Un nuevo escándalo sacude los mercados secundarios de bonos ‘verdes‘. La banca y los fondos de inversión están ávidos de rentabilidad tras una década de tipos de interés en mínimos históricos. Las cuentas y los números mandan en esta situación. Por ello, han sacado de la manga un nuevo negocio basado en la supuesta sostenibilidad con la etiqueta ecológica y borrando la huella de carbono. En este nuevo mercado, sin embargo, están en duda ahora los criterios seguidos para fijar los precios y también el por qué se denominan verdes.
Las denuncias contra el supuesto ‘greenwashing’ se centra en fraude de inversiones
¿Están inflados estos bonos? ¿En base a qué criterios se calculan? ¿Qué hay de verdad y realidad tras los bonos verdes? Las autoridades alemanas indagan en el supuesto fraude de ‘greenwashing‘ –ecoblanqueo o blanqueo verde– de una filial de Deutsche Bank, mientras la Comisión del Mercado de Valores de Estados Unidos hace lo propio en Bank of New York Mellon y el gigante Goldman Sachs.
DEUTSCHE BANK, DE NUEVO EN EL OJO DE LA INVESTIGACIÓN, AHORA POR GREENWASHING
Las autoridades germanas han registrado las oficinas de Deutsche Bank y su filial DWS, una de las mayores gestoras de bonos sostenibles y verdes del mundo, hace dos semanas tras las acusaciones de una exempleada. Según la exdirectiva, la firma infló de forma artificial algunos productos que vende relacionados con inversiones ambientales en diversos fondos de inversión. Este mercado, de reciente creación y vinculado directamente con la preocupación con el cambio climático, es uno de los que mayor potencial registra en este momento.
La inversión verde y sostenible se ha convertido en un reclamo para afianzar la marca de quien los emite como el compromiso de quien los compra. Sin embargo, se desconoce cómo se calculan los precios de salida de estas emisiones. Las similitudes con la crisis subprime saltan ahora a la vista. Durante los años previos al estallido de la burbuja inmobiliaria, los fondos incluían activos tóxicos en paquetes de mejor calificación. Entonces no había dudas del papel de las ‘Big Four’ ni de los reguladores del mercado. Sin embargo, esta falta de vigilancia y honestidad derivó en una crisis sin precedentes.
LOS REGULADORES TRATAN DE ESQUIVAR SU PENOSO PAPEL DE 2008
Ahora, los reguladores quieren evitar a toda costa un nuevo caso subprime. Su papel durante la crisis de 2008 mostró la dejadez no sólo de la SEC, sino de numerosos reguladores de todo el mundo, pero ni uno sólo dimitió del cargo. Sí lo hizo el presidente de la SEC en la Sri Lanka, Tilak Karunaratne, en 2012 por las presiones de varios investigados por manipulación del mercado.
Las denuncias contra el supuesto ‘greenwashing’ se centra en fraude de inversiones, que por ahora se ha cobrado el puesto del consejero delegado de DWS, Asoka Wöhrmann. De nuevo, una filial del banco alemán vuelve a ser noticia por una supuesta manipulación del mercado.
La actuación de esta entidad financiera durante la crisis subprime se centró en la venta de activos tóxicos convertidos en activos financieros entre 2006 y 2008 a sabiendas de su valor real. Básicamente, este tipo de productos envolvían los activos subprime y se entregaban al mercado como un regalo. La multa para el Deutsche Bank, pactada con las autoridades estadounidenses, fue de 7.200 millones de dólares -más de 6.900 millones de euros al cambio actual-. En Europa, Deutsche Bank junto a otras cinco entidades financieras fueron condenadas a pagar tan sólo 1.700 millones de euros por manipular el Euríbor, el índice más utilizado para el cálculo de intereses de las hipotecas. No hubo compensación a los clientes, al contrario que en Estados Unidos.
LA GESTORA DE DEUTSCHE BANK SE HUNDE EN BOLSA POR EL GREENWASHING
En este caso de la ESG, Deutsche Bank ha asegurado que cooperará con las autoridades el tiempo y las veces que hagan falta. Sin embargo, los inversores, escaldados por este tipo de actuaciones en los mercados, muestran su desconfianza sobre DWS. La firma de gestión se ha desplomado un 25% desde que se conocieran las investigaciones de la Fiscalía de Fráncfort. La matriz se hunde más de un 13% en ese periodo.
Sin embargo, las pesquisas no terminan en el Viejo Continente. La SEC ha puesto el foco sobre Bank of New York Mellon y Goldman Sachs. Ambos bancos superaron la crisis de 2008 de formas muy distintas. El primero pagó todo a sus clientes desde el inicio, sin recortar un sólo céntimo. El papel de Goldman Sachs, sin embargo, fue más polémico por su «mala y grave conducta» llevada a cabo en ese fatídico año. En total, fue condenada a pagar unos 5.000 millones de dólares por asegurar que los activos que vendió estaban respaldados por hipotecas sólidas. Nada más lejos. A pesar de la cuantía de la sanción, la multa sólo fueron migajas para esta entidad financiera. Sólo en 2007 ganó la friolera de 11.600 millones, el mayor beneficio de su historia, con unos ingresos de casi 46.000 millones de dólares. Todo ello tras negar «categóricamente» que hubiera tenido relación con la crisis.
GOLDMAN SACHS, OTRA VEZ EN LA PICOTA
La denuncia sobre Goldman Sachs en el asunto del greenwashing se centra en denominar o utilizar el término ESG en varios de sus fondos de inversión. Según The Wall Street Journal, la entidad modificó el nombre de Bluw Chip Fund a US Equity ESG Fund hace dos años. La SEC indaga qué hay detrás de estos nombres, como ya se hiciera con la mayoría de fondos hipotecarios tras la crisis subprime. Por ahora, son solo pesquisas. En 2009, se comprobó como algunos fondos hipotecarios con una calificación ‘A’, ‘AA’ e incluso algunos de ‘AAA’ incluían activos tóxicos en distintas proporciones con el fin de pasar completamente desapercibidos en el mercado.
BNY Mellon, por su parte, ha admitido su culpabilidad y ha alcanzado un acuerdo con la SEC por el supuesto engaño a los inversores con estas afirmaciones sobre la ESG. La multa, 1,5 millones de dólares, unos 1,2 millones de euros al cambio actual. De nuevo, una limosna. Este mercado, según datos de Bloomberg, moverá cerca de 50 billones de dólares en 2025, prácticamente la mitad del PIB mundial. Todo ello, mientras se cierne una recesión o estanflación en la economía, y con una crisis de deuda que podría estallar una vez comiencen las agresivas subidas de tipos de interés.