En los últimos años, el avance tecnológico transformó por completo la relación entre contribuyentes y Hacienda. Ya no se trata de un organismo que revisa cuentas de forma aislada, sino de una red sofisticada capaz de detectar movimientos, contrastar datos y reconstruir actividades económicas casi al detalle. En este escenario, ocultar ingresos se convirtió en una apuesta arriesgada que puede traer consecuencias severas para cualquier autónomo o pequeño negocio.
Luis García Sánchez, asesor fiscal y laboral con amplia trayectoria, observa este fenómeno desde la primera línea. A diario recibe mensajes de personas sorprendidas por los requerimientos que Hacienda envía uno o dos años después de un movimiento aparentemente inofensivo. En la gran mayoría de los casos, el origen de esas alertas está en la información que los propios bancos, plataformas o proveedores transmiten de manera automática al sistema tributario.
El nuevo mapa digital: cuando Hacienda ve más de lo que imaginas

Una de las claves para entender el alcance actual de Hacienda es el cruce bancario. Las entidades financieras están obligadas por ley a reportar operaciones inusuales, transferencias repetidas o cobros asociados a actividades económicas no declaradas. Cuando un particular recibe ingresos frecuentes en su cuenta, Hacienda puede analizar su origen y compararlos con los datos que presenta el contribuyente. Si hay diferencias, el organismo inicia un proceso de comprobación que exige justificar cada importe.
Luis García Sánchez explica que muchos justifican estos ingresos como simples acuerdos entre amigos, pagos compartidos o devoluciones puntuales. Sin embargo, el sistema de Hacienda trabaja con algoritmos que distinguen patrones y alertan sobre movimientos incompatibles con la actividad declarada. Lo que antes podía pasar desapercibido, hoy queda registrado con precisión. Y aunque la carta no llegue de inmediato, el control termina apareciendo tarde o temprano.
Otro frente relevante es el de los TPV y los cobros con tarjeta. Cada operación procesada por datáfono queda registrada y puede ser solicitada por Hacienda si detecta una diferencia entre los ingresos del negocio y lo ingresado en las cuentas bancarias. Para Luis, este es uno de los errores más comunes: declarar ventas inferiores a las que reflejan los movimientos del TPV. Cuando ambos datos no coinciden, Hacienda abre una investigación automática.
El escenario digital también juega un papel central. Plataformas como YouTube, Amazon, Glovo o Etsy informan de manera directa los pagos realizados a sus creadores o colaboradores. No importa si se ganan 50 o 100 euros al mes: Hacienda recibe la cifra y la compara con las declaraciones del contribuyente. El anonimato digital ya no existe y operar sin darse de alta puede derivar en sanciones severas.
Cuando las piezas no encajan: los modelos, los proveedores y las señales internas
Otro mecanismo clave es el modelo 347, donde empresas y autónomos reportan operaciones que superan una cifra mínima anual. Si la información enviada por un proveedor no coincide con la del cliente, Hacienda detecta el desajuste de inmediato. En muchos casos, ambas partes reciben un requerimiento para aclarar la diferencia. Según Luis, este cruce se convirtió en una de las herramientas más efectivas del organismo para reconstruir actividades económicas ocultas.
A esto se suman los desajustes entre IRPF, IVA e impuesto de sociedades. Los algoritmos de Hacienda comparan estas declaraciones con los ratios promedio de cada sector. Cuando un negocio presenta gastos desproporcionados, ventas demasiado bajas o incoherencias contables, el sistema genera alertas automáticas que terminan en una revisión manual.


























































