miércoles, 11 diciembre 2024

El PIB mundial caerá entre un 6,1% y un 7,6% en 2020, según la OCDE

La economía mundial sufrirá en 2020 una contracción sin precedentes en tiempos de paz y con todas las economías en recesión, lo que se traducirá en una caída del PIB global de entre el 6,1% y el 7,6%, dependiendo de si la recuperación gradual iniciada sigue adelante sin mayores alteraciones o de si más adelante se produce un rebrote significativo de la Covid-19, según ha advertido la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE)

«Mientras no haya una vacuna o tratamiento disponible, los responsables políticos de todo el mundo seguirán caminando por la cuerda floja», señala la economista jefe de la OCDE, Laurence Boone, para quien el distanciamiento físico y las pruebas, el seguimiento, el rastreo y el aislamiento serán los principales instrumentos para combatir la propagación del virus e indispensables para reanudar las actividades económicas y sociales.

Sin embargo, la economista gala apunta, en el caso de los sectores afectados por el cierre de fronteras y aquellos que requieren un contacto personal cercano, como el turismo, los viajes, el entretenimiento, los restaurantes y el alojamiento, no volverán a la actividad como antes y advierte de que las medidas de prevención pueden incluso no ser suficientes para evitar un segundo brote del virus.

De este modo, la OCDE plantea en la actualización de sus previsiones macroeconómicas dos posibles escenarios a los que otorga idénticas probabilidades: uno donde el virus continúa retrocediendo y permanece bajo control, y otro donde una segunda ola de contagio rápido estalla más adelante en 2020.

«Ambos escenarios son aleccionadores, ya que la actividad económica no puede volver a la normalidad en estas circunstancias», afirma Boone, subrayando que para el final de 2021 «la pérdida de ingresos excederá la de cualquier recesión anterior en los últimos 100 años fuera del tiempo de guerra, con consecuencias nefastas y duraderas para las personas, las empresas y los gobiernos».

Según los nuevos pronósticos, la OCDE contempla una contracción de la actividad «en todos los países», lo que supondrá, en el caso de que se produzca un rebrote de la pandemia, una caída del PIB mundial del 7,6% en 2020, con un rebote del crecimiento del 2,8% en 2021, mientras que, en ausencia de una segunda ola de contagios, la economía mundial retrocederá este año un 6% para recuperar un 5,2% en 2021.

En este sentido, bajo el escenario menos optimista, la OCDE anticipa que la economía de los miembros del ‘club de los países ricos’ registrará en 2020 una contracción del 9,3%, con un rebote del 2,2% el próximo año, mientras que en el caso de no producirse un rebrote de la Covid-19, el PIB de la OCDE caerá en 2020 un 7.5% para crecer un 4,8% en 2021.

Entre las mayores economías de la OCDE, el PIB de EEUU bajará un 8.5% en 2020 en un escenario de segunda ola de contagios en 2020, con una recuperación de solo el 1,9% el próximo año, mientras que en el caso de la zona euro, la contracción será especialmente grave, con una caída del PIB del 11,5% y un rebote del 3,5% en 2021.

En el caso de que la recuperación gradual no se viera trastocada por una segunda oleada de contagios, el PIB de EEUU caería en 2020 un 7,3% para crecer un 4,1% en 2021, mientras que el de la zona euro disminuiría un 9,1% este año y crecería un 6,5% el siguiente.

Fuera de los países de la OCDE, la organización augura que el PIB de China se contraerá en 2020 un 3,7% en el escenario menos halagüeño, con un rebote del 4,5% en 2021, mientras que en ausencia de un rebrote la segunda economía mundial caería un 2,6% en 2020, pero crecería un 6,8% el próximo año.

Por su parte, India vería caer su PIB en el primer escenario un 7,3% en 2020, con un crecimiento del 8,1% en 2021, mientras que en el escenario sin rebrote de la Covid-19 la contracción económica prevista para 2020 se limitaría al 3,7%, con una expansión del 7,9% un año después.

‘GRAN FRAGMENTACIÓN’

La pandemia ha acelerado el cambio de «gran integración» a «gran fragmentación», señala la economista jefe de la OCDE, en referencia a la aparición de restricciones comerciales y de inversión adicionales, así como respecto de la evolución divergente mostrada por las economías en función de cuándo y en qué medida fueron afectadas por el virus, la preparación de sus respectivos sistemas sanitarios, su especialización sectorial y su capacidad fiscal para enfrentar el shock.

«En todas partes, el encierro también ha exacerbado la desigualdad entre los trabajadores», añade en referencia a la situación vivida por aquellos trabajadores que pueden teletrabajar, en general altamente cualificados, mientras que los menos cualificados y los jóvenes a menudo están en la línea del frente, incapaces de trabajar o despedidos, con los efectos agravados por el acceso desigual a las redes sociales de protección.

Asimismo, la OCDE recuerda que los niveles de deuda privada son incómodamente altos en algunos países y advierte de que en los casos de países como España, Italia, Grecia, Portugal o Japón las ratios de deuda pública podrían alcanzar su techo en 2021 a niveles «extremadamente altos» entre 20 y 35 puntos porcentuales en relación al PIB por encima de lo que se situaban en 2019 en el caso de un rebrote de la pandemia, mientras que en un escenario sin segunda oleada el incremento sería inferior.

La organización considera que serán necesarias políticas extraordinarias para avanzar por la cuerda floja hacia la recuperación, aunque advierte de que los gobiernos pueden proporcionar redes de seguridad que permitan a las personas y las empresas adaptarse, pero no pueden mantener la actividad, el empleo y los salarios del sector privado durante un período prolongado.

De este modo, sostiene que el capital y los trabajadores de sectores y empresas más afectados por la crisis tendrán que mudar hacia los sectores en crecimiento, lo que suele representa una difícil transición, que raras veces sucede lo suficientemente rápido como para evitar que aumente el número de empresas en quiebra y el desempleo.

«Las políticas de recuperación de hoy darán forma a las perspectivas económicas y sociales en la próxima década», defiende Boone, para quien, si bien son necesarias las políticas monetarias ultra acomodaticias y una mayor deuda pública, advierte de que el gasto financiado con deuda debe estar bien dirigido para apoyar a los más vulnerables y la inversión necesaria para una transición hacia una economía más sólida.

El apoyo público debe ser transparente y justo», señala en referencia a las medidas de apoyo a las empresas por parte de los gobiernos, que deben regirse mediante reglas transparentes, en las que los tenedores de bonos y acciones privadas pierdan cuando el Gobierno interviene, para que sus recompensas por asumir riesgos no sean excesivas.

«Los gobiernos deben aprovechar esta oportunidad para diseñar una economía más justa y sostenible, haciendo que la competencia y la regulación sean más inteligentes, modernizando los impuestos gubernamentales, el gasto y la protección social», señala la economista, subrayando que la prosperidad proviene del diálogo y la cooperación. «Esto es cierto a nivel nacional y global», añade.


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