domingo, 15 diciembre 2024

Curiosidades sorprendentes de la Edad Media

Se trata de una de las épocas de mayor misterio de la historia, de la que se han creado muchos mitos y leyendas y en la que sorprenden, algunas de las prácticas diarias que llevaban a cabo los ciudadanos en el medievo.

La época medieval es uno de los periodos históricos más desconocidos de todos los tiempos. Esto es debido a la falta de información que había en esa época, que ha hecho que se creen muchos bulos y leyendas sobre ella y la forma de vida de los ciudadanos. A todo ello hay que sumar que es una etapa histórica que se ha extendido bastante en el tiempo, tanto fue así, que se establece como la entrada de la edad media a partir de la caída del Imperio Romano en el 476, en la parte de Occidente, mientras que su fin llegaría con el descubrimiento de América en 1492. Por su parte, en la zona oriental, el medievo llegaría en el año 1453 con la caída del Imperio de Bizancio. Lo cierto es que muchos historiadores dan por seguro que apenas se conocen datos del día a día de la Edad Media, cuáles eran sus costumbres, algunas curiosidades, sus tradiciones más complejas… entre otras muchas más cosas. Para acercar un poco más esta época a la era actual, a continuación, se detallan algunas de las cosas que, aunque en esos momentos eran muy populares, hoy en día no pasan desapercibidas. ¿Cuáles son las curiosidades más llamativas del medievo?

Operaciones sin anestesia

La medicina existe desde épocas insospechadas y como no podía ser de otra manera, en la Edad Media también. En estos años, muchas personas morían de infecciones, ya que los instrumentos médicos generalmente estaban sucios y por supuesto, no estaban desinfectados. Además, no utilizaban anestesia por lo que cualquier intervención que se llevara a cabo, se hacía sin dormir a las personas, haciendo que el dolor, en ocasiones, fuera motivo de desfallecimiento o incluso la muerte. Ante la desinformación sobre todo ello, empezaron a creer que las enfermedades eran un castigo divino y por este motivo, se amparaban en las oraciones y en las visitas a los lugares santos para pedir a Dios que estuvieran sanos y fuertes.

Velando a los muertos en la cocina

Aunque parezca increíble, los hombres y mujeres del medievo colocaban a los difuntos encima de la mesa de la cocina. Era costumbre velar así a los muertos mientras que, de manera paralela, los familiares del fallecido comían y bebían. Era una costumbre que se realizaba durante varios días seguidos.

La importancia de las flores

Como bien es sabido, los ciudadanos medievales no tenían muy buena higiene y apenas se lavaban. El primer y uno de los pocos baños que realizaban solía ser en el mes de mayo. Se estableció así, ya que se trata del mes de la primavera donde más florecen las flores. Solían añadir flores a este baño para tener mejor olor e incluso, las novias se hacían un ramo de ellas para evitar el mal olor en su día tan especial, una tradición que en la actualidad perdura, aunque no con este fin.

El uso continuado de los abanicos

Relacionado también con el mal olor, era el uso de los abanicos. Aunque este elemento se utiliza en la actualidad para apaciguar el calor, en la época del medievo era un fiel instrumento para acabar con el mal olor corporal. La falta de higiene era más que evidente, de ahí que el abanico se convirtiera en un gran compañero y no fuera tanto un adorno.

La vajilla y los cubiertos

A principios de la Edad Media no existían ni los cubiertos ni la vajilla y, aunque a medida que avanzaba este periodo histórico se fueron incluyendo en las viviendas, no era habitual para la mayoría de la población. Normalmente, para poder comer carne, esta se ponía sobre una rebanada de pan duro y, una vez que se acababan la comida, solían mojar la pieza de pan en la salsa para dárselo a los pobres. Ya en los últimos años del medievo, sí empezó a utilizarse más la cubertería y la vajilla, aunque eran de estaño lo que se traducía en numerosas enfermedades, siendo una de las más comunes el envenenamiento, puesto que el estaño es un metal de fácil oxidación.


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