Meghan O´Sullivan
La edad de los combustibles fósiles está llegando a su fin. Una señal a favor de este punto es que el Senado Estatal de California, en los Estados Unidos, ha aprobado un proyecto de ley para que el Gobierno regional se comprometa a que el 100% de la energía que use para el año 2045 sea renovable.
Otros estados y ciudades, incluyendo Massachusetts, Chicago y Atlanta, buscan legislaciones similares. Los defensores destacan que las energías renovables mejoran la calidad de vida, gracias a menores emisiones de carbono, tarifas de electricidad más baratas, dan facilidades para ayudar a las naciones empobrecidas e independencia de los enredos económicos y políticos del volátil petróleo en los mercados.
Sí, hay muchas razones para estar entusiasmados respecto a un cambio hacia las energías renovables. Desafortunadamente, es poco probable que haya cambios en la geopolítica energética.
La dependencia del combustible fósil trae sus conflictos geopolíticos, partiendo de los conflictos políticos en países como Nigeria o Venezuela
Tanto estadounidenses como europeos están familiarizados con las desventajas geopolíticas que vienen de la dependencia de los combustibles fósiles. A pesar de que los embargos energéticos son raros, y casi nunca terminan en beneficio de los productores, la crisis petrolera de 1973 es un fantasma que persigue a los países árabes. En Europa del este, los cortes de gas entre 2006 y 2009 que efectuó Rusia a Ucrania son un recuerdo inquietante. La amenaza de tales acciones tiene un gran peso político.
Para otras naciones, particularmente asiáticas, la dependencia de suministros energéticos procedentes de países lejanos, a través de zonas de tránsito como el estrecho de Malaca, entre Indonesia y Malasia, es una preocupación constante. También está la volátil política de Medio Oriente y otros países productores como Nigeria o Venezuela.
¿Por qué abrazar a la energía solar, eólica o similares no nos aliviará de tales preocupaciones geopolíticas?
En primer lugar, un cambio como el previsto en California, que planea depender de energías renovables, solo alcanzará la meta una vez que nuestro transporte sea cambiado radicalmente por coches eléctricos que estén dentro de las normas. Mientras la mayor parte de la energía usada sea a base de petróleo, los renovables tendrán poco impacto en la geopolítica energética.
El paso de la madera al carbón, o del carbón al petróleo, trajo consigo sus propias ramificaciones geopolíticas. El próximo paso no será excepción
Más importante aún, un cambio en la energía renovable traería sus propias complicaciones en el mapa geopolítico. Esto no debería sorprendernos. Pensemos en las molestias que ha traído la adopción de la energía nuclear. Por ejemplo, a través del enriquecimiento de uranio con fines civiles, Irán puede esconder esfuerzos para ensamblar un arma nuclear.
Un nuevo terremoto geopolítico
Por otra parte, históricamente, cada gran cambio en la configuración energética global, como el paso de la madera al carbón, o del carbón al petróleo, ha traído consigo sus propias ramificaciones geopolíticas. El paso hacia la energía renovable no será la excepción.
Un futuro más dependiente de las energías renovables traerá karma geopolítico -bueno y malo-, justamente el tema que trata el nuevo informe que emití con David Sandalow de la Universidad de Columbia e Indra Overland del Instituto Noruego de Asuntos Internacionales.
El nuevo terremoto geopolítico que acarrea el paso hacia los recursos renovables tiene que ver con la “maldición de los recursos”
Entre las tendencias más interesantes se destaca la idea de que un futuro con más peso en las energías renovables traerá una nueva “maldición de los recursos”, ese fenómeno según el cual el desarrollo político y económico en muchos países ricos en recursos parece estancarse, gracias a un crecimiento más lento e instituciones políticas más propensas a ser represivas y poco democráticas.
En el mundo de los combustibles fósiles, esta maldición se aplica generalmente a los grandes productores de petróleo y gas. En un mundo con mayor peso en las energías renovables esa maldición no sería tan relevante para los productores de energía; la fuente solar, eólica y geotérmica tienen más probabilidades de ser generadas y consumidas dentro de las fronteras de un país, antes de convertirse en exportaciones rentables y generadores de enormes flujos de dinero inesperados. Más bien, podríamos ver esa maldición en los países ricos en materia prima esencial para producir los componentes que hacen posible la energía renovable.
¿Dónde se consiguen los recursos para la energía renovable?
Muchos de estos recursos son difíciles de obtener, como es el caso del indio y el cobalto, esenciales para fabricar paneles solares y baterías.
China suministra hasta 95% de toda la materia prima esencial para la energía verde en el mundo
China proporciona cerca de la mitad del indio consumido en el mundo hoy en el día, mientras que la República Democrática del Congo es la fuente de más del 50% del cobalto mundial. Los grandes productores de litio, otro material esencial para producir baterías, son Argentina, Australia, Chile y China. Sin embargo, las reservas más grandes para su explotación se concentran en Bolivia. Los Estados Unidos han importado la mayor parte del telurio desde Canadá, pero depende también de Bélgica, China y Filipinas.
Según estimaciones, China suministra hasta 95% de toda la materia prima esencial para la energía verde en el mundo. Dada la posición dominante de Pekín, deberíamos esperar que se repitan los sucesos del año 2010 cuando China suspendió la venta de materia prima de raro hallazgo hacia Japón, donde son vitales para producir paneles solares y baterías, a raíz de una disputa marítima.
La cura a estas disputas son obvias en algunos casos, pero tomará tiempo antes de que los esfuerzos den sus frutos. Es necesario actuar con rapidez. Por ejemplo, manteniendo a China y Japón en el ojo del huracán, los Estados Unidos debería reevaluar si sus esfuerzos actuales en materia de extracción son suficientes.
Washington debería fomentar más la innovación apoyando la investigación en energías verdes
La realidad es que solo unos cuantos países cuentan con estos recursos y menos aún son productores. Los Estados Unidos son ricos en algunos también. Según el US Geological Survey se estima que Norteamérica posee el 13% de las reservas mundiales de tierras raras, 14% de los depósitos de teluro y 3% de las reservas de indio. Sin embargo, en las últimas décadas, ha sido muy costoso desarrollar estos materiales, especialmente teniendo en cuenta la producción en China, que es parte de una política industrial centralizada. El gobierno de los Estados Unidos podría necesitar regresar a un almacenamiento expansivo de estos materiales, o proporcionar un mayor respaldo a la producción local.
Las lecciones por delante
Hay lecciones por aprender, no solo para la industria estadounidense, sino para su política exterior. Por ejemplo, se cree que la mayoría de las reservas de cobalto del mundo se encuentran en la República Democrática del Congo. Por tanto, beneficiaría los legisladores estadounidenses considerar al país africano, no solo en crisis humanitario y un estado fallido, sino como una prioridad urgente.
Finalmente, y más importante, Washington podría fomentar la innovación apoyando la investigación en estos aspectos. Por ejemplo, el financiamiento para el Instituto de Materiales Críticos, establecido en 2013 en el Departamento de Energía, puede ayudar a superar los obstáculos para el acceso a energía verde, y está entre los elegibles para solicitar más fondos en 2018. Dada la aparente carencia de interés en la administración de Donald Trump por las energías renovables, puede verse tentado a terminar con el programa, pero hacerlo sería un error.
Apple dio un primer paso para dejar de depender de recursos minerales y fabricar sus productos con materiales reciclados
El sector privado también puede desempeñar un papel. Basta con ver el reciente anuncio de Apple, que aspira a dejar su dependencia de recursos minerales y, en su lugar, usará únicamente material reciclado. Esto despertará mayor innovación ya que la compañía busca sustitutos viables para tales rubros.
Si bien la adopción de la energía renovable traerá sus propios terremotos, ninguno de sus lados oscuros es una razón para detener o frenar el impulso hacia un futuro más verde. Los beneficios superan a los costos. Sin embargo, los líderes políticos tendrán que empezar pensar objetivamente sobre los contornos geopolíticos de un futuro más dependiente de las energías renovables. Ese momento llegará, tarde o temprano.