El Trump más tierno e irreconocible del que nunca se habla

Empecemos poniéndonos en situación, porque la historia tiene miga. Nos vamos a retrotraer, ni más ni menos, que a 1.996. Ahora imagínese en París, el día de la final de la Eurocopa (que se jugaba en el Reino Unido) en el que Alemania venció a la República Checa. E imagínese a continuación en un tren Eurostar que le va a transportar desde la capital gala hasta la City.

Hablamos de uno de los primeros viajes que hacía esta línea de ferrocarril, algo que emocionaba a la beautiful people mundial, que se dejaba ver por los vagones de Primera Clase cada vez que tenía ocasión. Ya se sabe que eso de pasar por el túnel que une las Islas con el Viejo Continente tenía su morbo. Pero sigamos con la historia, porque en ese tren del que hablamos viajaba una de las caras más conocidas del mundo. Un cincuentón Donald Trump, que por aquel era uno de los empresarios de más éxito en los Estados Unidos, y junto a él su mujer Marla Maples -su segunda esposa- y su hija.

Trump y su segunda esposa, Marla Maples, viajaron de París a Londres. Trayecto en el que los nervios de Trump le jugaron una mala pasada

Juntos los tres se dirigían rumbo a Londres atendidos por una de las azafatas que hoy, 20 años después, cuenta la historia a Merca2 ya que ella era la encargada de atender el servicio. Una atención personalizada que le permitió, recuerda, poner alguna que otra botella de vino en las manos del millonario y su esposa. Un Trump que viajaba viendo el partido en la televisión y que, por momentos, se exaltaba cada vez más. Con tan mala suerte, que con los nervios volcó la botella de vino en el vestido de su esposa. Una actriz estadounidense que se levantó nerviosa y ofuscada ante la mancha que había dejado el tinto.

Así que nuestra azafata se dirigió rápidamente al asiento, mientras escuchaba disculparse a Trump con su pareja. Ante los nervios, las dos mujeres se marcharon hasta la cocinilla del vagón en busca de algo que limpiase la rojiza mancha de la tela. Así que toallita caliente va, toallita caliente viene, disimularon como pudieron el destrozo mientras el empresario seguía a lo suyo. Con el partido.

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La llegada a Londres era casi inminente, y ambos sabían que habría prensa. Así que Marla, consciente de que de no podía aparecer con el manchurrón ante la prensa, optó por intentar por buscar una salida alternativa que le evitara posar ante la prensa. Y así fue, el equipo de Eurostar hizo que la mujer saliera por la cabina, mientras Trump lo hizo por la puerta de los pasajeros posando ante las cámaras. Como la beautiful people, vaya. Eso sí, no sin antes agradecer a toda la tripulación los esfuerzos y atenciones recibidas con él y su mujer. 

Hoy, 20 años después, nuestra azafata hace memoria y ve «un hombre amable al que ahora se critica por su comportamiento con las mujeres. Con nosotras fue amable, y con su mujer también», recuerda. Quizá por eso se ha lanzado a escribirle un mensaje a través de Facebook, aunque tan sólo ha obtenido una respuesta automática preparada por su equipo de comunicación. «De hecho, no crea que reciba nada más», confiesa con cierto tono de pesar.