Los retos de Lassalle en Agenda Digital

Poco importa que lo que realmente hubiera querido José María Lassalle fuese irse de director al Instituto Cervantes y hacer algunos cambios que consideraba esenciales, como poner menos foco en Europa y más en regiones como India, el sur de África y Oriente, en general. Puede que el nuevo secretario de Estado de Agenda Digital y Sociedad de la Información se sienta más cómodo analizando el liberalismo en Zweig, Locke, Jünger o Berlin que bregando con la tecnología. Pero ya importa poco.

Al final, el reparto de poderes le ha dejado en una secretaría de Estado importante y ya importa poco cuáles hubieran sido sus deseos o intenciones en plena vorágine del juego de las sillas institucional. Sus responsabilidades ahora pasan por trabajar en un sector, el de la tecnología, que tradicionalmente se ha visto como opuesto al de la Cultura.

Juega a su favor el nuevo maridaje entre tecnología y contenidos

Más allá de la estupefacción inicial por lo sorprendente del cargo, hay ciertos elementos que juegan a su favor y que no podemos ignorar. El primero de ellos es la tendencia de la tecnología es ir de la mano de los contenidos. No es que no pasase antes, pero está pasando más que nunca.

¿Un ejemplo? Traigo varios. Uno de ellos es el hecho de que el comisario de Economía y Sociedad Digital, Günter Oettinger –en plena polémica por haber utilizado el avión privado de un lobista próximo al Kremlin–, tenga entre sus funciones, literalmente, «preparar una legislación ambiciosa encaminada a lograr un Mercado Único Digital rompiendo los nichos nacionales en regulación de telecomunicaciones, en legislación de copyright y protección de datos, en la gestión de las radiofrecuencias y en la aplicación de las leyes de competencia».

Otro está en la irrupción de empresas tecnológicas en el mundo de los contenidos o en la reconversión de empresas culturales en tecnológicas. Hoy uno de los mayores proveedores globales de vídeo es Google, Spotify es el gran repositor mundial de música, Netflix no sólo produce sino que distribuye su vídeo a través de una plataforma global y empresas como Telefónica y AT&T se han lanzado a controlar empresas tradicionales de contenidos. La primera se hizo con Canal+, la segunda ha ido directamente a controlar Warner, HBO incluida. Es justo decir, además, que Amazon es la gran librería global, tanto en formatos físicos como digitales.

La absurda pelea por el dichoso canon

Es cierto que en España tenemos cierta tradición de enfrentamiento por el típico choque entre industrias culturales y tecnológicas por el dichoso canon, la compensación por copia privada que antes se pasaba a los chismes para alimentar los bolsillos de los productores culturales, y que Lassalle intentó incorporar como partida en los Presupuestos Generales del Estado. De forma infructuosa, por cierto, el Tribunal Supremo consideró que tal cosa era contraria al derecho europeo.

No deja de ser paradójico que en un mundo casi totalmente nuevo sigamos a cuestas con definiciones del pasado. La compensación por copia privada surge para cargar a los fabricantes de soportes por la posibilidad de que los consumidores utilizasen dichos soportes para copiar para uso personal los productos adquiridos. Pero era, en realidad, sólo una excusa para recaudar por el hecho de que muchos de estos soportes se utilizaban para realizar ‘copias privadas’ que muchas veces se comercializaban de forma irregular. Básicamente, cobraban al fabricante de los DVD vírgenes por el hecho de que hubiese top manta.

Es necesaria la explicación porque muchos millennials probablemente ya no sepan qué diablos es un DVD y limiten su uso al de espantapalomas en las terrazas. El mercado digital ha evolucionado tanto en estos años que el hecho de hablar de soportes físicos es algo de un hipster subido.

El verdadero reto: La Agenda Digital

Lo que tendrá que resolver Lassalle en el marco de los planes de la Agenda Digital, con horizonte 2020, es apoyar a que en España se produzca la deseada uniformidad de la prestación de servicios digitales, consolidando la pata española del mercado único digital.

Una de las mayores incógnitas es el de sus competencias, propiamente dichas. La Agenda Digital como tal es una hoja de ruta que aprobó el Gobierno a principios de 2013 a petición de los ministerios de Industria, Energía y Turismo y del de Hacienda y Administraciones Públicas. Ambos tenían control sobre ciertos de los apartados de la Agenda.

Por ejemplo, de Hacienda y AAPP dependía modernizar la prestación de servicios de las administraciones, resolviendo a través de la tecnología las profundas distorsiones que ha provocado la transferencia de competencias a las autonomías en sistemas como la Sanidad o la Justicia.

La Agenda, al menos en su versión europea, requeriría esfuerzos de otras carteras como la de Interior, ya que entre los objetivos estaba contribuir a la lucha contra el cibercrimen. Y  no son las únicas involucradas, si tenemos en cuenta que en la estrategia hay cosas que afectan a la Ley de Propiedad Intelectual, a la Agencia Española de Protección de Datos (AGPD) o al Ministerio de Sanidad, por sus competencias de Consumo.

Una de las ventajas de Lassalle es que se va a encontrar con buena parte de los deberes hechos en la parte de la creación de redes de alta velocidad. España es el país europeo con más despliegue de fibra gracias al impulso inicial de Movistar, que llevó a la consolidación sectorial y obligó a Vodafone y Orange a seguir el ritmo. Hoy el objetivo de velocidades de más de 30 mbps para el 100% de los ciudadanos y que el 50% de los hogares haya contratado velocidades superiores a 100 mbps en 2020 es como robarle un caramelo a un niño.

¿Un objetivo ambicioso pero que beneficiaría al sector? Acometer lo antes posible los cambios necesarios para el segundo dividendo digital y acortar todos los plazos posibles para proceder cuanto antes a las subastas de 700 Mhz y reacondicionar de nuevo la TDT bajo el nuevo paradigma. Si queremos un despliegue de la tecnología 5G y más y mejores velocidades en 4G es imperativo acometer estos cambios, y si Lassalle es el hombre que coge el toro por los cuernos, esquiva las acometidas de las televisiones y adelanta una situación que es inevitable, poniéndonos en la cabeza de los despliegues y no en la cola, quizá su mandato sea memorable.

También deberá hacer, y esto es perentorio, un esfuerzo en el desarrollo del ecosistema emprendedor y de start-ups. El sector todavía se está recuperando del golpe que supuso, justo después de las elecciones de junio, la mutilación de Enisa, un instrumento de crédito a emprendedores que gozaba de gran prestigio, una morosidad relativamente baja y que recibió un tajo del 91% que básicamente quedó en el esqueleto. Incluso si realmente se consideraba que no era el instrumento preciso para su propósito y que pocos proyectos cumplían los criterios de solvencia, Lassalle deberá buscar otra forma de volver a poner esos fondos encima de la mesa.

Algo que, por cierto, tiene una complicación específica porque Enisa depende orgánicamente de la Secretaría General de Industria que ahora está en Economía y no tiene nada que ver, por extraño que resulte, con la Agenda Digital.

Otro reto para Lassalle es superar la magnífica labor llevada a cabo en este tiempo por Víctor Calvo Sotelo, que va a quedar como uno de los mejores secretarios de Estado de Telecomunicaciones de la historia de este país. La Ley General de Telecomunicaciones que se aprobó durante su mandato ha sido, para muchos, la mejor ley aprobada por el PP durante el mandato de Mariano Rajoy. La única en la que hubo consenso, aportaciones de la oposición y, en suma, política con mayúsculas.

¿Un consejo bienintencionado para su sucesor? Esquivar la que ha sido tendencia natural del Gobierno hacia las industrias tecnológicas bajo esta administración y las anteriores. Dado que funcionan razonablemente bien, los operadores van como un tiro y las cosas salen solas casi sin tocarlas, se ha tendido muchas veces a menospreciarlas y a dedicar todos los recursos, incluso los dialécticos, a industrias mucho menos autogestionadas.

Soria despreció sistemáticamente el sector durante años, con vacíos institucionales significativos. Preocupado sólo de la energía y de sus cositas, el peor ministro de Industria que ha tenido este país tuvo a las telecomunicaciones y a la tecnología chupando banquillo en lugar de liderando la partida.

Tome nota Lassalle: Puede que sea justo dedicar más atención a los hijos díscolos que a los estudiosos, a los que atracan ancianas que a los que las conectan con sus nietos. Pero si dejas de prestar atención a tus hijos más brillantes corren el riesgo de que, a falta de estímulos, se pongan a chapotear en la mediocridad. Y vamos, lo que nos faltaba.

Por el momento, y hasta que haya motivos para la crítica, desde merca2.es sólo podemos desearle suerte y aconsejarle que busque un equipo de alto nivel bregado en estas lides y con experiencia en los sectores con los que deberá lidiar. Y preferiblemente, con nombres conocidos que den confianza y contribuyan a subir el perfil de la nueva minicartera con la experiencia que a él, por ahora, le falta.