wallapop o Cabify podrían tener el honor de convertirse en los primeros unicornios españoles (empresas de capital privado valoradas en más de 1.000 millones de dólares), sin embargo, es muy poco probable que estas empresas si en algún momento deciden transformarse en públicas, se decidan por cotizar en la bolsa española. En todo caso, quizás las veamos tocando la campana en otro mercado. Son las cosas que tiene pensar en global.