Las antenas del CNI en el IBEX

Félix Sanz Roldán es un hombre enjuto, que viste generalmente traje, y tiene habilidad para pasar desapercibido. Se mueve en coches blindados de alta gama, y uno de estos BMW se podía ver parado incómodamente en un carril-bus de la calle Diego de León, frente a la sede de la CEOE. Un encuentro entre el secretario de Estado–director del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) –y general de Ejército en la reserva– con empresarios no debería ser noticia. Sanz Roldán, tan habilidoso que fue nombrado por Zapatero y ya lleva seis años con Rajoy, quiere llamar la atención a los empresarios sobre la necesidad de que colaboren más estrechamente en labores de inteligencia económica. El mensaje es que el CNI puede ayudar mucho a las empresas a limitar sus riesgos en inversiones fuera de España. Lo que más difícilmente admitiría en un encuentro de estas características, es cómo el CNI saca información de las empresas del IBEX.

El CNI cuenta con una Unidad de Inteligencia Económica que se puso en marcha cuando la crisis financiera mundial estuvo a punto de tumbar a todo el país. Formalmente esta unidad se encarga de mantener la seguridad económica del país desde numerosos puntos de vista. Desde la seguridad en el suministro energético, a labores más cercanas al barro como consejos de protección a ejecutivos españoles que se mueven por zonas de conflicto, o anticipar movimientos privatizadores como los del Gobierno de Venezuela. Sanz Roldán le tiene tan cogida la medida a este asunto, que incluso un proyecto del Gobierno Rajoy, el Sistema de Inteligencia Económica, que figuraba en la Estrategia Nacional de Seguridad, quedó descarrilado en una cuneta ante la pujanza de los servicios del Centro.

Trabajo oscuro del CNI

Esta es la parte más pública y visible del trabajo de los espías españoles en materia económica. Lo que pasa es los espías están especializados en obtener información por muchas vías. Y la desconfianza es la primera máxima en este antiguo oficio. O sea, que además de la colaboración abierta y en cierto modo oficiosa, el Centro cuenta con sistemas para saber qué se está cociendo dentro de los centros de decisión de las principales empresas del IBEX. Por medio de sus antenas.

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En terminología de inteligencia, a un captador de información se lo conoce como “una antena”. Antenas son, por ejemplo, los jefes de equipo que están empotrados en la embajadas españolas en el exterior. El CNI ha encontrado una puerta de entrada a algunas empresas del IBEX por medio de antiguos agentes o directivos que logran incrustarse en las estructuras de decisión de las multinacionales españolas. No es complicado, ya que se trata de ex militares o ex agentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado (FCSE) con enorme preparación y con complicados servicios al país en sus currículos. La principal puerta de entrada es obvia, jefes de Seguridad de estas empresas.

La seguridad es cada vez más importante en el funcionamiento interno de una gran compañía. La filtración de un dato estratégico puede hacer perder negocios, ofertas o incluso valor en Bolsa. La ciberseguridad y sobre todo la discreción absoluta en las comunicaciones empieza a ser casi una obsesión. Para cubrir esas grietas las compañías recurren a profesionales del sector.

Un veterano agente que está empotrado en una de estas grandes corporaciones lanza piedras contra su propio tejado y explica que “la fidelidad a las empresas es indiscutible. Lo que ocurre es que un policía cambia de trabajo, y alguien del CNI nunca deja de ser una persona del Centro”.

La fontanería del CNI

Empresas como Telefónica, Santander, BBVA, OHL, incluso El Corte Inglés (que no cotiza en Bolsa) tienen poderosos departamentos de seguridad. Éstos trabajan en lo obvio (la seguridad de la empresa), pero también en lo menos obvio. Trabajos de lo que en el argot se conoce como “fontanería” (resolución discreta de conflictos, algunos con la Justicia o las FCSE), y sobre todo de seguridad interna.

La parte oscura de este panorama de seguridad es el control de los propios miembros de las compañías, en estas estructuras complejas y poliédricas, donde la lealtad no siempre está asegurada.

Un veterano directivo explica cómo una compañía eléctrica hizo un espléndido regalo al presidente que se jubilaba: su sueño, un coche deportivo. El ya ex presidente se presentó al día siguiente en la sede central de la compañía cn el coche deportivo. Se bajó sin prisas y dio las llaves del coche a la empleada de la recepción con el siguiente mensaje: “Dígale al consejero delegado que le ha dado el coche tan completo de electrónica, que no puedo ni oír la radio”. Estaba totalmente infestado de micrófonos.

El CNI está implicándose en defender intereses económicos españoles en el extranjero. Las empresas españolas generan unos 350.000 millones de euros en sus inversiones fuera de España. Además, 117 del mercado bursátil facturaron más del 64% de sus ingresos fuera de España. Contratar a un equipo de seguridad para un equipo directivo puede costar cerca de dos millones de euros.

“La competitividad de la economía de un país desarrollado depende de la gestión del conocimiento entendido tanto como el fomento y protección de la tecnología y la I+D nacional, como de la transformación de la información en inteligencia”, dice en encuentros privados el general Félix Sanz Roldán.

Decisiones, amenazas, cambios regulatorios, hay infinidad de detalles que pueden amenazar a empresas de soberanía española, que reciben apoyos importantes del CNI.

Del mismo modo, la inteligencia económica está cada día más cercana a la ciberseguridad. El CNI tiene un departamento completo, el Centro Criptológico Nacional, dedicado a asuntos de ciberseguridad. Cada mes se sufren miles de ataques severos, no solo contra el Estado, sino contra las principales compañías españolas.

La dependencia de los cada vez más amplios  departamentos de seguridad de las grandes empresas españolas es una tendencia creciente. Detrás del móvil, del sistema de mensajería instantánea o el email de los directivos está la decisión de un jefe de seguridad corporativo. Decisiones de muchos cientos de millones de euros se ventilan en conversaciones, reuniones y charlas de despacho que los jefes de seguridad corporativos deben proteger.