eCoche transforma cualquier vehículo de combustión en eléctrico

La idea de eCoche surgió cuando uno de sus cofundadores, José Milara, estaba dando clase de arquitectura en México y se percató de lo que ocurría con el parque automovilístico. Allí prácticamente no hay producción y la mayoría de los vehículos ‘bajan’ directamente de EE.UU a México, siendo este país quien los recicla a través de chatarra o los aprovecha hasta que mueren.

“Cuando estaba impartiendo clases les decía a mis alumnos que no entendía como no cogían todos esos vehículos y en lugar de transformarlos en chatarra los convertían en eléctricos y comenzaban a abrir un nuevo nicho de mercado”, cuenta el emprendedor. “Ellos me dijeron que lo hiciera yo en mi país y eso me motivó. A partir de ahí empecé a leer muchos libros, me preparé una memoria y comencé a trabajar en el modelo de transformación de vehículos de combustión a eléctricos. Desde entonces me puse manos a la obra e inicié una colaboración con ingenieros de Taiwán -país donde también había residido- y un compañero del pueblo -el germen de eCoche está en Castuera, en Badajoz-”, relata.

A partir de ese punto la startup se fundó como empresa, comenzó a buscar financiación y a hacer investigaciones en la materia con el fin de sacar rédito a su idea. Pese a su poco recorrido la firma pacense ya se ha expandido con la adquisición de otra compañía llamada PowerTrack, que será fundamental dentro de su estructura para el trabajo con prototipos y el desarrollo de los mismos. eCoche cuenta con sus propios fondos y ha pedido algunos créditos personales para esta primera fase. Aunque reconocen tener inversores interesados, quieren esperar a la apertura de su nueva oficina en la ciudad de Badajoz y a contar con su primer producto (lo que llegará en enero) para plantearse la entrada de nuevo capital.

Las homologaciones, el badén que está reduciendo su velocidad

La mayor barrera que se están encontrando desde eCoche para el despegue de su servicio es el alto coste de las homologaciones. “Hasta que no se negocien bien las homologaciones la transformación del vehículo de combustión a eléctrico resulta bastante cara. Tenemos la esperanza de que bajen y ese será el momento de introducir nuestra propuesta”, explica el cofundador y coordinador de I+D+i de la startup.

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Actualmente las homologaciones solo pueden ser concedidas por el INTA (Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial), organismo dependiente del Ministerio de Defensa, y el IDIADA, una empresa privada con sede en Tarragona, y tienen un coste disparatado: pueden alcanzar los 25.000 o 30.000 euros. Para más inri, esas homologaciones solo sirven para un modelo de coche, es decir, no son válidas para el mismo tipo de vehículo de una marca si han pasado algunos años. “Si me viene alguien que quiere convertir un Opel Corsa y su modelo es de 2005 a 2012 y luego otra persona con un Opel Corsa modelo 2017 tendría que hacer dos homologaciones distintas porque el modelo ha cambiado, la cadena de montaje también, etc. Esto es un hándicap importante”, lamenta el emprendedor.

En este momento hay otra vía, que es la homologación mediante el denominado “kit funcional”, que es en la que se encuentra trabajando la administración para que comience a expandirse. Otra posibilidad es que un gran número de usuarios que tengan el mismo coche y de la misma antigüedad -y que coincidan en su intención de hacerlo eléctrico, claro- se junten y asuman entre todos el coste de la homologación. “Cuando hay un volumen de entre 10 o 20 pedidos para un utilitario concreto la transformación se hace viable”, promete Milara. En este sentido, reconoce que han hablado con ayuntamientos, mancomunidades y empresas con flotas pero de momento no se muestran muy convencidas. No acaban de verlo como una inversión.

Desde eCoche también están teniendo casos de conductores particulares que quieren la ‘exclusividad’ de un modelo y sacarle rédito posterior. “Tenemos un cliente con un 600 que está dispuesto a pagar él mismo la homologación y la transformación con el fin de sacar un beneficio operativo y llevarse una especie de royalty por cada 600 que se transforme a eléctrico en el futuro”, comenta el cofundador de eCoche.

Dejando de lado los costes por la homologación, convertir un coche de carburante fósiles en uno eléctrico no es un proceso demasiado costoso. Apenas se demora dos semanas. “Tardamos dos o tres días en desmontarlo y otra semana en volverlo a montar. Si me lo pides un lunes dentro de dos lunes podrías tenerlo. Es muy rápido. Simplemente tenemos que disponer en el almacén de los motores y las baterías adecuados”, apostilla José. “Hablamos de instalar diez componentes contados y eso también tiene la ventaja de que va a haber menos averías a posteriori”.

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Las subvenciones van por otro camino

Milara insiste en que “toda la ciudanía y el Gobierno español debe ser consciente de que llevar los coches a la chatarra y comprarse uno nuevo no tiene mucho sentido en el proceso de reducir el consumo de los recursos, las emisiones, etc”. Además, cree que su startup puede ayudar mucho a fomentar “esa economía circular que desde Bruselas se nos está pidiendo con insistencia a todos los países que formamos parte de la Unión Europea”. Este arquitecto pacense también recalca que “estamos muy cerca de que los vehículos de gasoil estén prohibidos, pero la gente sigue comprando coches de este tipo”.

La compañía ha mantenido diversas reuniones con el ministerio de Economía, Industria y Competitividad para explicarle que las subvenciones que se estaban dando en la materia hasta la fecha eran solo para la adquisición de vehículos o la colocación de puntos de recarga. “Les dijimos que estaba bien eso de las subvenciones, pero que debían extenderlas a las empresas españolas que produzcan piezas que luego formarán parte de un vehículo eléctrico de otras compañías o a aquellas que favorezcan la transformación de coches en eléctricos”. Estos dos tipos de negocios se acaban de incluir en un reciente decreto que regula las subvenciones, una noticia que desde eCoche han recibido como “una lucha ganada”, aunque creen todavía hay mucho que hacer.