La postura en la que dormimos puede tener un impacto significativo en la calidad de nuestro sueño, y, en consecuencia, en nuestra salud física y mental. Tal como detalla el ‘Posturómetro’ de Conforama, la última guía sobre higiene postural desarrollada en colaboración con la socióloga y divulgadora del sueño Carmen Domínguez, es fundamental conocer los pros y los contras de las posiciones más comunes a la hora de dormir. Según la experta “en una noche de sueño, cambiamos de posición entre 20 y 40 veces de forma inconsciente, buscando la que más se acomoda al estado de nuestro cuerpo”.
La forma para dormir por antonomasia, dada su comodidad y sus múltiples beneficios, es la postura lateral o de lado, la preferida también por el 76% de los españoles según datos del último estudio de descanso de Conforama. “Esta posición alivia la presión sobre la columna vertebral, evitando los dolores de cuello y de espalda, y reduce la probabilidad de ronquidos”, remarca Domínguez. Así mismo, dormir del lado izquierdo contribuye a mejorar la digestión, evita el reflujo y es especialmente beneficioso para los bebés y las mujeres embarazadas, ya que alivia la presión sobre el hígado. Para prevenir la tensión muscular y reducir el riesgo de rigidez o dolor, “es recomendable usar una almohada que mantenga la cabeza y el cuello alineados con la columna vertebral, así como otra entre las piernas que mejorará la circulación sanguínea, además de ayudar a equilibrar la postura”.
Por otro lado, dormir en posición supina o bocarriba puede alinear la columna vertebral y prevenir el dolor cervical y de espalda, aunque también puede aumentar los ronquidos y la apnea del sueño. “Una almohada que tenga la suficiente altura impedirá que la cabeza se vaya hacia atrás, manteniendo una alineación adecuada y evitando que la lengua obstaculice el paso de aire”, recomienda la especialista del sueño.
La postura menos recomendable de todas es la prona o bocabajo. Está asociada al dolor de cuello, debido a la excesiva rotación de la columna, provocando que el tórax no pueda expandirse bien por la presión que ejerce el colchón, ocasionando una falta de aire, aunque en algunas personas puede aliviar el ronquido y la apnea del sueño.
La postura también está condicionada por si dormimos en compañía (tal como reconoce el 61,5% de los españoles encuestados por Conforama) o si lo hacemos solos. Aunque dormir en pareja puede fortalecer el vínculo emocional y ofrecer una sensación de protección, puede conducir a más despertares debido a los movimientos, los ronquidos o las diferencias de temperatura corporal. “Lo idóneo es que cada uno tenga su propia almohada, así como usar colchones con independencia de lechos, que reduzcan al máximo la transferencia de movimientos del otro”.