Los Juegos Olímpicos, como demasiadas cosas en la vida, tienen un marcado carácter económico. Y sí, también de fraternidad, deporte, solidaridad y todos los valores del olimpismo. Pero ahora mismo, en plena crisis del coronavirus, a Japón -país organizador-, lo que más le duele es la cartera. Se trata del mayor evento deportivo del mundo.
En este contexto de reclusión obligada, y con unos JJOO programados para el 24 de julio, el esperpento organizativo se está haciendo evidente. Desde Tokio dicen que habrá Juegos Olímpicos, sí o sí; pero claro, de ser cierto, muchos deportistas ahora mismo están en desigualdad de condiciones para afrontar la cita. Y, por último, y lo que todos parecen obviar en esta pelea: la crisis sanitaria solo está en su primera fase. ¿Nadie se preocupa por un contagio masivo en una ciudad hiperpoblada como la capital japonesa?
Vayamos por parte, y empecemos por el final, la crisis sanitaria. La organización, Tokio, y sus fuertes intereses económicos, dan por hecho que todo esto se habrá solucionado en uno o dos meses. ¿Problema? La mayoría de los atletas que se desplazarán a Japón lo habrán hecho sin pasar el Covid-19 si han seguido las recomendaciones de cuarentena.
Por lo tanto, habría cientos de personas sin ningún tipo de inmunidad mezcladas con visitantes, turistas y seguidores de todo el mundo. ¿O es que van a prohibir que los eventos sean en abierto? Bien es cierto que lo importante es la televisión y sus contratos. Pero quedaría raro. Por lo tanto, resulta extraña la actitud del comité organizador si piensa que la crisis sanitaria va a estar solventada en dos meses. Y es que para finales de junio o principios de julio muchos deportistas ya deberían viajar al país nipón.
LOS JUEGOS SIN ENTRENAMIENTO
Sobre los deportistas y su preparación es donde cae el mayor de los conflictos. La presidente del Consejo Superior de Deportes (CSD), Irene Lozano, escribe esta semana una columna de opinión en la prensa para expresar su malestar ante esa desigualdad de oportunidades.
Insiste en que los deportistas españoles son algunos de los más castigados en este sentido. En principio lo argumenta en que España es uno de los países más castigados por el coronavirus. Por ello, con la mayoría de los participantes olímpicos recluidos en casa, estima que es imposible que lleguen bien de forma y en igualdad de condiciones que los atletas de otros países donde las cuarentenas no están siendo tras restrictivas. Por ello, asegura que se estarían obviando los principios del olimpismo por el que todos tienen las mismas oportunidades para competir.
El respaldo de la presidenta del CSD llega, lógicamente, desde los propios deportistas. Algunas figuras del olimpismo español, como la jugadora de bádminton Carolina Marín, no ha dudado en expresar su malestar si los Juegos Olímpicos se celebran.
Y no le falta razón. Los atletas son máquinas perfectamente engrasadas que necesitan de las condiciones de entrenamiento únicas. Estar como mínimo tres semanas encerrados, y a saber cuánto puede durar esto, les deja prácticamente fuera de juego para que dentro de tres meses puedan competir al máximo nivel.
LAS PELEAS PARALELAS
Por último hay un factor que los organizadores de Tokio perecen obviar. Algunas competiciones y eventos se están postergando a fechas que casi se solapan con los Juegos Olímpicos. Un ejemplo es la NBA, donde lógicamente mirarán por sus intereses antes que por los de un país rival.
Y lo mismo sucede con las propias competiciones preolímpicas que sirven de clasificación para los juegos. Muchas de ellas se celebran durante el mes de junio. Pero ante la crisis del coronavirus, donde ha habido que retrasar las competiciones, ahora resulta que se solapan los eventos particulares de los países con las clasificaciones preolímpicas.
En definitiva, como no hay más ciego que el que no quiere ver, los Juegos Olímpicos de este año deberían asumir que sus posibilidades de celebración son mínimas. Aunque apurarán sus opciones hasta el final. En los confinamientos, de ilusiones vive el hombre.