La humanidad entraba en 2020 viviendo uno de los mayores desastres naturales de los últimos años: los incendios de Australia, que han arrasado más de 10.000.000 de hectáreas. El ecosistema se ha visto gravemente afectado y la elevada combustión ha desprendido una gran cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera. También nos comimos las uvas escuchando noticias lejanas de un extraño virus contagioso que se estaba propagando en China. Y de repente, casi sin darnos cuenta, nos encontrábamos en estado de pánico, llenando el carro de la compra de papel higiénico y preparándonos para una larga cuarentena, mientras la cifra de contagiados y fallecidos aumentaba a toda velocidad.
Unas semanas después, se iniciaba un incendio en Ucrania, a una relativa distancia de Chernobyl, y día a día, las llamas se acercan peligrosamente a la central nuclear. Los bomberos están trabajando para sofocarlo, pero el peligro está ahí y es real, de hecho las mediciones indican que el nivel de radiación está aumentando. De forma casi simultánea, el volcán Krakatoa en Indonesia, despertaba de su letargo y entraba en erupción. La última vez que escupió fuego fue en 1883, y provocó un gran tsunami que acabó con más de 36.000 vidas. ¿Hablamos de la plaga de langostas de dimensiones bíblicas que está arrasando en África en estos días? ¿Qué más puede pasar? Una vez que superemos estas crisis y sobrevivamos a 2020 y al covid-19, la humanidad tendrá que estar preparada para otras grandes amenazas. La vida es frágil, pero desde la seguridad de nuestras casas, no somos conscientes de ello. Tal vez esta sea la oportunidad de tomar conciencia de ello, relativizar nuestros problemas y aplicar el carpe diem a nuestro día a día.
1INVIERNO NUCLEAR
Una guerra nuclear supondría un gran desastre humano y ecológico, y es una de las posibles amenazas más estudiadas por expertos. En primer lugar implicaría la muerte de cientos de millones de humanos y animales, de manera directa o a causa de los efectos secundarios. Pero los supervivientes tendrían que enfrentarse a algo mucho peor: el invierno nuclear. Se usa esta expresión para referirse a un fenómeno climático consecuencia del hollín arrojado a la estratosfera. El cielo quedaría cubierto de ceniza y polvo durante meses, impidiendo el paso de la luz solar. Los seres vivos que realizan la fotosíntesis morirían y en consecuencia irían extinguiéndose las demás especies de la cadena trófica. El hambre asolaría el planeta y también la sequía. Por otra parte, el aire sería tan irrespirable que provocaría la muerte de muchos humanos y animales.