De un zombie llamado Abengoa al turismo: los peligros de volver a 2009

Quizá en España somos demasiado optimistas. Al oír hablar sobre la gestión de la crisis económica pensamos convencidos que los errores de hace una década no van a repetirse. Luego, cuando ponemos la lupa sobre la realidad, vienen los agobios. Las líneas de financiación públicas están sirviendo, de nuevo, para mantener a flote a muchas empresas quebradas sin futuro, las llamadas zombies. Estos días estamos asistiendo a un buen ejemplo: Abengoa. La compañía espera poder acceder a 550 millones de euros públicos, entre el ICO y el Cesce, para poder salvar su inminente quiebra.   

El problema de volver a 2009, cuando se estiró el chicle inmobiliario y promotor a base de avales públicos, es que después viene 2012. Lo que se pretende hacer con Abengoa es sencillamente una aberración. Y no lo es por aportar avales a una empresa, aunque la cifra (550 millones) que se otorga es similar a la que se ha destinado al plan de choque social para los más vulnerables, sino porque ha estado en el limbo legal en tres ocasiones en apenas cuatro años

¿Qué ocurrirá cuando haya una cuarta vez? Obviamente, que los bancos y los fondos se limpiaran las manos y serán los contribuyentes los que tengan que pagar. Pero, ¿cómo podemos estar seguros de que haya una nueva quiebra? Nadie tiene una bola de cristal, evidentemente, pero si tenemos experiencias pasadas. Así, la empresa explica en su web que su segundo tropiezo financiero se debió a que la «normalización de la actividad» una vez puesta en marcha fue «más lenta de lo esperado». Ahora, en medio de una pandemia, ¿alguien piensa que la reactivación va a ser más rápida? 

DE UN ZOMBIE LLAMADO ABENGOA A OTRO LLAMADO TURISMO

Pero, entonces ¿por qué se pone tanto dinero sobre la mesa? ¿Para salvar 2.800 empleados? La respuesta es que no. Simplemente, porque su caída implica una pérdida patrimonial para el Estado de 415 millones. La cantidad es el dinero que dio Luis de Guindos, ex ministro de Economía, en 2015 cuando habló de la exposición del Estado a Abengoa. En definitiva, una inyección de capital para no tener que registrar pérdidas patrimoniales por la quiebra de la compañía que, a su vez, es la definición perfecta de zombificar una empresa y por extensión una economía.

La patada hacía delante con Abengoa es solo un ejemplo de cómo se están intentando hacer de nuevo las cosas. Resulta curioso lo clarividente que vemos ahora los problemas de la crisis anterior, al menos en este punto. La forma en que bancos y cajas mantuvieron a flote constructoras y promotoras durante 2009 y 2010, aquellos tiempos de brotes verdes, con la esperanza de que todo mejorase. Sin embargo, a lo que asistíamos no era una simple contracción económica pasajera, sino un cambio de paradigma. Sencillamente, dichos sectores vivían en una enorme burbuja que nunca se recuperaría. Ni empresas ni empleos.

Ahora, pensamos que todo es diferente. El sector de la construcción e inmobiliario está muy profesionalizado y en su mayoría es solvente. El valor de las viviendas no está desbocado. Además, la banca es más solvente o eso creemos, se nos olvida siempre la rentabilidad. Pero, olvidamos que quizás la burbuja pueda haberse trasladado a otro sector como el turismo y por extensión a los servicios. De hecho, el turismo ha sido el área económica más beneficiada en las nuevas líneas de créditos ICO, que avala el Estado entre el 70% y el 80%. Así, las empresas han recibido unos 11.300 millones, lo que suponía un 16% del total de fondos repartidos a mediados de junio. 

SIN RECUPERACIÓN, QUE NO LA HABRÁ, LLEGARÁN LOS PROBLEMAS

Así, estamos en el punto de partida. Al igual que una década atrás una gran parte de los avales públicos va destinado a empresas que nunca más verán la luz. Sin ir más lejos, se calcula que el 60% de las agencias de viajes españolas pueden cerrar definitivamente. También, que la facturación global del sector en 2021 estará todavía un 40% por debajo de las cifras de 2019. En definitiva, que el mercado no se va a recuperar a los niveles anteriores en los próximos años. 

En el caso de las aerolíneas el ejemplo es todavía más claro. A las compañías aéreas se las está regando de dinero, pero su actividad dista de recuperarse. De hecho, todas ellas señalan que su actividad estará limitada hasta 2023, aunque algunas firmas como Airbus hablan de 2025. Para los hoteles la situación no es distinta. Muchos pequeños inversores se endeudaron para crecer y ahora no son capaces de llenar sus hoteles. Las líneas, y ayudas como los ERTEs, a las que pueden acceder le permiten estirar un poco más la situación, pero no aguantar hasta 2023.

Y, mucho menos a 2025. El turismo, como pasó con la construcción, todavía tiene que regalarnos años gloriosos de rescates. También el retail y aquellas pequeñas y grandes superficies físicas, muchas de las cuales no sobrevivirán al profundo cambio en las preferencias de compra de los consumidores. Un sector que, además, ha sido el tercero que más dinero ha recibido. En definitiva, las quiebras como las de Abengoa han enseñado que sin una rápida recuperación no se puede salir del pozo. A su vez, la crisis del 2009 (o la de Japón en los 90) que regar de dinero sectores obsoletos o en plena burbuja, los zombies, solo retrasa la recuperación. Un difícil equilibrio que parece, de nuevo, roto. ¿Pasaremos de nuevo de 2009 a 2012 en los próximos años? 

Pedro Ruiz
Pedro Ruiz
Colaborador de MERCA2