Billions: La fuerza irresistible de la especulación contra el objeto inamovible de la regulación

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Movistar+ emite en nuestro país Billions, la serie de Showtime que enfrenta en un emocionante duelo actoral a dos grandes intérpretes, Paul Giamatti y Damian Lewis, con Maggie Sif entre medias y un reparto de secundarios sensacional.

Giamatti es el prodigioso actor que terminó de despegar en Entre Copas y no ha parado de trabajar desde entonces, esparciendo calidad allá donde va —le perdonamos Amazing Spider-Man porque le adoramos–.

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Por sorprendente que parezca, sólo ha sido nominado una vez a los Oscar (en 2006, por Cinderella Man), pero tiene dos globos de oro y un Emmy. El mundo según Barney quizá es su mejor película y la miniserie de John Adams era, hasta ahora, su mejor trabajo para TV.

En Billions alcanza un nuevo máximo en el papel de Chuck Rhoades, el fiscal del Distrito Sur de Nueva York, responsable entre otras funciones de encausar a delincuentes financieros que tienen en Wall Street su coto de caza. Es un puesto reservado para gente con ambiciones políticas. Y si esa misma gente prefiere pasarse al sector privado, sabe que tiene reservados empleos de siete cifras en algunos de los mejores bufetes privados del país. Este artículo sobre alguien que ocupó su cargo, Michael J. García, explica perfectamente el tipo de puesto al que nos referimos.

«La oficina del Fiscal de EEUU en Manhattan, apodada el ‘Distrito Soberano de Nueva York’, es quizá la fiscalía más poderosa del país. Carreras políticas legendarias comenzaron allí, desde la de Thomas E. Dewey hasta la de Rudolph Giuliani, y el puesto ha sido visto siempre como una forma de ascender a cargos superiores».

Rhoades es un brillante estratega, buen padre, un marido ‘cariñoso’ para su esposa, la psicóloga Wendy Rhoades, y el hijo de un veterano tiburón de Wall Street que quiere verle bien situado en altas esferas de la política. Profundamente moral, tiene una divertida desviación sexual que en ningún momento parece afectar a nada de lo anterior –que levante la mano quien no haya pensado viendo la serie en un magnate español de los medios de comunicación.

Damian Lewis as Bobby "Axe" Axelrod and Toby Leonard Moore as Bryan Connerty in Billions (Season 1, Episode 12). - Photo: Jeff Neumann/SHOWTIME - Photo ID: Billions_112_1838.R

Damian Lewis interpreta al tiburón multimillonario Bobby Axelrod y se asegura de que Giamatti tenga un rival a la altura. Lewis es uno de los mejores actores de su generación, pese a que ha reservado su talento para TV. Aunque era lo mejor de la desperdiciada Dreamcatcher, fueron su entrañable Charlie Crews en Life y, especialmente, el papelón de Nicholas Brody en Homeland, los que le han colocado en lo alto del escalafón en EEUU. Tanto, que en breve hará de villano en la ¿interesante? Ocean´s Eight, inminente recreación de la película de robos y casinos pero, en esta ocasión, protagonizada por mujeres. Si hicieran una lista de pelirrojos triunfadores de Hollywood, Lewis entraría en el Top 10 con su cara de «soy un buen tipo, pero no ¿o sí?».

Axelrod es todo lo contrario que Chuck Rhoades. Si el fiscal es un hombre criado en el privilegio que sustenta su moral en el hecho irrebatible de que nunca le ha faltado nada, Bobby es un multimillonario hecho a sí mismo desde la nada. Tan inteligente como Rhoades, ha lanzado un fondo de capital privado con un éxito abrumador, Axe Capital, y toma una serie de decisiones que le ponen en el punto de mira de la fiscalía.

«What’s the point of having fuck you money if you never say fuck you?»

Si los capos colombianos son la pesadilla de la CIA, las operaciones con información privilegiada son el equivalente de los reguladores bursátiles americanos y del sistema judicial. Billions, que entre otros creadores cuenta con el periodista financiero Andrew Ross Sorkin, narra con destreza las oscuras aguas en las que se mueve Axelrod. Porque nuestro antihéroe combina una gran habilidad natural para entender cuál será el rumbo de las empresas en las que participa o en las que entra a corto, con una forma de trabajar que, directamente, infringe las normas al abusar de la información privilegiada.

Lo mejor de Billions, en todo caso, es que no toma partido con claridad por ninguna de las partes. A diferencia de otros shows como Los Soprano, en los que los delitos de la familia son evidentes y la empatía te resulta, en ocasiones, molesta como espectador, aquí no es tan difícil sentir simpatía por Axelrod.

¿Por qué existen reglas sobre información privilegiada si todo el mundo intenta obtener la mejor información posible? ¿Por qué los reguladores atacan a unos y dejan pasar a otros? Axelrod es el paradigma de agente eficiente del mercado, el Atlas Desencadenado de Ayn Rand, el egoísmo del mercado encarnado, el hombre joven que se reserva sesiones privadas con Metallica antes de un concierto mientras se juega millones porque alguien intenta estrecharle en los morros una posición en corto.

Lo mejor es que, a diferencia del personaje de Leo Dicaprio en El Lobo de Wall Street, todos los lapsos morales de Axelrod tienen que ver con su actividad como súper multimillonario. Amante esposo, fantástico padre, amigo de sus amigos, entregado a la filantropía y patrón de las bellas artes, la visión que ofrece de algunas de sus empresas no siempre parece orientada al beneficio cortoplacista, sino a la creación genuina de valor. Axelrod es un personaje fascinante por lo complejo. Un Sheldon de barrio que vio en el dinero la forma de elevarse por encima del mundo y que hizo exactamente eso.

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Por contra, Rhoades se ve obligado a juzgar y condenar a personas «de bien», de su entorno, gente a la que ha conocido toda su vida y que juega a Wall Street igual que el resto, sólo con la mala suerte de que, en un momento dado, las autoridades hayan ido a por ellos.

¿Cuántas vidas destroza Rhoades de ciudadanos blancos, ricos y «honestos» con su actividad cotidiana? ¿Por qué su Justicia importa si no puede atacar a todos los que infringen la ley sino sólo a los que se le ponen a tiro? La serie está llena de grises, y estos se agradecen.

Maggie Siff, a quien muchos conocimos en la shakespeariana Sons of Anarchy, es Wendy Rhoades, el motor del relato en muchos aspectos. Amiga de Bobby desde hace años, es la orientadora y coach de muchos de sus lobos de Wall Street, y una de las pocas personas de confianza que tiene el genio de las finanzas.

Pero también es la esposa de Chuck Rhoades, lo que hace que la relación entre ambos hombres sea más estrecha de lo deseable para cualquiera. Un triángulo equilátero difícil de sostener. De hecho, la principal suspensión de incredulidad de la serie es creer que la situación de equilibrio entre los lados de este bizarro triángulo pueda mantenerse durante mucho tiempo. Pero sin esta situación, muchas de las motivaciones de los personajes son difíciles de entender.

La relación de Maggie con ambos hombres es peculiar porque en ambos casos se trata de profesionales sometidos a un stress brutal que tienen en ella a una persona de confianza sobre la que depositar el control. Ya sea confiando en ella como terapeuta, ya poniéndose en sus manos de otras maneras.

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Lo mejor de Billions es que, en muchos aspectos, no es más que una complejísima partida de ajedrez que juegan dos hombres muy brillantes empeñados en conseguir una victoria total contra su adversario. Ambos tienen durante toda la primera temporada suficientes ocasiones para desactivar la escalada, pero en todo momento ves que el conflicto es inevitable.

Quienes disfrutan con los escenarios de teoría de juegos ven aquí varios ejemplos, si bien el más importante es el del Juego de la Gallina. Dos coches a toda velocidad enfrentados el uno contra el otro. ¿Quién dará primero el volantazo? ¿Quién ganará cuando se estrellen la fuerza irresistible de la especulación contra el objeto inamovible de la regulación?

Para saber más sobre Billions

Os podemos recomendar dos piezas muy interesantes. Una de ellas es del inversor en capital riesgo James Altucher, que en su blog ‘Los secretos de Billions’ ayuda a entender muchas de las situaciones y terminología de la serie. Después de leerlo te das cuenta de lo fabulosamente bien documentada que está.

Esta pieza de Forbes, por otro lado, hace un desglose de una de las conversaciones del primer episodio, explicando en muchos párrafos el significado y alcance de una conversación que en la serie dura sólo un par de minutos.

¿Has visto ya la serie y quieres volver a ver una de las mejores escenas? Finge que te gusta este enlace.

El domingo 19 de febrero se estrena la segunda temporada en Showtime, confiamos que Movistar+ nos vaya suministrando nuestra dosis en tiempo real.