Emprender no es país para viejos: desventuras y abandono tras los 50

Haz un ejercicio mental. ¿Qué imagen se te viene a la cabeza si te hablo de un emprendedor tecnológico de éxito que ha fundado su primera o segunda startup? Piensa unos segundos y contesta. No tenemos prisa. El artículo está esperándote aquí debajo y no se va a ir a ninguna parte. Simplemente cierra los ojos y vislumbra a ese emprendedor triunfador que se lleva a los inversores de calle por unos instantes. ¿Ya?

Estoy casi seguro de que la imagen que has conformado en tu cabeza es la de una persona joven, en la veintena o la treintena y muy poco probable que en la cuarentena. Quizás si estás en esta última edad hay más posibilidades de que haya habido un cuarentón en tu proyección. Pero, ¿cómo te quedarías sin te dijera que el número de personas con 50 o más años que trabaja por cuenta propia es superior al de la de emprendedores de 18 a 29 años?

Así lo pone de manifiesto el último Informe Especial del Global Entrepreneurship Monitor sobre Emprendimiento Senior, publicado en abril del año pasado. Este documento, que analiza la actividad emprendedora en 104 países e incluye una muestra de más de un millón y medio de adultos, señala que un 18% de los emprendedores son senior (tienen entre 50 y 64 años), otro 18% son de mediana edad (de 30 a 49), un 13% es de la tercera edad (de 65 años en adelante) y solo un 11% es joven (entre 18 y 29 años). Sí, lo has leído bien. Hay más emprendedores ‘jubilados’ que millennials, aunque en la prensa solo hablemos de estos últimos y las administraciones solo enfoquen sus esfuerzos en las becas para jóvenes, las incubadoras para jóvenes, las subvenciones para jóvenes y los concursos para jóvenes.

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Teniendo en cuenta que hay un 16% de la población mundial que supera los 55 años, dotar a estos profesionales de herramientas y ayudas para finalizar sus días activos trabajando o facilitarles la creación de nuevos proyectos parece algo evidente y justo. Sin embargo, en la práctica no ocurre así y de los 50 en adelante estos emprendedores se hacen prácticamente invisibles. ¿Cuáles son las excusas para no impulsar sus iniciativas? Siempre existe la manida justificación de que los emprendedores senior tienen mucho que perder, están más acomodados y no se arriesgan. Sin embargo, esto vuelve a ser otro cliché. Según el citado estudio las personas mayores de 65 años que se arrancan a trabajar por cuenta propia asumen más riesgos que los de entre 18 y 29 años. En concreto, es un porcentaje del 69% frente al 62%.

Además, los emprendedores senior aportan unas cuantas ventajas. Según apunta Thomas Schott, principal autor del informe, cuentan con más probabilidades que los millennials de emplear a más de 5 personas en sus negocios, invierten más dinero, y tienden a crear proyectos más sociales que producen más retorno a la sociedad. Flaquearían, eso sí, en su falta de confianza en su propia capacidad y en su mayor desconocimiento del ecosistema emprendedor.

El estigma que sufren los emprendedores que superan las 50 primaveras no es algo exclusivo de España (y eso que nosotros somos uno de los países con la pirámide de la población más envejecida). Ocurre en muchos lugares, incluyendo Norteamérica. Hace unos años en Canadá se creo WISE Seniors in Business, una iniciativa para visibilizar los problemas de estos profesionales “de los cuales no se hablaba”, ayudarlos a sacar adelante sus negocios, proporcionarles información y favorecer el denominado ‘emprendimiento intergeneracional’, integrando a jóvenes y mayores. Cada año la asociación organiza los premios 50 Over 50, que reconocen a medio centenar de personajes innovadores que han impulsado proyectos en la cincuentena. WISE son las siglas de Wisdom (Sabiduría), Initiative (Iniciativa), Skills (Habilidades) y Experience (Experience), cuatro capacidades que muestra los fundadores de más de 50 años.

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“Los emprendedores más mayores no son tomados en serio como emprendedores que han llegado a ser exitosos. Sin embargo, un reciente estudio indica que estos profesionales senior tienen una tasa de éxito del 70%, que es mucho más alta que la de los jóvenes emprendedores(29%)” , destaca la creadora de WISE Senior in Business, Wendy Mayhew. Para la fundadora del proyecto el ecosistema, y particularmente los inversores, se lo ponen más difícil porque “al ser más mayores se cree que tienen suficiente dinero de su propiedad y no necesitan financiación. Además, el repago de la deuda en su caso podría ser resultar más complicado por su edad”, añade.

Wendy está de acuerdo en que la imagen general de los emprendedores solo se asocia a los millennials y opina que montar empresas por encima de los 50 continúa siendo una especie de estigma. “Toda la atención y los fondos están enfocados en los jóvenes. Los emprendedores viejos no son considerados innovadores en sus negocios. La mayoría piensa que ellos simplemente llegarán a ser consultores y eso está muy lejos de la verdad”, apostilla.

EE.UU, la tierra de las oportunidades y el país donde reside la Cuna de la Tecnología, Silicon Valley, tampoco se libra de este olvido a los emprendedores senior. Sin embargo, pese a las dificultades y abandono, lo cierto es que nunca es demasiado tarde para reinventarse a uno mismo. Prueba de ello es la historia de Paul Tasner. Tras cuatro décadas trabajando para otros a los 66 años se lo montó por su cuenta, combinando su experiencia y pasión. Así fundó PulpWorks, una compañía que diseña y fabrica packaging biodegradable para bienes de consumo. Paul no solo se convirtió en emprendedor tardío, sino también en speaker. Hoy cuenta su testimonio en las charlas TED para inspirar a otros que, como él, quieran fundar sus propios negocios poco antes o después de jubilarse.

“Los inversores específicamente, y muchos otros en general, ven a las personas mayores como si estuvieran limitadas, incapacitadas o simplemente no estuvieran a la altura de la tarea. Nada podría estar más lejos de la realidad”, explica Tasner para Merca2. Este fundador de espíritu joven se lamenta de que “se nos ha hecho creer que los emprendedores senior no van a tener éxito, que solo tienen ideas y estrategias anticuadas. Eso es idiota”, critica. El CEO de PulpWorks asegura que las personas mayores se han convertido en “’el daño colateral’ de nuestra cultura juvenil y eso es muy desafortunado”.

Paul está orgulloso haberse tirado a la piscina a los 66 años, aunque reconoce que tuvo los miedos propios de su edad. Afirma que “cuanto más viejo te vuelves, más temes que nunca tendrás la oportunidad de montar un proyecto emprendedor propio”, pero él no se dejó llevar por el pánico. Al fin y al cabo, no se podía imaginar a sí mismo “muriéndose arrepentido” por no hacer algo que le gustaba en esta vida.

Entre las cosas buenas que menciona de su nueva vida laboral destaca que “todo lo que hago como emprendedor es para mí y mis colegas de PulpWorks, no trabajo para accionistas ni para ejecutivos. Estoy trabajando para mí y mis seres queridos. Punto. Incluso los trabajos más tediosos se sienten diferentes cuando los haces para ti y no para tu empleador”. El emprendedor también cree que el dinero no es tan importante como el sentimiento de valía personal. “He construido algo. Hay un gran orgullo en eso. Ingreso menos hoy que hace 20 años, pero se siente 10 veces mejor que los salarios de hace 20 años. El dinero de hoy se ganó de una manera muy diferente, y atesoro cada dólar, reconoce.

Con más de 50 y en el mismo barco

Montárselo por cuenta propia en solitario después de los cincuenta ocurre con cierta frecuencia en el mundo de los emprendedores senior. Sin embargo, también existe el caso de profesionales que se unen a otros de su quinta para crear algo juntos. Eso es lo que hicieron Eduardo Fórneas, Antonio Ojeda y Mariano Aguilar, tres informáticos veteranos que se quedaron sin trabajo en plena crisis y sufrieron en sus carnes lo difícil que era encontrar nuevas oportunidades laborales al rebasar la cincuentena.

Todos son cofundadores de SeAceptanIdeas.com, el “primer coworking tecnológico de España”. Este espacio, ubicado en el madrileño barrio de Pueblo Nuevo y reconstruido desde cero a partir de un antiguo almacén de basuras, va más allá de un coworking tradicional. No solo proporciona espacios de trabajo, aulas para cursos y un espacio para eventos a aquellos que lo necesiten, sino que también aporta su propio cluster, servidores y asesoramiento técnico, enfocándose en el desarrollo de las TIC.

“Nos transformamos en emprendedores senior por la situación socio-laboral que en plena crisis expuso a los trabajadores con muchos años de trabajo, experiencia y conocimientos fuera del circuito laboral. Además, teníamos una necesidad de continuar siendo productivos y volcar toda nuestra necesidad en nuevos proyectos”, relata Fórneas.

En su caso él ya contaba con alguna experiencia profesional en el pasado, al haber puesto en marcha dos empresas de software y servicios durante las décadas de los ochenta y noventa. Sin embargo, esta aventura poco ha tenido que ver con las que en su día llevó a cabo. “Creo que lo tenemos mucho más difícil que los emprendedores de veinte o treinta años por la falta de ayudas y proyectos en los que encajar con esta edad. Además, hay un pensamiento generalizado de que los jóvenes tienen buenas ideas y son solo ellos los capaces de realizar proyectos con los nuevos recursos y tecnologías y una creencia de que a una edad no puedes reinventarte ni reciclarte”, se lamenta el CEO de SeAceptanIdeas. “Parece que la edad resta valores, cuando en realidad suma experiencia, paciencia, concentración y creatividad”, defiende.

¿Qué aporta un emprendedor senior que quizás no pueda proporcionar uno ‘junior’? Para este informático la lista de cosas es extensa: “Ganas de trabajar, experiencia tanto laboral como en el entorno real, resolución, disposición, conocimiento, paciencia, pericia, picardía, visión global y, aunque suene ridículo, una pizca de “olfato” que te hace intuir el camino correcto entro todos los posibles”.

Dificultades añadidas por ser mujer

Si emprender con más de 50 primaveras puede resultar de por sí complicado, aún más difícil lo tendrían las mujeres que se deciden a fundar sus negocios por encima de esta edad. “Hay que tener en cuenta que muchas mujeres han trabajado sin cotizar, porque lo hacían en las empresas del marido o de los familiares. Además, suelen ser cuidadoras de los padres así que tienen problemas de conciliación, sienten que tienen responsabilidades en el hogar y también hay que pensar que muchas sienten inseguridades o no sienten la necesidad de competir”, explica Eva Serrano, presidenta de la Asociación Española de Mujeres Empresarias de Madrid (ASEME).

Serrano explica que en la madurez suelen encontrarse dos tipos de emprendedoras. Por un lado existen aquellas que han sido profesionales y directivas exitosas en otras etapas anteriores de sus vidas y quieren darle un giro a sus carreras, ya que no encuentran trabajos que les motiven. Además, estarían esas mujeres que emprenden por necesidad ya que se separan o divorcian de sus parejas y ven mermados sus ingresos.

Asimismo, se puede decir que habría un tercer tipo: el de empresarias que se transforman en tal sin llegar a ser emprendedoras. Hablamos de mujeres que en esas edades pasan a administrar un negocio porque deben ocuparse de la empresa de su padre o marido que se ha jubilado o ha tenido una incapacidad.

La presidenta de ASEME cree que las profesionales por encima de 50 años “suelen ser mucho más cautas y sopesan todos los pros y los contras mucho más. Lo que tiene de positivo, puede convertirse en un muro infranqueable porque el análisis lleva a la parálisis”, apostilla. En cualquier caso, las emprendedoras senior tienen mucho que aportar respecto a otras fundadoras de menor edad. “Son más maduras, reflexivas, no suelen tener problemas de conciliación, tienen más disponibilidad de horarios, no se dejan arrastrar por la pereza, se sienten responsables de la gente, no serán empresarias que dejen a los empleados trabajando para irse a jugar al golf (por ejemplo). Son muy productivas, hacen multitarea, tienen contactos y socialmente son activas. Creo que en general tienen más motivación emocional que posicional o de estatus”, opina.

Esperanza Vinagre Adán es traductora y fundadora de Altaïr Translations. Podemos decir que pertenece al primer grupo de los que hemos nombrado. En su caso llevaba 15 años compaginando su trabajo habitual por cuenta ajena con su verdadera pasión, la traducción. Sin embargo, llegó un momento en el que no estaba satisfecha haciendo solo lo que realmente quería en su tiempo libre y se encontraba metida en “una espiral de ansiedad y estrés que estaba repercutiéndome de manera muy negativa”. Hubo un punto de inflexión en el que se sinceró consigo misma y decidió “recuperar la ilusión que había perdido trabajando para otros”.

Esperanza critica que se den muy pocas ayudas para los emprendedores en esta franja de edad. “El tema de las ayudas y subvenciones sigue siendo muy escaso y más frecuente y orientado a los emprendedores más jóvenes, tanto por parte de las administraciones públicas como de entidades privadas”. La traductora considera que “deberían ayudar un poco las instituciones y empresas de apoyo a emprendedores y fomentar o promocionar más el emprendimiento senior. En todas las presentaciones de emprendedores a las que asisto, raro es el emprendedor que supera los 40 años”.

Pese a las barreras, la creadora de Altaïr Translations recomienda a otras mujeres de su edad que persigan sus sueños y emprendan. “El mercado por cuenta propia me ha aportado muchas cosas: Libertad para gestionar mi carga de trabajo, mi tiempo y mi semana, así como plena responsabilidad en la toma de decisiones, con todas sus consecuencias. En mi caso, también tranquilidad mental y la posibilidad de ampliar de manera mucho más eficaz y gratificante mi red de contactos, ya que, siendo autónoma, tengo la posibilidad de acudir a eventos y reuniones donde conozco a mucha gente”, destaca.

¿Todo es cuestión de perspectiva?

Jesús Chico es cofundador de la startup tecnológica StreamGPS, una compañía que que conecta puntos de emisión en vídeo con cámaras CCTV, portátiles, smartphones, wearables, etc, desde cualquier parte del mundo. Aunque ya había montado otras empresas en el pasado, esta es la primera vez que se hace emprendedor en el competitivo sector techie, quizás el más asociado a fundadores que aún no peinan canas. “La gente piensa que en el mundo de las startups es todo gente joven y en garajes. Pero está lejos de la realidad. Hay gente de todas las edades y con gran preparación y experiencia. Siempre han existido emprendedores por encima de los 50, gente que ha trabajado por cuenta ajena y que, por circunstancias y por ganas, deciden pasar a ser sus propios jefes con todo lo que conlleva de responsabilidad y riesgo”. Chico está convencido que no importa tanto la edad como “la mentalidad del que emprende”.

El cofundador de StreamGPS opina que existen barreras para emprender a cualquier edad, pero que lo importante es superarlas a base de “trabajo, trabajo y trabajo”. En el caso de los más jóvenes, según su perspectiva, ellos también se toparían con las suyas al no contar con experiencia. Desde su punto de vista “si encuentras una solución a un problema del mercado y sabes tratar al cliente tu empresa prosperará. Tengas más años o tengas menos”, asegura. Chico tiende un capote a los millennials que hoy forman sus propios negocios. “Los jóvenes con los que me encuentro emprendiendo son profesionales, saben lo que hacen y como lo hacen y tienen una capacidad de adaptación impresionante. Y eso se logra a través de trabajo y constancia” sentencia.  “Ahora se vive más en menos tiempo, se aprende mucho más en menos tiempo y eso hace que los jóvenes tengas cotas de madurez muy por encima de otras generaciones”.

Este economista señala que tener cierta edad y trayectoria a la espalda incluso puede suponer una baza a la hora de sentarse a negociar con posibles mecenas. La razón es que hay certezas y pruebas, no todo es un hipotético plan de negocio. “Si los inversores son de tu edad tú aportas también experiencia y la conversación es distinta. Los jóvenes tienen que demostrar más porque aún no han cometido tantos errores y tampoco han tenido tantos aciertos. Puede que la edad te haga mostrar más producto para convencer y menos Power Point”, explica.

En cualquier caso, Chico aboga por la mezcla intergeneracional como algo muy enriquecedor para todos. Su opinión es que los emprendedores senior tienen mucho que aprender de los benjamines. “Habiendo tanta diferencia de edad lo importante es saber escuchar a los jóvenes. Con más edad, tienes formas de actuar y pensar que has ido construyendo durante muchos años. Y los jóvenes te aportan esa parte disruptiva que necesitas para cambiar esquemas y mejorarlos”, aconseja. “Lo importante es trabajar con personas. Da lo mismo la edad que tengan”, concluye.