Las plataformas streaming han generado un nuevo tipo de ocio. Desde que se creó la televisión se han visto siempre series, pero jamás tuvimos tanto material audiovisual a nuestra disposición como ahora. Cualquier momento es bueno para ver nuestras series favoritas, por la noche después de cenar, en nuestros ratos libres, en los días de lluvia, durante el fin de semana…. Las series se han convertido en uno de nuestros principales pasatiempos, hasta el punto de que somos capaces de hace verdaderos maratones de horas, consumiendo un capítulo tras otro. No son pocas las veces las que nos sentamos en el sofá con el propósito de ver un episodio de esa serie que tenemos a medias, y terminamos viendo cuatro, o una temporada entera. ¿Se puede considerar una adicción? ¿Tiene efectos negativos? Efectivamente, este nuevo hábito nos puede afectar, como cualquier actividad que no se dosifica.
PROBLEMAS DE SUEÑO
Cuando consumimos series es muy fácil perder la noción del tiempo. Además, la mayoría de los creadores saben como elaborar los contenidos y distribuir la intensidad de la trama para que cada capítulo resulte más interesante que el anterior. La adrenalina y la curiosidad se adueñan de nosotros y al final nos resulta casi imposible pausar la serie y esperar al día siguiente para saber lo que pasa a continuación. Esto significa que la hora de irnos a la cama se va retrasando cada vez más. Pero además de reducir las horas de sueño, la pantalla también afecta a la calidad del mismo. La luz de amplio espectro que emite tiende a retrasar la producción de melatonina y hace que el cerebro se mantenga en estado de vigilia.
PEOR CONDICIÓN FÍSICA
El cuerpo humano no está preparado para pasarse horas y horas sentado ante una pantalla. Las series promueven el sedentarismo y en muchos casos se acompaña del consumo de comida basura, snacks poco saludables, refrescos… A la larga, esta pésima combinación puede incrementar el riesgo de problemas de salud, como diabetes y otras enfermedades de origen metabólico.
AISLAMIENTO
Aunque nos guste comentar el último capítulo de la nueva serie estrenada, esta obsesiva forma de ocio genera una tendencia al aislamiento. Cuando pasamos tantas horas inmersos en una historia, terminamos empalizando con los personajes y conectando con ellos y sus vidas. A veces se puede llegar hasta el punto de considerar que la ficción es mejor que la realidad, y esto es un problema. Esta sensación puede hacer que una persona se vaya desconectando poco a poco de sus relaciones interpersonales para enfocarse en esta vida de mentira. Todo ello puede derivar en una constante sensación de frustración, depresión y trastornos de la conducta.
PROBLEMAS DE MEMORIA
Cuando veíamos las series en abierto y teníamos que esperar de una semana a otra para ver el siguiente episodio teníamos mejor memoria. Esta forma de dosificar los contenidos es mucho mejor para retener la información de las tramas de cada capítulo. Está comprobado y se llama efecto de espaciado. Es lo que recomiendan los expertos de mnemotecnia a la hora de estudiar para exámenes, ya que es más fácil memorizar si se estudia en periodos cortos, a lo largo de varios días, que cuando nos damos el atracón final. Con las series pasa lo mismo: las terminamos del tirón y a los dos días ya no nos acordamos de nada.
ADICCIÓN
Efectivamente, hacer un maratón de series tiene un efecto adictivo, y como cualquier adicción es un efecto nada deseable. Cuando estamos disfrutando de nuestra serie preferida, el cerebro está liberando un montón de dopamina, que es la sustancia química relacionada con la sensación de bienestar. La dopamina nos encanta y siempre queremos más, por eso es fácil caer en conductas compulsivas. Aquí deberían entrar en juego la responsabilidad y el autocontrol.
Pero además, los creadores de series juegan con un efecto que se conoce como la ‘ley de cierre’. Cada capítulo nos presenta una trama y se termina en el momento más álgido, dejándonos llenos de incertidumbre y con una fuerte necesidad de saber qué va a pasar después. Esto se debe a que nuestro cerebro necesita completar los estímulos para organizarse correctamente y para gestionar todas las emociones que se han despertado. Este es uno de los motivos por los que casi nunca podamos ver un solo episodio de una serie y que acabemos haciendo un larguísimo maratón que se puede estirar el día entero.