Estrés bueno y estrés malo: las claves para entenderlo

El estrés es la respuesta natural de tu cuerpo ante un momento de peligro. Ya no hay dinosaurios que te quieran comer, pero piensa que gracias al estrés de esos momentos y a poner pies en polvorosa la especie humana sigue con vida. Así que, si te paras a pensar, estar estresado de forma puntual no es tan malo, al fin y al cabo.

Hay cientos de momentos en tu vida que te provocarán ese estado de alteración en el que tus pulsaciones se disparan y todos tus sentidos se amplían repentinamente. La llama que enciende el botón de encenderse puede ser desde una discusión, una reacción ante un peligro inminente, como es un accidente de tráfico o hacer puenting.

Cuando tienes estrés, todo tu cuerpo reacciona y gasta energía extra para ayudarte a solventar lo que quiera que lo esté causando. Se liberan hormonas para que el cerebro comience a mandar al resto del organismo como los músculos o los reflejos.

Siempre se habla de lo malo que es estar estresado, pero en ocasiones, y en circunstancias puntuales, puede ser beneficioso si sabes cómo manejarlo.

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Estrés malo

estrés en los ojos

El estrés negativo es cuando tu cuerpo se encuentra en estado de alerta mucho tiempo y los efectos de ello se vuelven en tu contra. Uno de los principales síntomas de estar estresado es el insomnio. Cuando no duermes, tu organismo sufre muchísimos daños que pueden llegar a impedir incluso que tengas una vida normal.

El corazón se ve afectado ante un estado de estrés a largo plazo. Cuando tienes colesterol, triglicéridos o tensión arterial alta puede ser una respuesta de tu organismo a niveles de estrés elevado.

Si estás ingresando más oxígeno continuamente, el sistema inmunológico pulmonar se ve afectado haciendo que enfermedades respiratorias como el asma o que los resfriados y las gripes aumenten las posibilidades de afectarte.

El cerebro es el que más trabajo hace cuando tienes muchos momentos estresantes. Se encarga de liberar la hormona de cortisol que afecta al córtex frontal a largo plazo y pueden verse dañadas partes de tu memoria y de tu resolución de problemas.

La piel no queda exenta. Cuando estás estresado, al bajar la respuesta inmunitaria del sistema las infecciones son más probables, por lo que el acné o el envejecimiento prematuro comenzarán a hacerse visibles.

El cortisol, además de afectar al córtex frontal del cerebro, también daña el hígado. Si estás estresado durante mucho tiempo tienes más factores de riesgo de sufrir enfermedades hepáticas. Además del hígado y el cerebro, el intestino también se ve perjudicado por sufrir un estado de estrés duradero. El colon dañado hace que tengas dolores abdominales, exceso de flatulencias o inflamación en los intestinos.