Catorce periodistas hastiados del ecosistema mediático patrio lanzaron en 2015 un medio tan comprometido y libre como alérgico al febril ‘minuto a minuto’: Ctxt.es. Miguel Mora, excorresponsal de El País en Roma, París y Lisboa, es su director y alma mater. Y con él hablamos de lo divino y lo humano.
¿Qué os llevó a la aventura?
Queríamos hacer un medio que no persiguiera la noticia, que publicase menos cosas que la media y que las elaborase más. Sí, fuimos catorce periodistas que habían sido despedidos o estaban huyendo de los ‘mass media’ a finales de 2014.
Todos nosotros estuvimos dos años aportando nuestro trabajo gratis a la empresa para sobrevivir, horizonte que se comenzó a vislumbrar gracias a las suscripciones que empezaron a crecer en 2017. A partir de ahí nos hicimos fuertes poco a poco, a pesar de que éramos un grupo heterogéneo que se reunía los miércoles para elaborar un semanario. Al menos a partir de 2018 las reuniones las pudimos hacer en una pequeña oficina que alquilamos.
¿Cómo ha sobrevivido económicamente Ctxt.es?
Hemos formalizado un par de ampliaciones de capital para ensanchar los fondos de la empresa y hemos alcanzado los 10.000 suscriptores, los que nos vale para tener una microempresa que cuenta con seis trabajadores con contrato e innumerables colaboradores.
Elegimos un modelo muy sostenible, con una redacción pequeña, y apenas hemos perdido 80.000 euros en siete años. Esta cantidad es muy pequeña si tenemos en cuenta que no nos han apoyado grandes empresas ni instituciones. Hemos levantado el proyecto a pulmón.
Lleváis «siete años vivas y coleando», escribías hace unos días.
Eso se puede decir gracias a que entre el 70 y el 75% del presupuesto anual lo cubrimos con ingresos procedentes de las suscripciones y donaciones. Recuerdo que en 2020 pasamos un mal momento, pedimos ayuda y logramos disparar suscripciones y alcanzar los 100.000 euros en donaciones, lo que nos llevó a batir nuestro récord de beneficios (50.000 euros).
Las donaciones se hundieron en 2021, porque no podíamos volver a pedir auxilio, pero las suscripciones se consolidaron y se desarrolló un músculo que nos permite vivir con la tranquilidad que nos da que tan solo el 10% de los ingresos proceden de la publicidad.
Está claro que habéis consolidado una base de lectores dispuestos a suscribirse, donar o comprar vuestros productos.
Nosotros tenemos unos lectores que se quieren aproximar al periodismo de calidad. Ctxt.es ha apostado por grandes firmas, nutriéndose de académicos. La media de edad de nuestros lectores no alcanza los 40 años, aunque los suscriptores es cierto que rondan los 55.
Una de las claves para conseguir tanto lector joven es que tenemos una cuenta de Twitter muy activa y gamberra. También creo que el giro conservador de El País bajo la dirección de Antonio Caño nos benefició, porque nos llegaron muchísimos suscriptores.
De Ctxt.es se decía que eráis el modelo periodístico de Más Madrid, pero algunos os sitúan en la órbita de Unidas Podemos.
En realidad el proyecto es una reunión de todas las familias progresistas: desde Anticapis, con Enmanuel Rodríguez; a socialdemócratas como Pérez Tapias o Sánchez Cuenca; pasando por el fundador de Podemos, Pablo Iglesias.
Lo que no aceptáis es ‘branded content’.
Para nosotros es un engaño al lector. Queremos tratarle con respeto y ofrecerle transparencia para que conozca el origen de nuestros fondos. Al principio pensamos en esta fórmula comercial, pero en seguida vimos que puede ser una trampa para el lector.
Una nueva vía de ingresos va a ser el Club de Lectura de Ctxt, relacionado con vuestra editorial.
Hace años sacamos algunos libros con Lengua de trapo, de Jorge Lago. Con Ignacio Sánchez Cuenca lanzamos el exitoso ‘La superioridad moral de la izquierda’, pero esta alianza editorial se detuvo y el pasado año empezamos a lanzar nosotros en solitario algunos libros: unas crónicas de Gerardo Tecé, un serial veraniego sobre ecologismo de Yayo Herrero o las memorias del estadio Vicente Calderón, ya que nuestra sección deportiva está centrada en el Atlético de Madrid porque nos dimos cuenta que no hay un solo medio madrileño que tenga como club afín al cuadro colchonero. De este último libro hemos vendido ni más ni menos que 1.200 libros, un pequeño éxito.
El Club de lectura nace de la necesidad de mimar a nuestros suscriptores, que reciben muy poco valor añadido a excepción de los adelantos editoriales y las cartas que les enviamos. En este proyecto vamos a editar libros, enviarlos a los abonados a este servicio y organizarles pases con los escritores para que pregunten o debatan.
Unos negocios vienen y otros se van. Se ha caído la revista El Dobladillo.
Es una pena porque es un formato original y muy bonito, pero que nos acarreaba un gran esfuerzo y altos costes porque la enviábamos a la casa de nuestros suscriptores cada dos meses. Creo que el formato está agotado y ahora estamos pensando una nueva revista de papel, previsiblemente semestral, porque creemos que en torno al 25% de nuestros abonados siguen queriendo recibir una revista para leer y coleccionar.
¿Cómo funciona El Taller?
Esta sí que es una vía de ingresos muy interesante. Este espacio lo abrimos en octubre de 2019 y funcionó de maravilla, pero la crisis sanitaria de marzo de 2020 lo anuló. El Taller creo que es una buena idea: tiene dos pisos, cuenta con licencia de bar para dar cerveza y ofrece un espacio llano a la comunidad para reunirse o tener encuentros con autores o periodistas. Además, es sede de los talleres de formación, que es otra de nuestras vías de ingresos.
¿Cómo ha recibido vuestra comunidad el fichaje de Pablo Iglesias como analista y entrevistador?
El triunfo de Ayuso en mayo del 21 desmovilizó mucho y ese verano quise darle un chute a Ctxt.es con fichajes como Pablo Iglesias, Amador Fernández Savater o César Rendueles. Quizá algunos digan que nos entregamos a Podemos por fichar a Iglesias, pero siempre hemos tenido muy buenas relaciones con Errejón y con otros actores de la izquierda transformadora.
Algunas voces os achacan que seáis demasiado madrileños.
Y tienen toda la razón. Somos muy madrileños, aunque también es cierto que creamos una gran comunidad en Cataluña bajo la pluma de Guillem Martínez, que narró el ‘Procés’ sin compartir la línea informativa con el resto de medios madrileños. Allí (en Cataluña) lo agradecieron mucho.
¿Qué te gustaría que fuese Ctxt.es de mayor?
Yo creo que Ctxt.es no tiene que crecer demasiado para no desvirtuarse, pero no estaría mal duplicar el presupuesto (que ronda los 600.000 euros) para contar con corresponsales en Japón, África o Nueva York.
Creo que tenemos que hacer lo que sabemos: seguir ofreciendo una lectura reposada. Gran parte de nuestro tráfico se genera por las noches y los fines de semana, al revés que la mayoría de medios ‘de actualidad’.
¿Los podcast? Algo estamos intentando. ¿Audiovisual? Nuestro grupo está especializado en prensa escrita, quizá los jóvenes del proyecto podrían intentarlo. Es cierto que sería posible lanzar un Ctxt TV, pero yo quisiera que creáramos algo bonito y cuidado, y para eso, en el mundo audiovisual, hace falta mucho dinero.